Los neocons
Cantaron victoria muy pronto quienes pensaron que con Obama iba a iniciarse una nueva era en Estado Unido y, por influencia, en todo el mundo. Yo no sé por qué les llaman neocons, si en realidad de nuevo no tienen nada, son los conservadores de siempre, que arriman la brasa a su sardina y tratan siempre de poner de rodillas a la sociedad.
Y es que tienen la sartén por el mango y el mango también. Originaron el desmadre financiero y pararon el golpe con dineros públicos de todos los países, y nadie les exigió que pusieran sobre la mesa las ruborizantes ganancias de dos décadas. En alguna parte estarán, pero a buen recaudo, no entran en el juego de la crisis. Ahora, ya recuperados en su parte visible, sacan pecho y desafían a los poderes democráticos, que son los elegidos por las urnas, mientras que a los consejos de administración, que son los que manejan el cotarro, los eligen ellos; es decir, se eligen a sí mismos.
Estuvieron un tiempo agazapados, reorganizándose, y ahora salen con toda su artillería. Han cercado a Obama y Europa despistada, como siempre: a Italia, Francia y Alemania ya las tienen, El Reino Unido está al caer y en España han sacado a Aznar a pasear. No es que hayan vuelto los neocons, es que nunca se fueron.
En estos días, a raíz de la tragedia de Haití, he leído y escuchado algunas reflexiones sobre la naturaleza humana que traigo hasta aquí porque me parecen importantes y a la vez terribles. Algunos han venido a decir que la tendencia humana es hacia el mal. Se apuntala esta idea con que es mucho más fácil hacer el mal que el bien, y como ejemplos ponían las cien o más formas que hay para romper un vaso y ninguna para reconstruirlo, o las mil maneras de matar y ninguna que haga resucitar.
5.- Maratones televisivos para pedir dinero, y al mismo tiempo hacerse publicidad los guaperas y famosos con sus donaciones que luego degravarán a Hacienda.