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No nos hagan cómplices de sus errores

Los políticos se aprovechan de la desmemoria, creen que la gente no se acuerda de lo que ellos dijeron, y la verdad es que algo de eso hay, porque si no no se explica que algunos sean elegidos una y otra vez. Pero eso incluso lo considero normal, lo que ya me parece atrevido es pretender hacer desmemoria de lo que han hecho o dicho los demás. Digo esto, porque últimamente la mayor parte de nuestros políticos (bueno, «nuestros», la verdad es que cada uno es de su padre y de su madre) andan por esos medios haciendo tabula rasa de lo que se ha dicho durante años, descubriendo el Mediterráneo y haciendo que no podamos confiar en quienes así se conducen.
wfg.jpgComo ejemplo, hace unos días, en un programa de radio local, un destacado y conocidísimo político (no digo el nombre porque no quiero hacer recaer solamente en uno el pecado de muchos) vino a decir: «Hemos vivido en la ceguera, creyendo que con el turismo y la construcción íbamos a seguir creciendo eternamente. La crisis nos ha revelado que tenemos que diversificar la actividad económica y recuperar sectores como la agricultura que hemos ido abandonando».
¿Me lo dices o me lo cuentas? De repente se han caído del caballo, pero ese camino de Damasco venimos recorriéndolo algunos durante décadas. Desde hace diez, quince, veinte años, muchos lo hemos puesto por escrito y lo hemos proclamado en cuantos foros se nos ha dado voz. No hacía falta ser visionario, lo decía mi abuelo y lo repetía cualquier campesino que conoció otros tiempos. Es de Perogrullo. Hacer del turismo y la construcción un monocultivo es lo mismo que las etapas del vino, la cochinilla o el plátano y el tomate. Es de lógica elemental no poner todos los huevos en el mismo cesto.
Por lo tanto, señores políticos, asuman sus errores y no nos hagan cómplices de su ceguera o, lo que es peor, de su connivencia interesada. Ahora, en plena crisis, es más complicado cambiar el paso, pero más vale tarde que nunca, y ojalá no se vuelva a las andadas, aunque me temo que, como ha pasado en el último cuarto de siglo, esto es predicar en el desierto, porque cuando vuelvan las vacas gordas -que volverán tarde o temprano- se reproducirá el mismo error que llevamos cometiendo durante cinco siglos.

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El medio condiciona

Se ha dicho muchas veces que el medio es el mensaje, y es cierto a medias, pero lo que sí es verdad es que estamos mediatiados por los objetos que utilizamos. Se nos hace difícil pensar cómo nos localizábamos hace veinte años, cuando no había móvil, un instrumento que de alguna manera nos ha esclavizado, y si se te pierde o se te rompe el móvil es como si te cortaran un brazo.
Teclado-de-ordenador-28283[1].jpgCon la informática pasa igual. En estos días, vivo y escribo erráticamente porque se ha estropeado mi ordenador, el de todos los días, aquel en el que tengo los programas que sé utilizar y que ya son herramientas indispensables. Escribo ahora con el portátil de emergencia, que es un buen aparato, pero es distinto, no sólo en su programación sino en la manera física de usarlo. Y eso me pone en tensión porque no me ralajo al escribir, estoy pendiente del funcionamiento del aparato.
Por eso les ruego disculpen si en estos días la parte visual no es muy lucida. Se me escapa el programa de tratamiento de imágenes de este ordenador, y no controlo tamaños y cosas así. Espero que en un par de días vuelva todo a la normalidad.

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Las tertulias las carga el diablo

La tertulia estaba en su apogeo cuando me incorporé a la mesa. Uno de los contertulios hablaba maravillas de algo o de alguien:
-Es el soberano máximo de su tiempo.
alejandro.JPG-Por supuesto -añadió otro- es el Napoleón de la antigüedad.
-El Felipe II creador de una civilización -intervino un tercero.
-Fundador de un imperio, no lo olvides -recalcó el anterior.
-Un estratega único, el Gran Duque de Alba de su época -remachó otro.
-Y por si fuera poco, le llamaban el Magno -dijo triunfante el primero de todos.
Uno de ellos se me quedó mirando, porque yo no había dicho nada, y me preguntó:
-Es que tú no tienes nada que decir?
-Hombre yo… -titubeé- ya que han dicho soberano, Napoleón, Felipe II, fundador, Gran Duque de Alba, Magno… supongo que hablan de coñac.
Se molestaron porque por lo visto estaban hablando de un tal Alejando de Macedonia, más conocido por Alejandro Magno, y ya se enfurecieron cuando yo aporté:
-Y qué guapa era su esposa, la reina doña Marie Brizard.
Si se creían que yo iba a quedarme atrás van listos. Y eso que nada hay peor que llegar tarde a la fiesta, pero así y todo a mí no me callan.
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La foto es una vista de Alejandría desde el Paseo de Tomás Morales.