Hay cosas muy raras
La intervención de la UE en países como Grecia o Irlanda, y su majadera cantinela amenazante sobre España y Portugal no deja de levantar sospechas. Alemania y Francia, ejes de la UE y de la zona Euro, se han hecho de oro maniobrando a través de sus bancos con los países menos pudientes. No les preocupa la crisis sino cobrar sus créditos, y están todo el día dando a entender que países como España son una carga para ellos. Habría que aclarar que España es un mercado de 45 millones de personas que consumen mucho, y que pagan a precios europeos, cosa que da más negocio que países con el triple de habitantes y una renta per cápita muy baja. Es decir, los alemanes y los franceses se nutren de nuestro consumo, y encima nos visitan 53 millones de turistas cada año. Lo que hacen Merkel y Sarkozy es casi extorsión, pues refinancian a intereses muy altos y en la crisis vuelven a ganar más dinero. Me hace pensar que esa perreta la tienen con Grecia, Portugal y España, tres países medios europeos porque ahora mismo no gobiernan los conservadores, aunque hayan obligado a los gobiernos socialdemócratas a hacer políticas de derechas. Irlanda es otra cosa, porque allí siempre gobiernan coaliciones, pero dado el carácter especial de los irlandeses, la UE quiere tener a ese país bien sujeto. ¿No se han preguntado cómo es posible que países muy débiles económicamente como Lituania, Chequia y hasta Polonia no tienen problemas ante la todopoderosa Merkel? Claro, hay gobiernos conservadores. Raro, y eso me induce a pensar mal.
Y la verdad es que el asunto en sí mismo es tan estúpido que casi no merece comentario, pero sí que da lugar a otras derivas. Una es que esto suceda en un país en el que Primer Ministro es el que es, hace lo que hace y nadie se escandaliza. La segunda es que me asombran dos cosas: que siga habiendo artistas y publicitarios que encuentran rompedor y modernísimo fotografiar, filmar, esculpir o pintar pubis, penes, nalgas y senos. Tuvo su gracia en los años sesenta pero ahora queda muy antiguo y resulta repetitivo y anodino. A estas alturas los desnudos tendrían que haberse normalizado. La otra cosa que me sorprende una y otra vez es que se monte tanto ruido cuando aparecen estas cosas. Tenía su punto de iconoclastia cuando en tiempos oscuros salía un desnudo en una revista o se colaba una teta en el cine, pero ahora suena a fariseismo impostado que alguien se eche las manos a la cabeza por algo que empieza a cansar de tanto verlo. Velázquez, Rubens y Goya pintaban senos, nalgas y pubis femeninos y no pasaba nada. Tenía la ilusión de que habíamos aprendido algo, pero no; ni los que lo hacen como gran novedad ni los que hipócritamente fingen escandalizarse. Qué pena.
Así era Haití hace un año. Pero encima la tierra se movió, con una intensidad que en países como Japón significaría un contratiempo (6,5), pero que en lugares de construcciones endebles es la destrucción total. También parece que a los pueblos más pobres les ha tocado habitar en los lugares más peligrosos del planeta. Luego ha llegado el cólera, y la comunidad internacional no ha cumplido lo que prometió en la conferencia de donantes, pero sí que ha habido dinero para misiles, portaaviones y tanques. La verdadera maldición de Haití es la crueldad del ser humano, lo mismo que sucede en Darfour, en el Congo, en Somalia, en Liberia o en Birmania (o como se llame ahora). Lo único que saben hacer las grandes potencias es venderles armas y expoliar sus recursos.