¿Ya ahora qué toca?
Después de la decepción de la capitalidad cultural, cabe preguntarse qué toca ahora. Porque en Canarias llevamos treinta años haciendo proyectos, que quedaron en eso, proyectos. Siempre se depende de que alguien tome una decisión (siempre es negativa), o de una comisión de 13 personas (6 nombradas por el Ministerio de Cultura mmmmmm…) Yo no sé que es lo que se mira para decidir la elección, pero me parece que sería lógico ver qué aportaciones tiene esa ciudad para el conjunto de Europa, porque si no es dar vueltas a la noria. Si lo que se valora es la historia, habría que dárselo a Atenas, o a Cádiz, que es la ciudad más antigua de Occidente, y si es por influencia cultural durante siglos, pues Santiago,
Salamanca (ya lo fueron) o Alcalá de Henares. Con medio milenio de historia y esos parámetros, ninguna ciudad canaria tiene posibilidades. Y si lo que se quiere es poner a Europa en el mapa (o ponerla más) nombrar capital cultural a ciudades como París, Florencia, Roma o Saltzburgo es hacer llover sobre mojado. Ya son capitales culturales desde siempre. Algo así sucede con Donostia, una ciudad con un festival de cine de primer nivel (sólo hay cuatro en el mundo), y una fama de buena mesa (muy bien subvencionada en el BOE) desde que hace 100 años Alfonso XIII veraneaba en el palacio de Ayete y se bañaba en La Concha. San Sebastián es un lugar que puede aportar las mismas cosas que cien ciudades europeas (Friburgo, Brujas, Chartres, San Petesburgo…) y todas las grandes capitales. Córdoba, sin embargo, aportaría el esplendor de Medina Azahara y Abderramán III, Segovia las huellas del Imperio Romano y Las Palmas el puente con Africa y América. Está claro, Europa quiere más de lo mismo, seguir encerrada en sí misma. Nadie pone en tela de juicio la belleza de Donostia, ni el sabor de sus pinchos, pero es como dar al que ya tiene. Dicen que esta capitalidad es una apuesta por la paz. Pues muy bien, si para que te den algo hay que crear violencia empecemos a tirar piedras a los transeúntes. Siento decirlo, pero eso es ceder a un chantaje y por eso estoy de acuerdo con Cambreleng en que ha sido una decisión política. Por otra parte -y lo digo ahora que no puede hacer daño- Las Palmas puede ser puente, pero no estoy seguro de que se hayan colocado las piedras con que vamos a construirlo. Aquí se han perdido muchas oportunidades de hacer cosas importantes, una detrás de otra, y ahora no podemos echar la culpa a un jurado reunido en Madrid. Pero insisto, San Sebastián es la última ciudad que yo habría votado.
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(De Wroclaw, la ciudad polaca que también ha sido elegida capital europea de la cultura, sabemos poco más que fue la cuna del famoso aviador de la I Guerra Mundial apodado «El Barón Rojo», pues entonces la Baja Silesia, que es donde se encuentra, pertenecía al imperio alemán. Si por entidad de nativos fuera, se podría haber tenido en cuenta que Pérez Galdós y Alfredo Kraus nacieron aquí. Claro, que ninguno de los dos derribó aviones enemigos).
Aunque no nos han explicado debidamente en qué consiste ser capital cultural europea, debo suponer que es algo bueno para la ciudad. Y desde aquí animo a que se haga el último esfuerzo mañana en Madrid, si es que hay que hacer alguno, que tampoco lo sé, porque en un proceso que lleva tanto tiempo es de suponer que el jurado tendrá a estas alturas datos suficientes, y un criterio formado después de haber visitado repetidamente las ciudades candidatas. Si Las Palmas sale elegida -que espero y deseo que sí- aplaudiré como un loco; pero lo haré en soledad, en una isla desierta para mí solo. Lo digo porque me he encontrado a muchas personas que mañana «no van a estar», porque afirman que tienen que estar en Madrid «con lo de la candidatura»; y he sabido que a amigos míos les pasa lo mismo. Así que, en consecuencia, mañana va a estar todo el mundo en Madrid, menos yo, porque por mis cuentas deben haber viajado varios centenares de personas; por supuesto, todas indispensables. Si esto es verdad, me pregunto para qué tanta gente, y si no lo es puede estar ocurriendo con la candidatura europea lo mismo que con la fiesta de la onomástica del Rey celebrada hace años en el Club Náutico, cuando eran legión las personas que aseguraban haber sido invitadas, pero que declinaron la invitación. O peor, se escondieron en su casa sin coger el teléfono para que no las vieran en otra parte a la hora de la recepción. Es más, me consta que hubo incluso quien se hizo acompañar a comprar un vestido para una fiesta a la que sabía que no iba a asistir, pero como se decía que quien no estuviese invitado «no era nadie», se guardaron las apariencias para mantener el pedigree en su círculo. Pues algo así debe estar sucediendo ahora, porque no creo que un tumulto de personas vaya a influir en el fallo del jurado.
Descubría al culpable por la manera de abotonar una chaqueta o de atar los cordones de unos zapatos. En realidad, su personaje era un cántico a la importancia de la memoria en todos sus aspectos (visual, auditiva…) La triste paradoja es que en sus últimos años padecía Alzeimer, hasta el punto de no recordar su propio nombre. No voy a decir ahora que ha desaparecido uno de los gigantes de la interpretación, aunque hizo secundarios memorables (fue nominado al Oscar dos veces) como el que bordó junto a Glenn Ford y Bette Davis en el gran clásico de Frank Capre Un gánster para un milagro. Sí voy a decir que su personaje de Colombo, vestido con una gabardina de vertedero (ahora es imitado en una serie de TVE) se convirtió en un antihéroe y forma parte de la historia de la televisión. Recordarlo nos remite a una década muy peculiar, la de los 70, la que creó referencias cinematográficas que dejaron mucha huella, como El Padrino, Cabaret, Tiburón, El espíritu de la colmena, Amarcord, Fiebre sábado noche, La vida de Brian o Taxi driver, y series televisivas de leyenda que hoy son iconos de la cultura: Kojak (el calvo de cupa-chups), La casa de la pradera, Curro Jiménez, Pipi Calzaslargas, Enredo, El increíble Hulk y, por supuesto, Colombo. El cine, los libros, la música y las series de televisión ayudan a componer la memoria que va fijando nuestra historia personal. Colombo forma parte de ella. Descanse en paz Peter Falk.