Esto hay que leerlo hasta el final para que cuadre, porque esta semana ha sido rica en meteduras de pata. En primer lugar pongo a Arturo Pérez-Reverte, un escritor de tardío éxito de masas, después de una carrera periodística en la que se le conoció como corresponsal de guerra. Sus libros se convirtieron en bet-sellers y se le emparentaba con nuestro Vázquez-Figueroa (está visto que hay que poner guión entre los apellidos para vender libros). Sin embargo, ha conseguido que lo hagan académico y cuando salen sus libros son objeto de crítica especializada en los grandes medios, cosa que nunca ha ocurrido con nuestro paisano.
Tanta fama (no confundir con gloria) y tantos euros deben habérsele subido a la cabeza, porque va por ahí de sobrado, despachando con displicencia docenas de asuntos, y poniendo a caer de un burro a políticos, profesores, actores, escritores y en suma a cualquiera que no sea él y su fórmula mágica para construir una sociedad ideal, fómula que por cierto nunca dice cuál es. Estamos ante «Mister NO». Se burla de todo menos de su sombra, y ahora se ha cubierto de gloria en Internet llamando a Moratinos «perfecto mierda», porque se emocionó en su despedida como Ministro de Asuntos Exteriores. Nada tengo con que sea crítico con la gestión de Moratinos, pero esas no son formas; lo que demuestra el llanto del ex-ministro es que es humano, y la salida de pata de banco de Pérez-Reverte que hasta los superhombres pierden oportunidades para callarse.
Otra sonora y sonada metedura de pata ha sido la del alcalde de Valladolid referida a la nueva ministra de Sanidad Leire Pajín. Rechazo ese lenguaje machista y desde luego creo que es motivo para pedir la dimisión de un dirigente político. Al mismo tiempo, creo que la ministra de Cultura se ha equivocado al no acudir al acto de inauguración de la semana de Cine de Valladolid y al negarle el saludo al alcalde, porque mientras lo sea representa a un municipio y a toda su ciudadanía, incluso a los que no lo votaron. Esas reacciones de «ahora no te ajunto» son propias de parvularios, y una ministra tiene que saber que es una institución, y la alcaldía también lo es. Se puede discrepar todo lo que se quiera, pero nunca se debe confundir lo personal con lo institucional, ni Soraya Sáenz de Santamaría debiera equiparar libertad de expresión con insulto.
PERO LA MAYOR METEDURA DE PATA ES EL SILENCIO DEL GOBIERNO
ESPAÑOL, DEL PSOE Y DEL PP ANTE LA FLAGRANTE VIOLACIÓN DE LOS
DERECHOS HUMANOS QUE MARRUECOS PERPETRA EN EL SAHARA. LA MUERTE
INJUSTA DE UN NIÑO NO ES ASUNTO DE VOCEROS POLÍTICOS,
COMENTARISTAS INSIGNES Y ESCRITORES SOBREDIMENSIONADOS.
QUIEN NO PISA MOQUETA NO INTERESA. HIPÓCRITAS.