El terremoto de los pobres
El terremoto de Haití vuelve a poner sobre la mesa las desigualdades de este planeta. Es verdad que a veces las desgracias se producen en lugares pobres, como el Tsunami de hace cinco años en el Indico, y también es cierto que contra fuerzas de la naturaleza como esa o como un volcán tremendo nada puede hacerse. No es el caso de los terremotos, cuyo daño es siempre directamente proporcional a la calidad de las infraestructuras. Raro es el año en el que Japón no sufre seísmos de 7 grados, y todo queda en algunos destrozos, pero no se convierte en una catástrofe de magnitudes bíblicas.
Esto sucede porque la pobreza también está en las infraestructuras. Cuando el terremoto de Managua hace más de treinta años ocurrió lo mismo, pero curiosamente los edificios oficiales, los hoteles de lujo y las mansiones se mantuvieron en pie. Es terrible que sucedan estas cosas en uno de los países más pobres del mundo, nadie puede evitar que la tierra tiemble, pero sí que los daños sean tan grandes. Con esta desgracia volvemos a tener constancia de que los embates de la naturaleza enfurecida pueden amortiguarse con dinero, pues solo basta ver la forma de construcción que hay en Japón o en California, donde los seísmos son frecuentes. Si mañana la tierra temblara en Los Angeles, tengan por seguro que los muertos y el apocalipsis estarán en los barrios hispanos, y en Beverly Hills como mucho se romperán algunos cristales. Qué pena Haití, ahora más pobreza y me temo que más corrupción cuando haya que administrar las ayudas, como sucedió en Managua.
Este siglo
Ya en el siglo XX, Mussolini sobrevivió a numerosos atentados, e incluso alguna vez fue herido, una de ellas en la nariz, y apareció después en público con un parche espectacular lanzando bravuconadas. Y es que esto de herir en la nariz resulta curioso, aunque sin duda es una casualidad. Los papas también han sido objeto de atentados durante toda la historia, y de conspiraciones contra ellos, pues La Iglesia imita la estructura de poder el Imperio Romano, incluido el cesarismo. Se atentó contra Juan Pablo II (también se especula sobre si la muerte de su antecesor fue un asesinato), y una personalidad como Aldo Moro murió asesinado por la Brigadas Rojas, no en un atentado al uso, es verdad, pero fue un magnicidio porque Moro era Presidente hasta cuando no presidía el Consejo de Ministros. Y ahora se ha puesto de moda decir que los autores de los incidentes (lo de de Benedicto XVI en la Misa del Gallo no fue un atentado) sean dados por locos. En todo caso, si contamos el Vaticano como parte de Italia, tiene este país un historial importante de atentados contra los poderosos en las últimas décadas. También es verdad que en España no podemos hablar muy alto, porque en el período de un siglo murieron asesinados cuatro presidentes de Gobierno, que no es mala marca, empatamos con Estados Unidos..