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Los intelectuales y la política

www.jpgPara empezar, tengo que decir que la asignación de la palabra «intelectuales» a la gente de la cultura me parece una perversión, pero es una manera de entenderse. Intelectual es toda aquella persona que piensa, es decir, toda persona, lo que sucede es que quienes tienen un nombre por razones artísticas tienen más cancha a la hora de hablar. Nada más, porque tampoco poseen más información que cualquier otro ciudadano, y a menudo se sobrevalora su capacidad de análisis, puesto que se puede ser buen pintor, excelente músico o excelso poeta y carecer de dotes para enfrentarse a datos diversos que conduzcan a una posible conclusión. En todo caso, lo que hacen los intectuales es posicionarse, como cualquier otro ciudadano, pero no deben ser faro de la política. Otra cosa es el pensamiento.
Antes se hablaba mucho de los intelectuales y el poder, luego ese debate se circunscribió a épocas de elecciones y ahora ni siquiera se plantea. Hay quien confunde el poder con la política, y quien mezcla ambas con la corrupción intelectual, la venta del alma y la adicción al chocolate del loro. Eso sucede cuando el poder cree que trata con verdaderos intelectuales, porque a estos no les gusta el chocolate y los loros son habladores sin ideas, sin cerebro, sin intelecto.
Habría que plantearse y contestar en primer lugar algunas preguntas. El poder en una democracia es el ejercicio legítimo de la voluntad mayoritaria, la política una actividad mental y social en la que todos estamos imbuidos y el intelectual es aquella persona que tiene la capacidad de crear opinión, aunque sus méritos no sean mayores que los de otros que carecen de audiencia. Todo esto no tiene por qué ser corrupto, aunque a veces lo sea. Pasa lo mismo que con cualquier actividad humana; puede haber un profesor corrupto que aprueba o suspende a su alumnado por razones ajenas a las académicas, o un médico, un taxista, una enfermera o un labrador que trangredan la ética.
¿Quiere esto decir que todos los profesores, médicos, enfermeras, taxistas y labradores son corruptos? Claro que no, pues la corrupción como la virtud, la desidia o la decencia tienen que ver con la persona, no con las características de lo que hacen. Es evidente que hay actividades corruptas por naturaleza, pero en las demás hay de todo, y no tienen por qué ser más corruptas que otras la política o la intelectualidad cuando está el poder de por medio. ¿Por qué si algo tan noble y excelso como la maternidad puede corromperse alquilando el propio útero para el hijo de otra está tan mal vista la relación entre los intelecuales y la política?
Bertolt Brecht fue un gran autor que siempre estuvo luchando por sus ideales, apoyó el régimen de la República Democrática Alemana y hasta dirigió una serie de actividades teatrales que estaban subvencionadas por el gobierno de Berlín-Este. Es un caso en el que la política, el poder y el intelectual respiran el mismo aire. Si eso sucede en Occidente se le mira con lupa, pero hay que pensar que si el Partido Comunista francés hubiese gobernado en París seguramente Sartre habría colaborado con él. José Martí creyó en la independencia cubana y murió en la guerra de hace más de un siglo, pero si hubiese sobrevivido es probable que hubiese estado junto al poder cubano, y sería corrupto si se hubiese vendido a la dependencia norteamericana, porque habría cambiado de caballo en plena carrera.
La deducción es evidente: un artista o un intelectual debe ser independiente, es decir, debe ser honesto consigo mismo, con sus ideas y su manera de concebir la sociedad en que vive. Esto nada tiene que ver con el poder, sino con la reflexión y la creación. Y no hay corrupción en el artista o creador que en determinado momento ejerce una acción política, porque es la suya, porque coincide con su manera de pensar. Y ahí termina toda relación, pues si esto se hace en función de beneficios personales que puedan lograrse posteriormente empieza a entrarse en el callejón sin salida de la corrupción. Entonces sí. Hay, además, creadores e intelectuales que se mueven en la política activa, más allá de la reflexión o la crítica, y esto se ha visto más en América, donde grandes creadores fueron diputados, embajadores e incluso presidentes: Rubén Darío, Pablo Neruda, Octavio Paz, Rómulo Bethencourt… Vaclav Havel, autor dramático, fue presidente de la República Checa; Rafael Alberti, Carlos Barral, Ortega y Gasset, Pérez Galdós y tantos otros fueron diputados, y Federico García Lorca recorrió media España promocionando el teatro clásico con su «Barraca», pagada por el gobierno de la II República. ¿Eran corruptos y pesebristas todos estos?
El poder busca ocuparlo todo, es su oficio, como el ladrido en los perros. Manejar políticas culturales hace que el poder pueda atribuirse funciones de creación de pensamiento, y los intelectuales que le sirven de paraguas no hacen bien. Asunto distinto es el credo de cada uno, y ahí la palabra coherencia es fundamental.
Por ello, hay que ser cuidadoso, porque casi siempre son más corruptos quienes esperan calentarse a cualquier sol, y no acabo de fiarme de los artistas e intelectuales que dicen a boca llena que la política no va con ellos. Claro que va, los intelectuales son tan políticos como los diputados, y si no que se dediquen a otra cosa, pero hay que ser coherente, pensar en colectivo y no acercarse al poder para medrar sino para sacar adelante un proyecto, siempre que coincida con la idea que el intelectual tiene. Los que no quieren saber nada de política son los que sólo piensan en sí mismos y esa es la mayor corrupción que existe.
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Este artículo se publica hoy en el suplemento Pleamar de la edición impresa de Canarias7. A veces los intelectuales, sin querer o queriendo, comprometen su propia vida; por eso en la imagen aparecen García Lorca, José Martí y Miguel Hernández.

