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¡Qué falta de sensibilidad!

Lo ocurrido con la propuesta de dar el nombre de José Vélez al Palacio de la Cultura de Telde es una muestra más de la falta de sensibilidad del consistorio. Utilizan el nombre de un artista para sus fines políticos, sin tener el menor cuidado en el daño que eso puede hacer a la imagen pública y a su propia autoestima, porque todo el mundo tiene su corazoncito. general[1].jpgEs sabido que la mayor parte de los acuerdos políticos se hacen antes de llegar a las sesiones oficiales, que es donde se escenifican. Que un ayuntamiento dé a una calle, una plaza o un edificio el nombre de alguien destacado es normal, pero cuando esa persona está viva no se puede estar jugando. La escena oficial ha de ser que se aprueba, y eso hay que saberlo antes. Cuando no hay acuerdo previo, no se lleva al pleno, porque resulta humillante para la persona homenajeada, para la gente que la quiere y para sus seguidores. Si hubo acuerdo anterior y alguien se rajó, malo; y si lo que sucede es que una fuerza política no tiene la seguridad del acuerdo y sigue adelante, peor. Pero claro, hay que sacar réditos políticos. No se puede humillar públicamente a un artista; si, en su derecho, este ahora se negara a que dieran su nombre a un edificio dirían que es un desagradecido. Yo lo entendería, es humano y han jugado con él. Aunque ahora digan salmos en latín, jugar políticamente con el nombre de José Vélez es una tremenda falta de sensibilidad cultural, política y humana.

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Se está acabando el tiempo

Z-labordeta-3[1].jpgHa muerto José Antonio Labordeta, ese maño tan simpático que hizo de la sencillez un arte. Todos cantamos alguna vez a coro su Canto a la libertad, que fue uno de los himnos de un tiempo que ya está haciendo cuentas. Hubo muchos himnos en las voces de muchos, desde Jarcha a Taburiente, con raíces populares una veces y otras menos, pero siempre con el futuro como estandarte, porque los cantautores y cantautoras de entonces ponían voz a nuestros deseos. Miguel Ríos se retira, Lluis Llach lo hizo hace unos años, Paco Ibáñez, Gullermina Motta, Raymond, Javier Krahe, Luis Pastor, Rosa León, Aute y otros tanto apenas aparecen. Queda Serrat en todo su esplendor, pero ya está también de vuelta.
Con la muerte de Labordeta se pone un nuevo candado a la memoria, porque él, como muchos, fue nuestra voz. Y ese Canto a la libertad del entrañable aragonés tiene la facultad de trasladarnos a un tiempo en el que el futuro era posible, con ese aire español y ciertas remembranzas chilenas de Víctor Jara. Aquella canción nos empujaba. Es una lástima que te vayas, amigo José Antonio; es una ley biológica, nuestras vidas tienen todas fecha de caducidad. Pero la ilusión es perpetua y se mantiene con las ideas. Y es que ahora mismo nos hace falta volver a pensar, porque tratan de robarnos hasta la esperanza. No quiero que te vayas pensando que finalmente han ganado los malos.

