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Los presidentes y la teoría del caos


Según la lectura popular de la teoría del caos (que es muy cabal, compleja y profunda en el campo científico), las cosas sucederán en el futuro de una manera imposible de predecir. No se trata de adivinar, sino de tratar de acertar las consecuencias de lo que hacemos en el presente, y según esta lectura sesgada, nadie lo puede garantizar. Me dirán que para tal recado no se necesitan alforjas, pero hay quien afirma haber previsto esto o lo otro, o que lo que ha sucedido hoy ha sido consecuencia prevista de acciones que él, que es muy listo, realizó en el pasado. A toro pasado son legión los que dicen haber anunciado la caída del Muro de Berlín o la actual crisis. Lo primero es directamente mentira, lo segundo puede ser, porque eran tan evidentes los despropósitos que se cometían que hasta un ciego veía venir que más tarde o más temprano el globo explotaría. Incluso creo que los responsables preveían ese futuro estallido, pero dejaron que sucediera porque sabían que también en el desatre masivo iban a hacerse más ricos.
zzzzzzzFoto0813.JPGMe ruborizan por reflejo (léase vergüenza ajena) las flores que se echa el presidente de Canarias, arrogándose la supuesta mejora de las condiciones económicas en nuestras islas. En primer lugar, yo no veo esa mejora, y sí me hiere la pobreza que cada día aumenta; en segundo lugar, aunque en verdad estuviera empezando la recuperación, sería por la inercia de la que habla la teoría del caos, no por las acciones del Gobierno de Canarias, que no ha movido una sola ficha salvable (no vale la de echar las culpas a Madrid). En cuanto a Rajoy, más de lo mismo (ruborización por reflejo) porque hace falta tener cuajo para afirmar que las medidas de su gobierno están propiciando la recuperación. Y colijo que es el suyo un gobierno tan eficiente que ha conseguido que también mejore la prima de riesgo para Grecia, Italia y Portugal. Es decir, cuando hay mejoría (si es que la hay, que no lo sé) es por sus acciones, y si la cosa va mal es que la crisis es general, o se le echa la culpa al anterior. Pues, señores presidentes de Canarias y España, aunque no es muy rigurosa, me sigo quedando con la interpretación vulgar de la teoría del caos, porque de ustedes no me creo una sola palabra, incluso cuando se les escape alguna verdad, porque han mentido tanto que mi mente no está entrenada para creer sus sermones de autocomplacencia. Viven ustedes en otro planeta, el de los poderosos, de los cuales son sus más idóneos administradores.

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Dios nos odia, si no no se explica

zwer67.JPGLa muerte de Mandela nos recuerda cómo hay naciones que son capaces de aprovechar hasta la más remota oportunidad, y como dice el poema Invictus, «no importa lo estrecho que sea el camino». España es especialista en perder oportunidades. Perdió una después de expulsar a Napoleón, para convertirse en un adalid liberal (Fernando VII la jodió); otra en la revolución de 1968 y la I República, cuando cada cantón y hasta cada ciudad quiso ser independiente (Viva Cartagena); otra más hacia la mitad de la II República, cuando los extremismos y los poderes reaccionarios (Iglesia y poder económico) abocaron a este país hacia una guerra civil; aún así, tuvo otra oportunidad al filo de1950, cuando al amparo de la ONU pudo convertirse en una democracia y subirse al carro del Plan Marshall, pero el deseo de poder y venganza de Franco y los suyos lo impidieron; La Transición fue la quinta oportunidad en menos de dos siglos, pero el miedo y los poderes ocultos manipularon la realidad con medias verdades y olvidos clamorosos. Y es que, es verdad, Dios, que tanto está en la boca de los nacionalcatólicos, nunca ha querido darnos un Mandela. Cada día estoy más convencido de que, si Dios existe, nos odia. No hay otra explicación.

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Menos condolencias y más Mandela

Vergüenza ajena da escuchar a los prebostes españoles de la política lanzando sus mensajes de condolencia por el fallecimiento de Nelson Mandela, aparte de que los titulares de algunos medios resultan patéticos por la banalidad con que tratan un hecho así. El gran hombre sudafricano fue un espejo en el que cualquier sociedad diversa debería mirarse. Sudáfrica no es solo un país de negros y blancos; dentro de cada una de esas colectividades hay mucha diversidad, zzbFoto0774.JPGblancos de ascendencia británica u holandesa con religiones distintas, negros de al menos once etnias catalogadas con sus costumbres, su lenguas, sus credos y su memoria, además de los que se han cristianizado. Estamos ante un puzle de encaje muy complicado, y Mandela consiguió armarlo desde el liderazgo de la concordia. Escuchas a nuestros políticos hablar de Mandela y te dan ganas de vomitar, porque ese mensaje que dicen admirar lo pisotean cada día, haciendo políticas partidistas, territoriales, sectaristas y de toda laya, encaminadas siempre a desunir y a escarbar en el rencor, incluso con mentiras. Como arquetipo, son la antítesis de Mandela. De manera que lo mejor que pueden hacer es no decir una sola palabra sobre el líder africano y dedicarse a imitarlo. En este país hay demasiado rencor acumulado, pero con ser muy diverso no tiene ni de lejos la complicación de la Sudáfrica que Mandela sacó del fango del odio. No predico el olvido, digo que hay que tratar de entender al otro y mirar hacia adelante, enterrar a TODOS los muertos con la dignidad que merece cada ser humano y construir puentes hacia el futuro. Si así fuera sí creería en las palabras hipócritas que dicen nuestro políticos sobre Mandela.