Día de la Memoria
En el año 2005 la ONU decidió declarar el 27 de enero Día de la Memoria, para recordar a las víctimas del Holocausto nazi. Bien está hacerlo, porque esta sea probablemente una de las salvajadas más crueles que el ser humano haya podido cometer a lo largo de su recorrido por este planeta, al menos en tiempos cercanos, porque el exterminio de pueblos y razas era una práctica habitual en los pueblos de la antigüedad, y no es raro encontrar episodios en los que los vencedores pasaban a cuchillo comunidades enteras.
Pero la llamada «Solución Final» decretadas por los nazis es algo impensable en hombres europeos después del Renacimiento, pero está visto que los avances tecnológicos y las doctrinas de los pensadores progresistas quedan suspendidos en medio del fanatismo, que puede crecer incluso en sociedades cultas y avanzadas. Alemania, la patria de Beethoven, Schiller, Durero y Hölderlin es el ejemplo más claro, y eso nos invita a mantenernos siempre alerta.
Y si bien me parece positivo recordar para no repetir aquellos tremendos episodios, también sería bueno que no descuidásemos la memoria de otras salvajadas más recientes, desde los campos de refugiados palestinos a Sevrenica, en la guerra de los Balcanes, o en Guatemala, Unión Soviética, Argentina, Zaire, Somalia, Kurdistán, México, Argelia… Demasiada intolerancia, y eso, junto al horror de los campos de exterminio nazis, es memoria de que con frecuencia se hace verdad aquello de que el hombre es un lobo para el hombre.
Y es que tienen la sartén por el mango y el mango también. Originaron el desmadre financiero y pararon el golpe con dineros públicos de todos los países, y nadie les exigió que pusieran sobre la mesa las ruborizantes ganancias de dos décadas. En alguna parte estarán, pero a buen recaudo, no entran en el juego de la crisis. Ahora, ya recuperados en su parte visible, sacan pecho y desafían a los poderes democráticos, que son los elegidos por las urnas, mientras que a los consejos de administración, que son los que manejan el cotarro, los eligen ellos; es decir, se eligen a sí mismos.
En estos días, a raíz de la tragedia de Haití, he leído y escuchado algunas reflexiones sobre la naturaleza humana que traigo hasta aquí porque me parecen importantes y a la vez terribles. Algunos han venido a decir que la tendencia humana es hacia el mal. Se apuntala esta idea con que es mucho más fácil hacer el mal que el bien, y como ejemplos ponían las cien o más formas que hay para romper un vaso y ninguna para reconstruirlo, o las mil maneras de matar y ninguna que haga resucitar.