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La historia nos pasa por encima

zzDSCNr4166.JPGDe repente, es como si toda la historia se nos echara encima. Estamos ya en el siglo XXI y no nos cansamos de repetir que el novecento fue una grosería, una exhibición de canibalismo físico, psíquico, intelectual, social y de toda índole. Y mira que fueron crueles los pueblos caldeos, brutos los vándalos, sanguinarios los mongoles y vengativos los maoríes, pero al lado del exquisito, tecnificado y culto siglo XX se quedaron pequeños, pues nunca el hombre fue capaz de generar tanto horror, tanta miseria y tanto abuso. Cuando tomamos las doce uvas del 31 de diciembre del año 2000 pensé que, por fin, todo eso quedaba atrás, y hasta quise creer en eso de la era de acuario que tanto aventaban los charlatanes que nos llenan el zapping por las noches. Ahora Europa vuelve a ser la de Otón I, la de Carlomagno, la de Juan Sin Tierra, con Inglaterra jugando al desmarque, la de las guerras de religión de Carlos V, la del poderoso imperio alemán, que antes amenazaba con divisiones acorazadas y ahora nos apunta con el Bundesbank. Y al fondo, como siempre, el Vaticano.

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El pensamiento y la LOMCE

ztv6.JPGMucha gente cree que un sistema educativo es un listado de temas y se acabó. Para que funcione ha de tener en cuenta muchos elementos, y los psicológicos no son menores. Las siete leyes educativas que hemos tenido en los últimos años se han limitado a cambiar itinerarios, materias y temporalidades siempre a partir de la enseñanza secundaria. Eso estaría bien si se hubiera atacado la base. Pero la Primaria es prácticamente la misma y a peor desde 1971. El asunto se limita a cambiar los nombres de las asignaturas, a engordar la industria editorial de libros de textos (la mayor parte inútiles y sin sentido pedagógico) y a cambiar una y otra vez los conceptos burocráticos de la programación, invirtiendo horas y horas en chorradas que luego no tienen repercusión en el aula. Diría que cada nueva ley empeora la anterior en Primaria, y la LOMCE es sencillamente un disparate. No hablo de ideologías, dejo aparte el asunto de la religión, me olvido de pública y concertada. Todo eso también, pero ahora hablo de lo estrictamente técnico. Todas estas leyes se han hecho de arriba hacia abajo, sin contar con quienes están en el tajo, y si ya con la LOE el sistema se resquebrajaba por la base, ahora será un sindiós. No hay un sistema que enseñe a pensar, a deducir, a crecer, y no va a haberlo. Si a eso añadimos los otros elementos ya mencionados, es fácil entender que quienes se plantean una educación eficaz y profesional se echen las manos a la cabeza y se opongan a la soberbia política del ministro Wert. No es posible aprender a pensar con este sistema, y para remacharlo arrasan con la Filosofía en las estapas posteriores. Ya no sé si es torpeza o maldad.

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Huelga de profesionales contra aficionados

Escribo la víspera de la huelga de la Enseñanza para unirme a ella y no escribir el día 24 de octubre. Y entiendo que es toda la sociedad la que se opone, aunque ya desde las almenas del gobierno y medios afines emponzoñan y hablan de que es una huelga laboral encubierta, dirigida por los sindicatos rojos y demás. Es decir, no cuenta el alumnado, los padres y los sectores que se han pronunciado en rechazo de una ley destructiva, la LOMCE. Y si en última instancia fuese como ellos dicen, también sería legítima, porque sería una huelga de profesionales contra aficionados que ejercen de ministros una temporada gracias a un carnet político o unas simpatías del Presidente. Lo mismo ocurre en Sanidad, cuando el personal sanitario se opone a diletantes que lo único que persiguen es privatizar y ganar dinero, no prestar un servicio público.
zzzjjj1.JPGY es que los aficionados dan miedo. Cuando voy en un avión, en la guagua o en un taxi, me pongo en manos de una persona profesional, lo mismo que confiamos en los ingenieros cuando atravesamos un túnel, en los peluqueros cuando nos cortan el pelo y en los médicos cuando nos recetan un medicamento. No vamos igual de tranquilos cuando quien conduce es alguien con el carnet reciente o si somos invitados por un amigo a comernos una paella que es su primera aventura culinaria. Y es que la profesionalidad da confianza. Y si nos paramos a pensar, los políticos solo son profesionales de la política (justo lo que no deberían), y aunque se rodeen de técnicos son los que tienen la última palabra. En una democracia, una profesora de Filosofía puede ser ministra de Obras Públicas, un Músico ministro de Defensa, un médico Gobernador de un estado y un químico Presidente del Gobierno. Ah, y un analfabeto funcional alto cargo de cualquier cosa. Ya ha ocurrido. Es decir, la última palabra la tiene siempre alguien que no es profesional.
zzzjjj2.JPGEntonces hemos de convenir que estamos en manos del azar, y una vez más se escenifica la lucha de siempre: profesionales contra aficionados. Lo más triste es que estos últimos suelen tener el poder y en lugar de servir a la gente sirven a quienes los ha puesto ahí para su beneficio. Y en todo caso, los padres, las madres y el alumnado, de alguna forma son profesionales de lo suyo.