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Gerifaltes reunidos… Mosqueo

A los dirigentes mundiales les ha dado últimamente por reunirse por cualquier motivo. Antaño era una cosa muy especial que un jefe de estado o de gobierno visitase otro país, y mucho más improbable que hubiera media docena o más en el mismo salón. Ni siquiera sucedía en la Asamblea General de la ONU.
Es verdad que, si nos remontamos muchas décadas atrás, los transportes eran muy lentos, y sólo salían de su territorio por extrema necesidad, o dejaban sus tronos y marchaban a las cruzadas, aunque esto le costó la corona a más de uno, como Ricardo Corazón de León. Ahora van y vienen con cualquier disculpa, cumbres del clima, reuniones del G-20, cumbres iberoamericanas, designación de una ciudad olímpica…
z ciervo_0[1].jpg(Impresiona y da qué pensar la pasividad -y esas expresiones indolentes- con que Churchill, Stalin y Roesevelt deciden en la Conferencia de Yalta el futuro de millones de personas para varias generaciones)
Mirando hacia atrás, cuando varios dirigentes de distintos países se reunían, había que ponerse a temblar: En el Congreso de Viena se repartieron Europa, y luego volvieron a hacer lo mismo en Teherán y Postdam. Todos tenemos en mente la reunión de Yalta, en la que Churchill, Stalin y Roesevelt planificaron el medio siglo siguiente en Europa. Por eso, cuando veo a muchos Gerifaltes reunidos me empieza a oler a chamusquina.

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Obama sin careta

Quienes todavía seguían creyendo que el color de la piel del Presidente de Estados Unidos iba ser un factor determinante en un cambio de rumbo ya tienen la prueba de que no. Y es lo que he dicho siempre: los dos Bush y Clinton eran rubios, Nixon y Reagan morenos, Ford y Carter pelirrojos. Da igual, ha habido presidentes norteamericanos de todos los colores, incluso albinos. Se diferencian en detalles que a veces son importantes, pero finalmente, en lo grueso, actúan siempre en interés de ellos, ni más ni menos.
zbomban.JPGRecuerden si no al mediático Kennedy, todo un mito, mucho glamour y mucha Jacqueline, pero a la hora de la verdad puso a funcionar la cuenta atrás de las ojivas nucleares, y que si no llega a colgarse del teléfono Juan XXIII, llamando a Moscú y a Washington, estaríamos hace medio siglo en una nueva Edad de Piedra. Eso sí que era un Papa y un hombre de paz, al que, por cierto, aún no han hecho santo.
zjuan23[1].jpgEn conclusión, ni negro, ni mestizo, ni nada, Obama es otro presidente, uno más. Se ha quitado la careta en la Asamblea de la ONU, cuando ha dicho que no pueden dejar a Estados Unidos la responsabilidad de sofocar todos los conflictos del planeta, que hay que arrimar el hombro. Es decir, provocan las guerras por intereses territoriales, energéticos y de dominio, y ahora Obama quiere que participemos en la pacificación. Claro está, con ello se empobrecerán los demás y Estados Unidos saldrá más fuerte. Y Zapatero está tan hipnotizado por Obama como Aznar por Bush. ¡Ah! La UE… Sí, sí, ya verán cómo al final nos embarramos todos y crecerán los cuatro de siempre, porque en Europa Alemania, Francia y Gran Bretaña también conocen los pasos del baile.

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Pompas, burbujas y futuro

Los críticos con Zapatero no se cansan de proclamar la estampida que se produce en las filas socialistas, argumentando que se debe al cansancio de los más consecuentes porque no se aclaran hacia dónde va el Presidente del Gobierno. Lo comparan algunos con al animal de tiro que camina con orejeras, sin ver más allá de lo que tiene delante de sus narices, e incluso algunos dicen que realmente está ciego. Los zapateristas más entusiastas dicen, por el contrario, de que en medio de la tormenta las ratas abandonan el barco, pero el caso es que la gente se va, y eso supone una pérdida de credibilidad del Presidente y una encrucijada muy complicada para los que creen en el proyecto socialista. Lo cierto es que a Zapatero le gusta abrir frentes cada día, y no estoy seguro de si quienes sobreviven a su alrededor están dispuestos a seguir jugando tantos partidos a la vez.
zespuma.JPGLo que no entiendo es la táctica del avestruz del Presidente. Ese optimismo enfermizo es tan peligroso como el derrotismo absoluto. Debiera tomar ejemplo de la promesa de sangre, sudor y lágrimas que hizo Churchill a los británicos. Ya sé, entonces había una guerra (creo que ahora también, aunque no se diga). Imaginen que un día Zapatero dijera más o menos: «Estamos jodidos, y ya no sé por dónde tirar; échenme una mano, porque de esta tenemos que salir juntos». Lo creeríamos y nos pararíamos a pensar. Pero es que así no hay manera, y la pujanza económica de los años anteriores está destruyéndose, explotando las pompas de aquella burbuja. Seguramente sólo era espuma.