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El vodevil hondureño

Lo que está sucediendo en Honduras se empieza a parecer cada vez más a una película del grupo Monty Python. Zelaya, que tenía buena prensa en los primeros días después de su derrocamiento, está convirtiéndose en un personaje de vodevil, sólo que en lugar de puertas son fronteras las que se abren y cierran.
Esa entrada populista que se ha quedado a medias tiene una puesta en escena carnavalera, de no ser porque la gente del gobierno no se anda con chiquitas y en cualquier momento puede empezar la balacera. La verdad es que América Latina parece sacada del realismo mágico novelístico, todo es a medias y siempre acaban muriendo personas sin que se llegue saber quién y por qué las mataron.
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Lo único que tranquiliza algo la situación es que sea Oscar Arias quien está al frente de la mediación. El presidente costarricense, Premio Nobel de La Paz, es un hombre hábil, prudente y con nervios de acero. De él depende mucho y por eso confiamos; este es un asunto muy raro, porque ya me dirán cómo se explica que Chávez y Obama estén del mismo lado. Esperemos que el vodevil termine en risas y aplausos, porque ya saben lo que sucede apenas suene el primer disparo y caiga el primer muerto.

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Burbujas

Se habla ahora mucho de las burbujas financiera e inmobiliaria, que era algo que todos nos temíamos, por no decir que se veía venir. En realidad, siempre ha habido burbujas, es decir situaciones sociales infladas, como los felices años veinte o el milagro de los años sesenta en España. La primera reventó con el crack del 29 y la segunda en los años setenta, cuando llegó a haber una inflación de 22%.
pompa[1].jpgAhora nos tememos una burbuja audiovisual, como me anuncia alguien de mucha confianza y que sabe de esto. La televisión está de moda por la implantación de la TDT, pero todos esos canales hay que llenarlos, y mantenerlos con el mismo pastel publicitario, que ahora es menor debido a la crisis. Joaquín Estefanía también se teme una futura burbuja con la deuda pública emitida, y con todo esto combinado muchos profetizan el reventón de los clubs de fútbol, que finalmente se nutren de las televisiones, y estas de la publicitada, y estas del consumo y…
Es una cadena, hasta tal punto que cualquiera de nosotros contribuye indirectamente y sin darse cuenta a engrosar las sumas millonarias que se manejan. Pero el dinero es simplemente una abstracción, un número, y si no ahí está el euro en lugar de la peseta, el franco o el marco. En realidad, la vida es una burbuja que nos estalla en las narices con toda seguridad un día cualquiera, aunque no hay prisa.

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Carta al Cardenal Arzobispo de Tegucigalpa

Eminentísimo Sr. Cardenal don Oscar Rodríguez de Madariaga:
Es de madrugada y asisto en directo, supongo que como millones de espectadores, al intento de regreso del presidente constitucional hondureño Manuel Zelaya a Tegucigalpa. La fascinación que me produce la capacidad de comunicación que hoy existe -estoy viendo lo que sucede a miles de kilómetro de distancia y en vivo- no logra superar mi perplejidad por el cinismo de una clase dominante que trata de conservar sus privilegios.

Zelaya no es Ché Guevara, ni mucho menos. Es un miembro del Partido Liberal que ha tratado de aminorar la distancia entre una clase alta que dueña de casi todo y la gran mayoría del pueblo que apenas tiene para sobrevivir. Ha hecho algunas reformas, del tipo de las que hizo López Mateo en México en los años cincuenta, pero los ricos lo quieren todo, incluso las migajas que caen al suelo.
Como veía que sus 5 años de mandato (2005-2010) no iban a permitirle avanzar lo suficiente en las reformas, trató de cambiar la norma constitucional que impide la reelección, y para ello convocó un referéndum. Esa ha sido la disculpa para acabar con su mandato, y ahora no le permiten regresar. No sé cómo acabará esto, pero creo que la OEA y la comunidad internacional no pueden permitir este atropello, porque Zelaya es el presidente que ha elegido el pueblo.
cardenal-rodriguez-madariaga[1].jpgUsted, Señor Cardenal, ha permanecido cauto en estos días, aunque todos sabíamos que la Iglesia hondureña no se distinguía precisamente por su amor a los pobres. Nada que ver con el espíritu del salvadoreño Monseñor Romero. Pero yo confiaba en que usted daría un paso contra el golpismo, aunque era vano esperar porque de haberlo hecho tendría que haber sido antes del 28 de junio.
Yo esperaba, Monseñor Rodríguez, que usted fuese consecuente con sus declaraciones de octubre del año pasado, cuando asistió en Roma al Sínodo de obispos. Entonces hizo usted un análisis muy certero sobre las causas de la crisis, la mentira del mercado y la maldad de los que lo controlan. Parecía estar usted del lado de los más desfavorecidos.
Y me ha decepcionado. Hoy se ha puesto claramente del lado de los que no respetan la democracia. Me pregunto de qué le han servido sus altísimos estudios en Insbruck, su prestigio intelectual y su actual cargo de Presidente de Cáritas Internacional. Y pensar que estuvo a punto de ser elegido Papa cuando murió Juan Pablo II. Qué decepción.
Ahora, con la coartada de que no quiere derramamiento de sangre hondureña pone a la Iglesia del lado equivocado. No, Eminencia, esa no es la Iglesia de los pobres, y con tanta doctrina y tanta teología se olvida de la frase evangélica más clara para estos casos: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es Dios».
Recapacite, Eminencia, ya la sangre ha sido derramada, cumpla con la justicia.