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Siempre es cuestión de fe

Se ha dicho siempre que Eros y el Thanatos son los motores de la vida, tal vez porque son dos conceptos que se basan en la incertidumbre, porque no dependen de nosotros y porque se saltan cualquier planificación previa. La literatura, como reflejo de la vida, también clava sus raíces en el amor y la muerte, entendiendo ambas ideas como el resumen de otras secundarias que finalmente zceeRRFoto0524.JPGconfluyen en el pálpito humano: la soledad, el desamor, la esperanza, la desesperación… La muerte es un enigma que nunca tendrá solución en el mundo racional, y por ello es el combustible que hace arder las religiones, las artes adivinatorias y todo lo irracional. Nunca se está seguro de si es verdad o mentira, no se puede medir o palpar, es territorio para el pensamiento y era donde trilla la imaginación. El ser humano no ve más allá de lo que le muestran sus ojos, pero se resiste a pensar que su vida es equiparable a la de un tigre o una lechuga. Se habla de dimensiones abstractas, surgen profetas, chamanes y visionarios, que incluso pueden actuar desde la buena fe, pero que finalmente están sometidos a la duda. Como hablamos de lo intangible y no demostrable, tan vulnerable ante la ciencia es una echadora de cartas como el Romano Pontífice. Unamuno quería creer pero la razón le ponía trabas; Santa Teresa entraba en un territorio que era tan resbaladizo para los descreídos como para los fiscales del Santo Oficio; Tolstoi sufría por la salvación de los hombres dentro de una creencia religiosa. Los escritores que más han escarbado en el destino del hombre han sido precisamente aquellos que han puesto en cuarentena todas las prédicas y todos los credos.

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Los linderos de la cultura

Cuando hablamos de cultura, el debate siempre se dispersa. Los filósofos se han ocupado del asunto y se ha llegado a enunciar una Filosofía de la Cultura, y siempre se ha entendido que frente a lo físico, lo tangible, Natura, está la Cultura, que viene a ser lo que se ha gestado a través del pensamiento y la actividad de los seres humanos. Desde el punto de vista de la Naturaleza, el David de Miguel Angel Buonarroti es un trozo de materia, mármol exactamente igual que el de un escalón o una lápida, con sus mismas características físicas,zsalgado.JPG su mismo valor pétreo y que daría los mismos datos ante un análisis científico; igualmente, una fotografía de Sebastián Salgado es científicamente la plasmación de formas valiéndose de luces y sombras, lo mismo que cualquier fotografía que pueda realizar un principiante. Pero es evidente que el David tiene unos elementos de los que carece el mármol solo por serlo, y las fotografías de Salgado responden a criterios distintos a los que guían al que dispara una foto entre amigos. Tal vez la diferente sensibilidad, los distintos criterios y la voluntad y destino de cada una de estas obras humanas sea la cultura, el deseo y la capacidad de distinguir, sentir e interpretar, puesto que, de diferente forma, el David responde a una voluntad distinta que el mármol tallado por labrantes para convertirlo en un escalón, pero ambos son elementos culturales, lo mismo que las fotografías de Salgado buscan, además de una voluntad de estilo, la traslación de un mensaje, y una fotografía de fin de semana en la playa quiere solamente plasmar un instante personal. Por ello, en la cultura hay que trazar linderos, pero solo para hablar y entenderse, puesto que ni siquiera los grandes filósofos de la cultura encuentran el modo de clasificar los llamados productos culturales, tales como la religión, el arte, las instituciones políticas (que también son entes culturales), la ciencia, las costumbres, el vestido, la música…

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Luis Advis, el olvidado inolvidable

zzzzFil940[1].jpgSon muy conocidos los nombres y la obra de figuras tan relevantes en la música latinoamericana (y la música en general) como Yupanqui, Guaraní, Cafrune, Víctor Jara, Violeta y Angel Parra, Viglietti, Zitarrosa… Pero hay dos nombres que son el eje de todo este gran movimiento, que fue a la vez musical, poético, político y sociológico que cambió la manera en que el mundo miraba a todo un continente. Me refiero al argentino Ariel Ramírez y al chileno Luis Advis. El primero es el autor de la Misa Criolla, una pieza fundamental en este movimiento, y de canciones inolvidables como Alfonsina y el mar, y habrá tiempo de hablar de él.
Por su parte, Luis Advis fue poeta, filósofo y compositor, y es un gran desconocido porque no subía a los escenarios, sólo escribía y componía, que no es poco. Advis tiene una obra copiosa que ha influido en toda la música popular hispánica, pero sobre todo es el autor de una de las piezas más grandiosas y estremecedoras que se hayan escrito nunca en este género: La Cantata de Santa María de Iquique. Esta magna creación fue estrenada en Santiago de Chile en julio de 1970 por el grupo Quilapayún, y por mucho que la oigas siempre llega a lo más profundo, como una sinfonía de Beethoven o una polonesa de Chopin. Es una obra que tiene partes cantadas y recitadas, y narra el asesinato de miles de mineros del salitre en la escuela de Santa María de Iquique, al norte de Chile, en diciembre de 1907.
zzquila_cantata[1].JPGLos sucesivos gobierno chilenos han mirado siempre para otro lado, y las cifras de mineros indefensos ametrallados por las tropas del general Roberto Silva Renard, con órdenes del presidente Jorge Montt (los nombres de los canallas deben ser recordados) pueden andar cercanas a las cuatro mil personas. Fueron enterradas de cualquier manera, y se tardó cien años hasta que la presidenta Bachelet les dio digna sepultura en un monumento que recuerda la terrible matanza. Luis Advis era natural de la zona de Iquique y conocía la terrible historia, aunque no constaba en los libros. Supo captar el dolor y la impotencia que se fue transmitiendo de forma oral hasta que él logró meterlos en una obra maestra. A partir de entonces, ya nada fue igual en la música popular y en la historia de Chile y de Latinoamérica, y por eso Advis es un olvidado inolvidable. La tiranía siempre se impuso con la violencia protegida: Zapata, Monseñor Romero, Camilo Torres, Ignacio Ellacuría, Las Hermanas Mirabal. Lo ocurrido en la escuela de Santa María de Iquique es un aviso a navegantes un siglo después, cuando el dinero es más que nunca el gran tirano. Por eso todos le debemos algo a Luis Advis.