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DIARIO DE CUARENTENA (FASE I) Jornada 64: Esperanza y precaución. (17/05/2020).

 

Si anteayer despedimos a un faro democrático y artístico como Juan Genovés, ayer supimos del fallecimiento de Julio Anguita, otro referente no solo de la izquierda sino de la vida política, un ejemplo de coherencia entre las palabras y los hechos. Nunca escuchamos de su boca un insulto contra sus adversarios, siempre fue contundente pero respetuoso, y eso es lo que ahora mismo echamos en falta en la vida política, asunto en el que no quiero entrar porque es muy obvio para todo el mundo.

Esta noche será la última en la que la gente es convocada para aplaudir a los sanitarios, iniciativa que surgió el 14 de marzo y que se ha ido descafeinando al entrar distintos territorios en las nuevas fases, porque coincide con horas de salida y entrada, porque en otros funcionan a esa hora algunos negocios de menos de 400 metros cuadrados y aun en otros porque se han abierto al público las terrazas. Para evitar que la iniciativa vaya decayendo por sí misma, se convoca para hoy a las siete de la tarde (hora canaria) un último aplauso de agradecimiento. Por eso, mañana publicaré también una última entrega diaria de esta serie, si bien seguiré publicando entradas en el blog haciendo el seguimiento, pero que no tendrán periodicidad fija, pues lo mismo salen tres días seguidas que se espacian según vayan evolucionado los acontecimientos. Pero, modestamente, seguiré tratando de ser testigo de estos tiempos tan complicados.

En la penúltima salida a la ventana de ayer por la tarde, volvieron a estar todos los vecinos, menos Octavio de nuevo por trabajo; Pilar encima de nosotros, Carlota, la niña nueva de enfrente, Mapi y Angie en su ventana y, por supuesto, Sofía con su hermano Diego y su madre Katy. Claro, y nosotros, con nuestra ya inevitable Luna, la gata de peluche que cada tarde demanda Sofía, que hoy repitió una coleta y volvió a sacar la pandereta de los primeros días. Con esperanza pero con mucha precaución, seguimos adelante. Buen día.

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DIARIO DESPUÉS DE LA CUARENTENA (FASE I) Jornada 63: Un mundo humano. (16/05/2020).

 

Ayer murió el pintor valenciano Juan Genovés, un artista que llevó su obra más allá del arte. Su trayectoria es la de la lucha por la libertad a través de la cultura, y en estos momentos que vivimos creo que es un punto de referencia obligado. Tenía 89 años, pero siempre es pronto para que se apaguen los faros. Es una ironía que su famosa obra El abrazo, de 1976, que llamaba a la reconciliación después de una época muy oscura, choque precisamente con las normas que ahora nos vemos obligados a cumplir. Insisto, no me gusta la expresión “distanciamiento social”, prefiero que sea físico, porque ahora más que nunca el pensamiento es necesario para avanzar en un mundo que ha de ser  más humano o no será.

Recuerdo a Juan Genovés durante una temporada que estuvo en Gran Canaria, impartiendo su magisterio artístico e intelectual. Fue a mitad de la década de los 80, e impulsó un muralismo que llenaba los paredones de arte y mensaje, como el que fue pintado colectivamente en la bajada de la Plaza de San Bernardo de Las Palmas de Gran Canaria. Pero acaso su huella más profunda quedó en la pared junto al colegio Rafael Alberti de Jinámar, un mural colectivo que el tiempo y la desidia ha ido deteriorando. Hay que recuperar la obra, pero sobre todo el espíritu de Juan Genovés. Tuve ocasión de escucharlo en sus discursos informales entre la gente más joven, y estaba claro que era un artista necesario. Y lo sigue siendo; que la tierra le sea leve.

Fue desapacible la tarde de ayer, con viento, sobre todo cuando te asomas a una ventana muy elevada de la calle. Volvió a salir la niña nueva que se llama Carlota. Sofía y Diego estaban con su madre, ella con una coleta que le daba todavía más luz a la cara, y ya decidió que mi compañera no le compre unas maracas, sino que le dé unas pequeñitas que a veces hemos sacado para mostrárselas. Eso sí, “cuando se vaya el bichito”. Buen sábado, y pensemos en los demás. Y en hoy. Buen día.

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DIARIO DESPUÉS DE LA CUARENTENA (FASE I) Jornada 62: Cuando se vaya el bichito. (15/05/2020).

 

Hoy es Día de la Familia, aunque precisamente en estas circunstancias ni falta hacía tal recordatorio, la tenemos más presente que nunca. Estamos pendientes de nuestros familiares que están en otra población, en otra isla o simplemente en otra casa. Y curiosamente, por lo menos en mi caso, me vienen a la memoria constantemente las personas queridas que ya no están. Familia es una palabra que suele definir lazos de sangre, pero hay gente que es familia porque se lo ha ganado, y por ello hay una línea difusa que permite que hoy celebremos los afectos de las personas que amamos, como ayer, como siempre.

En este episodio que será histórico en el futuro, se han inventado palabras y conceptos que tratan de definir acciones y hechos que, por novedosos, no tenían asignadas expresiones  para nombrarlas. Es como en el primer capítulo de la novela Cien años de soledad “el mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo”. Pero creo que, con aciertos o dando patadas a la RAE, vamos entendiendo, porque la sociedad se ha visto obligada a asumir una realidad impensable. Es tan nueva, que cada vez que despertamos tenemos que ponernos en situación, porque ya dijo Einstein que la realidad es una ilusión muy persistente.

El comienzo de las fases de desconfinamiento asimétrico (lo que decía de las expresiones enrevesadas) coincide con el final de la obra en el edificio de enfrente. Al mirarlo tengo la sensación de que está desprotegido, porque los andamios eran como un abrigo hacia el exterior. Todo esto es metafórico, y espero que para bien, porque cada día dependemos más de nuestra correcta manera de actuar. Esa salida a la ventana se ha convertido en un intercambio entre vecinos y hoy surgió de otra ventana una niña nueva, Carlota. Creo que por la redes circula una gran convocatoria para el domingo por la noche, como agradecimiento a los sanitarios. Ayer salieron los vecinos habituales, y estuvo también Octavio. A Sofía se le escapó su maraca roja y verde, pero esta vez no había andamios y cayó desde un quinto piso a la calle. Se hizo añicos, y menos mal que no pasaba nadie. Mi compañera le dijo que le compraría otra, y la niña, con buen juicio dijo: “cuando se vaya el bichito”. Pues ya sabemos que el bichito se irá, Sofía lo ha dicho. Buen día.