Ya somos siete mil millones
Primero dijeron que el niño que cerraba la cifra de siete mil millones era un bebé de Kaliningrado (para otros Königsberg), y luego la ONU le concedió el número a una niña filipina. La verdad es que que resulta muy complicado saber quién hace ese número, pues hay una suma-resta permanente de nacidos y difuntos, de manera que realmente no sabemos quién es el ciudadano o ciudadana número siete mil millones. Se le adjudica a alguien simbólicamente, y por eso valía más el caso anterios, por ser la histórica ciudad de los siete puentes que inspiraron el problema matemático de Euler. Hay que tender puentes. El caso es que no sé si la cosa es para celebrarla porque la riqueza sigue estando en manos de unos pocos y muchos millones están condenados a la misería. Decía un cooperante que los miles de personas que cada día cruzan la frontera sur de Somalia para refugiarse en Kenia entrarán en unos campos de refugiados de los que nunca saldrán. Terrible perspectiva, pero a la ONU le ha parecido bien dar un campanazo porque ya somos más. Inquietante siglo XXI, que empezó mal y parece que se complica, porque los países emergentes quieren crecer industrialmente, pero eso significa más contaminación, y ellos alegan con razón que tienen el mismo derecho a cargarse la atmófera y los océanos que los países desarrollados. De todas formas, larga vida al ciudadano-a siete mil millones, sea quien sea.
En vísperas del V Centenario del Descubrimiento de América, el Gobierno español -entonces presidido por Felipe González- trató de relanzar la vieja entelequia de Iberoamérica. La verdad es, veinte años después, hay que decir que ha funcionado como se esperaba, es decir, mal, o incluso podríamos afirmar que no ha funcionado. Las cosas no pueden ser forzadas, y a la retórica de la Hispanidad desde la idea imperial se pasó a una nueva retórica que albergaba la esperanza de que España sirviera de puente con la UE. Pero Bruselas se las tiene directamente con Iberoamérica, y en realidad ahora mismo el único país que le interesa es Brasil, porque puede comprar deuda y porque es un estado emergente que es mejor tener de su lado. ¿Por qué si no hay con dos años de diferencia unos Mundiales y unos Juegos Olímpicos en Brasisl? Ni siquiera la muy mediática Cuba importa a los europeos, y es que esta Iberoamérica nieta de Colón no le interesa ya ni a los iberoamericanos. ¿Para qué van a mirar hacia España y Portugal? ¿Para que les ayuden? La prueba está en que este año han faltado la mitad de los dirigentes de los países que hablan español y portugués. Fue bonito mientras duró, aunque en el fondo han sido amores a la fuerza, donde España trataba de recuperar una sombra del pasado, quien sabe si soñando con una commonwealth ibérica. Pero a estas alturas, ni si quiera la verdadera Commonwealth es lo que era, así que España lo más sensato que puede hacer es trabajar las relaciones país por país, y reforzar su embajada en Brasilia.