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Pan y circo

La suerte ha montado un enjuague futbolístico de vértigo, y sin contar con Mourinho, que es el que sabe de calendarios. Como supongo que es imposible que no se hayan enterado, si el Real Madrid y el Barça llegan circo[1].jpga semifinales de la Champion (cosa bastante probable dado el nivel de sus rivales, aunque nunca se sabe) tendremos en menos de un mes cuatro partidos del siglo, porque se uniría a la final de la Copa y el del calendario de la liga. En el peor de los casos habrá dos partidos y en este país no se va a hablar de otra cosa. Da igual que tengamos encima la campaña electoral, que haya por ahí nubes radiactivas, que no sepamos qué nivel de seguridad tienen nuestras centrales nucleares, ni cómo va a incidir en España su participación en la guerra de Libia (porque al acudir tarde será una guerra en toda regla o no será nada), ni cuál es la política energética a medio plazo del Gobierno, ni qué propone el PP ya que seguramente no va a estar de acuerdo… Todo da igual, el debate es si Messi no sé qué, si Cristiano Ronaldo no sé cuántos, si Guardiola hizo, si Mourinho dijo (él es mucho de decir). Si el lema del imperio romano era dar a las masas pan y circo, habrá que buscar el pan porque circo ya tenemos y de dos pistas con opción a cuatro.

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La irracionalidad del fútbol

fuuut.JPGCon el cierre el mercado de invierno vuelven los titulares sobre fichajes y sueldos de futbolistas. Sabemos que el fútbol de élite, además de un deporte (cada vez menos), es un espectáculo y un negocio que sirve como soporte de la publidad, pero chirría ver que se pagan docenas de millones por un jugador y que estos cobran cantidades irracionales. Lo más triste es que hay gente que lo está pasando muy mal por la crisis y entiende que determinados futbolistas estén incómodos porque cobran menos que otros de su mismo equipo. Hace unos días escuchaba una conversación entre dos lugareños, que entendían que Sergio Ramos se reivindique en el Real Madrid porque cobra «solamente 3 millones al año» (publicidad aparte). El argumento de que la vida de un futbolista es corta no me vale, porque cobrando esas cantidades podrían vivir muy bien 200 años con el salario de una temporada. Y me parece de papanatas poner como ejemplos de buenos chicos a los futbolistas de la Selección española. Digo yo que mejor ejemplos serían cirujanos casi milagreros, científicos que se dejan las pestañas para encontrar soluciones a problemas reales o gente anónima que cada día hace un servicio a la sociedad desde su puesto de trabajo o en sus horas libres. Todos los niños quieren ser Cristiano Ronaldo o Leo Messi, se peinan igual y escupen en la calle como ellos hacen en el césped. Y lo peor es que los medios los enaltecen. Tienen un don, no cabe duda, pero estamos creando falsos dioses.

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A la aristocracia por las letras

No me sorprende que el Rey haya concedido el título de marqués a varias personas, entre ellas a Vargas Llosa y a Vicente del Bosque. Es evidente que son figuras muy destacadas en su campo de acción, pero nunca pensé que se podía llegar a nobleza escribiendo libros o jugando al fútbol. marquesss.JPGOcurre siempre en España, cuando a alguien le dan un galardón importante, detrás le cae un rosario de distinciones, es como si quienes los conceden no quisieran arriesgarse. Particularmente me llama la atención el marquesado de Del Bosque, a quien nadie le niega su talento y su talante, pero el triunfo de la selección española es el resultado de un trabajo y un estilo que viene de lejos. Aparte de los jugadores (por poner un solo ejemplo, Casillas salvó claramente dos veces el Mundial) esto viene de Luis Aragonés, que es un cascarrabias y no es especialista en atraer simpatías, pero se mantuvo en una idea, que se basaba en el estilo de juego del Barça y su ya larga política de cantera, por lo que a lo mejor hay que hacer marqués a Cruyf, que es el origen de todo. Pero España es así, y siempre llueve sobre mojado, así que a Vargas LLosa y a Vicente Del Bosque les van a caer todavía una catarata de medallas, títulos y homenajes. Y es un aviso a navegantes, así que quienes jueguen al fútbol o escriban libros saben que corren el peligro de que un día los hagan marqueses.