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¿La Riquelme desnuda? No, gracias

Larissa Riquelme es una modelo paraguaya que se ha convertido en «La novia del Mundial» por haber sido plano en los televisores exibiendo la exhuberancia de su físico en las gradas de los estadios de Sudáfrica. La belleza es un don de la naturaleza, y la belleza femenina siempre es agradable, pero a mí todo esto me parece machismo del de toda la vida, porque también Manolo el del Bombo se desgañita en los estadios y no lo han elegido novio del Mundial… Ya, ya sé, que esta chica es bella y Manolo no es precisamente un galán, pero sí que es la imagen del forofo ibérico pata negra.
aparagyayyy.jpgAhora la chica se descuelga con que si Paraguay elimina a España ella se desnuda. Pues ni por esas, porque no sería una novedad, como muestra la foto, aunque no la pongo entera para no seguirle el juego. Ya la hemos visto desnuda, y es eso, una mujer «físicamente bien constituida», que diría un médico. Y estoy hasta las narices de que cuando hablamos más que nunca de igualdad, de que la mujer no sea un objeto sexual y todo eso, haya una legión de muchachas que sigan pensando que sus atributos femeninos primarios, esos que ocultan levemente los bikinis, son el tesoro de los Incas (también es verdad que es porque hay hombres que aceptan esas reglas estúpidas, y que esas armas se han usado siempre). Y, lo siento mucho, esas partes ocultas no dejan de ser biología (o ginecología), porque el erotismo tiene que ver con otros aspectos, como la mirada, la elegancia en el movimiento o el vestir con estilo. La desnudez a mansalva es charcutería, y es una pena que los medios de comunicación den tanta cancha a un episodio que viene a ser parecido al juego adolescente de verle la ropa interior a las chicas cuando suben una escalera.
Así que, señora Riquelme, desnúdese usted si le apetece, pero piense que la admiración de la belleza es una circunstancia y nunca debe ser moneda de cambio. Ya me entiende. El fútbol es un deporte, se juega en el campo y mandan los goles. Lo que sí me gusta de usted es el nombre, Larissa, Lara, la protagonista de Doctor Zhivago, interpretada en el cine por Julie Christie. Eso sí es erotismo.

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¿Los profesores son niñeras?

Cada vez que llegan las vacaciones, especialmente las de verano, los medios se llenan de comentarios de las familias sobre qué hacer con sus hijos, como si los niños fuesen una carga que hay que quitarles de encima, cosa que hacen durante el curso los colegios. No entiendo por qué tienen hijos si luego todo son quejas por el trabajo que generan, porque un niño necesita atención y por lo visto en esta sociedad esa es una responsabilidad que sólo tienen los profesores.
aabbDSCN3019.JPGCierto es que dos meses (por ahí dicen tres, pero sólo es julio y agosto) es mucho tiempo, y estoy de acuerdo en que el curso escolar está mal diseñado temporalmente. Si estamos en Europa, deberíamos tomar ejemplo de los países más avanzados, en los que el reparto de las vacaciones es más proporcional. Pero no se engañen, esa leyenda urbana de que en España hay menos días de clase es directamente mentira; es más, España es el país de la UE que más días escolares lectivos tiene al año, aunque, insisto, creo que mal repartidos.
Los hijos son una responsabilidad de los padres y en su educación también de los profesores, pero como en España se ha abierto la veda del desprestigio del profesorado, que hasta los responsables de la Administración alientan, los padres se quejan de que tienen que cuidar a sus hijos en vacaciones. Vaya novedad, como si los maestros y maestras tuviesen que cuidarlos en la playa o en las horas de asueto. Gran parte de los problemas que hay en Educación la tiene ese empeño en denigrar al profesorado, al que se le priva de toda autoridad moral, y ahí tienen los resultados. En cuanto al diseño temporal de un curso más racionalizado, miremos a Suecia, Alemania o Finlandia, pero eso tampoco es cosa del profesorado, sino de un acuerdo entre las administraciones educativas, las familias y toda la sociedad, incluyendo por supuesto a los profesores y sus representantes sindicales, pues no olvidemos que también son trabajadores. De manera que la escuela es un lugar para la formación y la educación, pero a ver si se entiende de una vez que los profesores no son niñeras.

