¿No te interesa? Pues tiene que ver contigo
Cuando se habla de los fichajes y salarios millonarios de los futbolistas de élite, siempre hay alguien que te dice que el asunto no va con él, que el fútbol no le interesa. Cuando se hace una crítica a determinadas posturas y acciones de la jerarquía católica, también aparece alguien que dice que ese asunto de la religión no le concierne, que le da igual. Pues no es así. Un futbolista cobra una millonada (aparte de lo que ha costado el traspaso), el equipo consigue ese dinero a través de la publicidad o de los derechos televisivos, y las cadenas reúnen ese dinero nuevamente con la publicidad. O sea, que cuando se compra unas zapatillas se paga de paso el salario del futboluista que las anuncia, porque va en el precio. Algunos dirán que no usan zapatillas, pero sí toman yogourt, beben cerveza, consumen productos imprescindibles o contratan servicios diversos, que en el precio llevan el gravamen de la publicidad-televisión-fútbol. Es decir, sin darte cuenta, de tu bolsillo sale una parte del salario de Cristiano Ronaldo, del pastizal que han pagado por Neymar y hasta de los cientos de millones que los equipos deben a Hacienda y no pasa nada. En cuanto a La Iglesia, pues eso, seas o no creyente, la tremenda influencia de la jerarquía en estados como España incide en asuntos tan sensibles como la educación, la discriminación de la mujer, la libertad de opción sexual y otras muchas cosas en las que el poder eclesiástico se mete con la connivencia de las fuerzas conservadoras y la sumisión de las que se dicen progresistas. Por eso, cada vez que me entero de que ha hablado un obispo o han pagado un dineral por un futbolista, se me afilan las orejas, porque me afecta en las leyes o sé que me tocará pagar cuando compre un yogourt. Y como a mí, a todo el mundo, le guste o no el fútbol y sea o no creyente.