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Tango flamenco imposible

Viene este trabajo a colación de la publicación reciente de un disco de Diego El Cigala cantando tangos con aire flamenco, y aunque no soy experto en músicas sí que soy un buen «escuchador», y por ello a veces me molesta que se acepte que cualquier cosa es buena si va respaldada por un nombre. Ese es el caso de El Cigala, que nos dio un trabajo excelente con Bebo Valdés, Lágrimas negras, y teniendo en cuenta la personalidad que el cantante tiene y su particularísima expresividad, uno piensa que siempre hará trabajos exquisitos. Sé que tal vez mucha gente no esté de acuerdo conmigo, pero este disco no me gusta, aunque sé que ha sido aplaudido por la crítica «oficial», porque una cosa es la fusión y otra muy distinta aflamencar lo «inflamencable» (disculpen el palabro). No hay que confundir las adaptaciones que se hacen a ritmo de rumba modelo «Chichos» de muchas canciones, porque el flamenco es distinto a la parranda andaluza o a la rumba catalana de Peret y «El Pescaílla», o a las versiones flamencas ridículas de la música «pop» hechas por el Príncipe Gitano y hace poco por Pitingo, sin olvidar el «lolailo» de los Manolos.
zel_cigala[1].JPGEn las últimas décadas hemos asistido a incontables manifestaciones de música-fusión, una práctica artística que consiste en mezclar distintos tipos de música con resultados diversos, unas veces excelentes y otras no tanto. De lo bueno tenemos muchos ejemplos en Canarias, desde la época en que Taburiente metió el rock en su visión de la música de raíz, hasta las exitosas incursiones que se han hecho con el timple en manos tan sabias como las de Benito Cabrera y el llorado José Antonio Ramos. Pero hay dos géneros muy difíciles de sacar de su ámbito, y son precisamente el flamenco y el tango, que necesitan de un timbre de voz determinado, de un acento al hablar característico y de toda una mítica que, cuando se rompe, queda en nada. Y tratar de juntar precisamente esos dos palos tan excluyentes será muy valiente, osado y creativo, pero desde luego es como buscar la cuadratura del círculo.
Otra cosa distinta son las versiones que se hacen de canciones de otros géneros, y a menudo es la versión la que queda en la memoria colectiva, sepultando el original en el olvido. Ejemplos de esto los hay a docenas y tal vez los más sonados son los grandes éxitos de una voz excepcional como Frak Sinatra, a quien por cierto jamás se le ocurrió versionar un tango, porque sabía que hay cosas que por mucho talento que le pongas es muy difícil que salgan bien. Sinatra ha dejado una estela que se apuntala en canciones como A mi manera (nadie se acuerda de su creador A. Alpin), Extraños en la noche, que fue cantada originalmente por el olvidado Bert Kaempfert, o del ya legendario New York-New York, casi el himno de la ciudad en la voz de Sinatra, y pocos recuerdan que es una canción escrita para la película del mismo título de Martin Scorsesse, y cantada en la pantalla nada menos que por Liza Minelli.
ztangoOutline[1].JPGOtras adaptaciones famosas son las de El tiempo pasará, para la película Casablanca, o el conocido ragtime de Scott Joplin, que se convirtió con el tiempo en el tema principal de la película El Golpe. Estos temas eran anteriores a las películas, pero su carta de naturaleza en la memoria de todos proviene de su adaptación al cine, lo mismo que la canción Brucia La Terra, que nadie identifica como la canción popular siciliana que es y reconoce como la canción de El Padrino, que tan famosa hizo Andy Williams en los años setenta.
En cuanto al tango, muchos lo han intentado, pero nadie lo ha conseguido, y eso que la lista es larga: Caetano Veloso, Plácido Domingo, Los Sabandeños, Julio Iglesias y hasta Luis Eduardo Aute y Serrat, que ambos se han atrevido a cantar nada menos que el mítico tango Cambalache. Es evidente que todos los que están más cerca de lograrlo son los argentinos Andrés Calamaro, Susana Rinaldi y Nacha Guevara. Es que el tango es distinto, y el flamenco también, agua y aceite, imposibles de fundir, como quedó demostrado en la versión aflamencada que hizo Estrella Morente del tango Volver para la película de Almodóvar con play-back de Penélope Cruz.
zcarlos-gardel[1].jpgPor lo tanto, este nuevo disco de El Cigala pincha en hueso, y un hueso muy duro de roer como es el tango, un aire que dicen que nació en Francia, como Gardel, su principal mentor, que creció en Montevideo y se arraigó en Buenos Aires. El tango es rioplatense, porteño de las dos orillas, pues no olvidemos que uno de los tangos más famosos, casi el modelo, La Cumparsita, es uruguayo, y siempre fue el más difundido por todo el mundo hasta que Al Pacino bailó otro tango en el cine y la potencia mediática de Hollywood hizo que desplazara al anterior. El tango en cuestión es Por una cabeza en versión orquestal, aunque todo el mundo lo conoce por el tango que bailó Al Pacino en la película Perfume de mujer.
Por lo tanto, estoy a favor de la fusión de músicas diversas, pero como en una receta culinaria hay cosas que no casan, y sacar al tango y al flamenco de su ámbito es muy complicado, por no decir imposible. Aunque periódicamente se empeñan en que una figura de otro género lo adapte. A lo mejor alguna vez aciertan.

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(Este trabajo fue publicado en el suplemento Pleamar de la edición impresa de Canarias7)