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La enseñanza

Resulta sorprendente la información que aparece en el Canarias7 de ayer, con referencia a la capacidad del niño de ocho años Nakul Goel para hacer cálculos metemáticos en segundos.
Foto0349.jpgEs evidente que el cerebro humano es una máquina con unas posibilidades aún desconocidas, y que debidamente adiestrado es capaz de muchas cosas. Lo que me sorprende es que existan esos métodos y no se generalicen, que quien lo domina haga cursos a los docentes para que estos puedan usarlo en el aula.
Por lo pronto, la expresión más usada en cuanto a la educación es el temido «fracaso escolar». Y es que ya la escuela no representa lo que siempre fue, porque la sociedad le ha perdido el respeto. Por otra parte, cada dos por tres se introducen cambios en el sistema, que no duran ni una generación. Tanta especialización en primaria puede que no haya sido una buena estrategia, y hay corrientes pedagógicas que afirman que esos cambios de profesores dispersan a los niños. Puede ser, por eso habría que sentarse a pensar en acciones efectivas que estén por encima de la creciente burocratización de la enseñanza.

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Ciudadanía en arameo

Si les digo la verdad, no entiendo cuál es la razón por la que la asignatura de Educación para la Ciudadanía tiene tantos detractores, desde la Iglesia Católica hasta algunos gobiernos autónomos del PP.
Aleph1.jpgSe supone que en esta asignatura se enseñan valores democráticos y de convivencia, se forma en la tolerancia y la no discriminación, se busca, en fin, educar ciudadanos y ciudadanas democráticos. Pero no quiero entrar en el tema, que para mí está claro, sino en las decisiones rayanas en la locura que se están tomando en algunos territorios. De verdad, creo que por ahí anda mucha gente con cargos de responsabilidad que no se está tomando la medicación.
Y es que ya es rizar el rizo -y entra en el territorio del disparate- que la Comunidad Valenciana haya determinado que la Educación para la Ciudadanía ha de impartirse ¡¡¡EN INGLÉS!!! Sí, sí, algo inexplicable, porque en Secundaria, los profesores de Filosofía y los de Historia -que son los habilitados para impartirla- puede que no hablen la lengua de Shakespeare. Por esa misma razón, la asignatura de artes plásticas debería impartirse en italiano, francés o ruso, según qué escuela pictórica se vaya a seguir, que esa es otra. Los entrenamientos de fútbol serán dirigidos en portugués con acento brasileño (para eso son más campeones del Mundo que nadie) y la música clásica en alemán, por lo de Bach, Mozart y Beethoven.
Por cierto, la Religión Católica se debiera impartir en latín, aunque los más puristas montarán el pifostio alegando que ha de ser en arameo, que era la lengua que hablaba Jesucristo; aunque lo que está en arameo es la cabeza de algunos.
(El gráfico es el Aleph, el primer signo del alfabeto arameo)