Nadal puede haber acertado sin querer
Rafa Nadal, en un supuesto lapsus ante los periodistas y en presencia de Federer, dijo ayer que recordaba lo embobado que se quedaba al ver pasar la cabalgata de los ¡cuatro Reyes Magos! Sí dijo cuatro, y luego lo arregló con humor diciendo que había contado también a Santa Claus. Pero mira por dónde, puede que Rafa Nadal no haya dicho un disparate, o por lo menos no hay documentos para rebatir su afirmación. La única referencia que hay de los Reyes Magos en las Escrituras canónicas aparece en el Evangelio de San Mateo, donde solamente dice que unos magos fueron a ver al Niño Jesús y que le llevaron presentes. No dice que vinieran de Oriente, ni que fueran reyes. Y lo más importante con respecto a Nadal (que por cierto significa Navidad) es que tampoco menciona el número; así que bien podrían ser cuatro, o siete, o dos. Lo único claro por el número gramatical es que había más de uno. En algunos evangelios apócrifos se dice que eran tres y hasta le ponen los nombres por los que hoy los conocemos. Por lo tanto, es la tradición y no la documentación quien manda, y Nadal se ha saltado la tradición, pero a lo mejor mañana aparecen nuevos manuscritos en el Mar Muerto donde diga que los Reyes Magos eran cuatro. Tanta fuerza tiene esa tradición que incluso existe una tumba de los Reyes Magos -según eso hasta los enterraron juntos- en la catedral de Colonia (en la foto).
En cuanto a Carlos V, no dejo de reconocer que nunca España fue más poderosa que en su reinado, pero casi todo le venía de herencia, y encima es el gran valedor del catolicismo en su guerra contra los luteranos. Fue en ese momento, a partir del Concilio de Trento y las guerras de religión, cuando España entró en un túnel del que muchos siguen empeñados en que no salgamos, y que nos condenó al vagón de cola de Europa, siendo como éramos un imperio. Si miramos bien, aunque los protestantes, anglicanos y calvinistas tampoco ataban los perros con longanizas, los avances científicos y de pensamiento tuvieron lugar fuera del ámbito católico, cuyo brazo armado era España. Estoy convencido de que momentos de cambio y esplendor del pensamiento, el arte y la ciencia como el Renacimiento o personajes como Leonardo Da Vinci no habrían podido prosperar en tierras católicas después de la Contrarreforma. Lo que ocurrió con Galileo es el paradigma de esa cerrazón, y a partir de entonces los grandes avances científicos, las rupturas artísticas o la filosofía fueron cosa de alemanes, ingleses, holandeses y franceses, estos últimos a contracorriente porque estaban en medio.