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La piedra como ruta hacia el cielo

Los seres humanos siempre han querido tener un enlace con lo transcendental desde que pudieron pensar. Y ya desde los albores de la Humanidad quisieron llegar a lo desconocido a través de los edificios, que formando parte de la madre tierra y habiendo salido de ella se elevaban en dirección al cielo, que es donde siempre han localizado lo que no comprenden. Hay monumentos megalíticos muy curiosos, que tenían que ver con deidades o con la conexión con el cosmos, y lo vemos en construcciones prehistóricas como las de Stonehenge, o zigurats mesopotámicos y templos en el antiguo Egipto. Salomón construyó un templo legendario, y en todo el mundo politeísta clásico hay templos, como si los dioses tuvieran necesidad de cobijarse en una construcción terrena.
xx1.JPGLas culturas prehispánicas de América también encontraron en las edificaciones una manera de conectar con algo que creían más grande que el hombre. Desde las pirámides mayas y aztecas a los santuarios quétchuas, América está llena de referencias religiosas y astronómicas, pues había una obsesión por el Sol, como en Egipto, y se ve en las celebraciones incas o en las estelas grabadas en piedra del Yucatán, o en los templos de Vilcabamba, última capital del imperio inca. Siempre la piedra y la tierra como vías de comunicación con otras dimensiones, y aunque las pirámides egipcias eran monumentos funerarios, también tenían que ver con la eternidad, por no contar las edificaciones de los celtas o los vikingos. También se daban estas construcciones en el mundo aborigen canario, que era monoteísta, un solo dios y como mucho dos, como en El Hierro que tenían un dios para los hombres y otro para las mujeres. Es curiosa la similitud fuera de toda lógica que hay entre culturas teóricamente incomunicadas en el tiempo y en el espacio. Los guanches denominaban tigotán al cielo y me llama la atención que, en el Machu-Pichu, la piedra estelar de sacrificios y que es, además, una especie de reloj de sol, era llamada tiguatana o tiguatala. Seguramente es una casualidad, pero la similitud de ambos vocablos que describen cosas relacionadas es cuando menos sorprendente.
El mundo cristiano heredó de Roma esa idea del templo, además de casi toda la estructura imperial y buena parte de sus ritos, pues el diseño jerarquizado de La Iglesia se superpone a la organización del Imperio de Constantino El Grande. Después de construcciones memorables como el templo de Santa Sofía y una generalización de templos en la Iglesia occidental durante el románico, aparece el gótico, y es ahí donde la construcción se convierte en una especie de sabiduría suprema y secreta.
xx3.JPGLa geometría es sin duda la esencia de la arquitectura, pero esa geometría, que fue abierta en la antigüedad de Euclides y Pitágoras, se convirtió en un arcano, un conocimiento para iniciados y casi un secreto que duraría siglos. Desde su primera revelación en la iglesia parisina de San Denis, el gótico se extendió por toda Europa, y se elevaron templos que respondían a reglas muy curiosas, como que su pórtico mirase al sol poniente o que en determinados días del año el Sol -otra vez el Sol- se filtrase por determinada claraboya e iluminase un lugar concreto del templo.
Los constructores se volvieron una clase aparte, que guardaba los secretos de la geometría y dicen algunos que otros saberes esotéricos. Los maestros sólo comunicaban su conocimiento a los oficiales aprendices, que en su día serían maestros, y de esa forma casi clandestina nadie descubría los secretos. Es muy conocido el párrafo que creaba distancia y desconfianza, pues el maestro decía: «Un punto hay en el círculo que en el cuadrado y el triángulo se coloca. Si conoces ese punto, todo saldrá bien, si no lo conoces, todo será en vano». Las bóvedas de cañón, el número de capillas y su orientación y docenas de detalles que hacen que no haya dos catedrales góticas iguales obedecían a propósitos previos, unos dicen que piadosos, otros que siniestros.
Es evidente que la idea general de que un templo es simplemente un recinto para reunir a los fieles no era la clave de las catedrales góticas, que a veces eran inmensos edificios en una ciudad pequeña y cuya extensión tenía que ver más con toda una filosofía que con las necesidades de utilidad. Estas ideas secretas se mantenían durante largo tiempo, transmitidas de generación en generación por los maestros a sus discípulos que serían los siguientes maestros, pues las catedrales tardaban siglos en terminarse. Y esas ideas, que siguen siendo un secreto, son las que determinan hechos como, por ejemplo, que la catedral de Milán tenga capacidad para ¡cuarenta mil personas! muchas menos de las que nunca van a acudir a un acto (y menos hace seis siglos), o que el número de vidrieras sea uno y no otro, así como los motivos de las esculturas, las gárgolas y los pórticos, los grabados de las columnas o los dibujos a veces indescifrables de las vidrieras policromadas.
Y nada se hacía porque sí, sino obedeciendo a motivos que nunca se han conocido, aunque si sospechado. En esos maestros constructores medievales está el origen de la masonería y todo este proceso entre maravilloso y ocultista está perfectamente reflejado en la novela Los pilares de La Tierra, de Kent Follet, un libro imprescindible si se quiere ahondar en este tema. Las catedrales góticas, no son meros recintos utilitarios, o al menos ese no fue el motivo de su construcción.

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(Este trabajo se publicó en el suplemento Pleamar de la edición impresa de Canarias7 el pasado miércoles)