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Franquicias y grandes superficies

zzzz zapaptito.JPGCada individuo es alentado por media docena de ideas; en unos casos son innegociables y permanentes, evolutivas en otros y personales siempre. Por sistema, yo sólo estoy a favor o en contra de unas cuantas cosas, poquísimas en la enorme complejidad del Mundo. He ido aprendiendo que la vida es un conglomerado de preguntas, la mayoría de las cuales tiene más de una respuesta. La cuestión es saber cuál es la mejor, y siempre habrá disparidad según desde dónde se mire. Para no entrar en metafísicas, pensemos en algo tangible, por ejemplo, los hipermercados. Está claro que las grandes superficies son buenas para sus dueños, y malas para los pequeños comerciantes; buenas porque ofrecen productos de todas partes, y malas porque ahogan la pequeña producción isleña; y a veces son buenas por los precios, y malas por la calidad, y viceversa. Las franquicias, una de cal y otra de arena, pero ya empieza a no tener sentido que alguien te traiga un regalo cuando va de viaje a otra ciudad, porque no será nada especial, en todas partes venden lo mismo. Y la pregunta vital es: ¿el comercio del futuro va a estar ocupado exclusivamente por franquicias y grandes superficies?

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Los dos conejos y la jauría

Nuestro paisano Tomás de Iriarte conocía muy bien el espíritu español cuando escribió su famosa fábula Los dos conejos, que se pusieron a discutir si los perros que los perseguían eran galgos o podencos. Entretenidos con el fragor del debate usaron sus fuerzas en hablar y no en correr, de manera que fueron alcanzados por los perros. zzzttttFoto0817.JPGEl problema actual es que quienes discuten en las alturas sobre lo que hay que hacer están bien cubiertos y nunca serán alcanzados por la jauría, y ello consumen el tiempo y el esfuerzo en ver si logran meter a uno de los suyos en la dirección del PP andaluz, ahora que se va Arenas, en forcejear sobre los plazos y los candidatos de las primarias del PSOE, y en asuntos personalistas por el estilo, mientras el Gobierno se esfuerza en cambiar leyes a martillazos y abrir nuevos debates inútiles sin que se note el cambio en beneficio del interés general. Paralelamente, se consumen horas y horas debatiendo la sanción a Cristiano Ronaldo o si la prima del cuñado de la exnovia de un famosillo anda ronroneando con tipo que por lo visto está comprometido. Y resulta que hay casi seis millones de parados, que hay alumnos que van al colegio sin desayunar, que mucha gente ha perdido el techo al que la Constitución le da derecho, que… No se mueve un dedo. En Canarias hay un 34% de desempleo, se han deteriorado los servicios sociales de manera escandalosa, no hay dinero ni para lo urgente ni para lo necesario, pero sí que aparece para los festejos de los poderosos. Y el debate es si Paulino va a ser de nuevo candidato a la Presidencia o deja paso a Ana Oramas. A eso se dedican y a no perderse una romería. Ahora dicen que Wert no irá a los Goya. Ya sabíamos que el cine y la cultura en general no le interesan, casi mejor que no vaya, ya está cubierto el cupo de hipócritas. Es decir, desde que empezó la crisis (y lleva seis años), nada se ha hecho que mitigue la sangría social y humana; eso sí, cambiaron la Constitución para pagar con dinero público deuda privada y aprobaron una reforma laboral infamante y esclavista. No sé si serán galgos o podencos, pero estoy seguro de que son perros.

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Roma traidoribus non premiat


zzzz20140124_134314.jpgEsta es una historia cuyo parecido con la realidad es pura coincidencia. Se trata del relato que da lugar a la frase «Roma no paga a traidores», que en el título va en latin porque es más solemne (dónde va a parar). Antes nos contaban en el colegio la gesta de Viriato, un valiente caudillo lusitano (portugués, para seguirnos entendiendo), y digo antes porque si en tiempos muy pretéritos se incidía en la historia desde una falsa visión de heroísmo ibérico, los sucesivos planes de estudios casi la han hecho desaparecer.
El caso es que no había manera de que la gran Roma preimperial (siglo II a.c.) llegase al Atlántico, porque, cada vez que los romanos se acercaban a Portugal, Viriato machacaba una detrás de otra las tropas de centuriones tan prestigiosos como Cayo Vetilio, Cayo Plancio y Cayo Nigido (los enumero para documentar que llamarse Cayo era para los romanos como ahora llamarse Manolo). Entonces, el cónsul Escipión mandó a otro centurión, un tal Marco Pompilio Lenas (esto ya tenía más nivel, era como llamarse Carlos Javier), con el encargo de que sobornara a tres lusitanos, con nombres de más porte: Àudax (Pedro), Ditalco (José) y Minurus (Ramírez) para que traicionaran a su líder y lo eliminaran. Cuando el trío se presentó en el campamento romano con la cabeza de Viriato y para cobrar la recompensa, el cónsul Escipión pronunció la dichosa frasecita (Roma no paga a traidores), y además ordenó: «¡Que los quiten del Mundo!»
Y los quitaron. Al menos fue así cómo me lo contaron. Ya digo, una historia que no tiene relación con la actualidad.