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Las cabañuelas y el Zaragozano

Hoy es Día de San Lorenzo, dicen que tradicionalmente el día más caluroso del año. También estamos en época de las cabañuelas de agosto, que es la observación de la nubes, el viento y otros elementos de cada uno de los 12 primero día del mes, que se corresponderán según la interpretación con el tiempo que hará los siguientes doce meses. Luego, del 13 al 24 se interpreta el tiempo a partir de diciembre y en sentido descendente. Dicen que la combinación de ambas predicciones clava la predicción de la meteorología del lugar.
nieve1.jpgEsto viene de la cultura popular, que nada sabía de isobaras, anticiclones y corrientes de chorro. Había antaño -creo que aún circula- el llamado Almanaque Zaragozano, que los campesinos compraban siempre cada final de año. Por ello no era raro escuchar en los campos frases como «el próximo febrero va ser muy seco», «el frío va a aguantar hasta mayo», y hablaban con convencimiento.
Si las predicciones del Zaragozano o de la cabañuelas se hacían realidad es algo que nunca he podido comprobar, porque resulta difícil creer desde el conocimiento científico que se pueda afirmar que el 21 de enero va a llover, cuando lo meteorólogos dicen que sólo se puede predecir con unos pocos días de antelación, y aún así el tiempo puede cambiar y hacer fallar el pronóstico. Pero, bueno, tal vez haya otros parámetros que conocen los campesino e ignoran los meteorólogos, como el sonido del crujir de la madera, por señalar uno solo de los elementos que ellos tienen en cuenta.

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¡Bill, revoltoso, a la cama sin postre!

La reciente visita de Bill Clinton a Corea del Norte y su entrevista con el dirigente Kim Jong-il, un personaje que parece sacado de un cómics de los años cincuenta, nos devuelve a la realidad de que la política es una gran pantomima. Corea del Norte, que ha anatematizado a los norteamericanos en reciprocidad con lo que ha hecho Washington, llega a un acuerdo con Clinton para liberar a dos periodistas norteamericanas.
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La Casa Blanca se apresuró de entrada a echarse a un lado diciendo que era una iniciativa personal de Bill Clinton, y yo me tengo que creer que Kim Jong-il, sin preparativos diplomáticos previos ni la implicación de Obama, recibe a un e -presidente norteamericano (que funcionan como grandes embajadores plenipotenciarios del Presidente en vigor), y que, para más gracia, es el marido de la Secretaria de Estado, segunda persona de peso en política exterior del Gobierno Federal.
Luego, Bill llega a casa con las dos periodistas rescatadas (ya conoceremos el precio) y Hillary le suelta aquello de «Oh, Bill, qué has hecho, en menudos compromisos me pones». Y tras la bronca, manda a Bill a dormir sin postre y ya está. Obama, por supuesto, a lo suyo, no va con él que nada menos que Bill Clinton se presente en Pyongyang, por la cara, y como este Bill es tan revoltoso ha vuelto a romper el tarro de la mermelada.
Ya, y los burros vuelan. Al final, han tenido que admitir que era una gestión amparada en eñ Gobierno. No sé a qué están jugando, pero en los días que se cumplen los aniversarios de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, no me creo que la Administración Obama no esté en el asunto, precisamente cuando está de por medio un dirigente díscolo que se entretiene haciendo estallar misiles nucleares.
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Nota al margen 1: Podrían tomar nota en España del valor político que tienen los ex-presidentes, a los cuales aquí se les arrincona y, en palabras de Felipe González, son como jarrones chinos «que dicen que valen mucho pero que nadie sabe dónde colocarlos». La verdad es que ellos tampoco se esmeran en colaborar.
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Nota al margen 2: La foto podría ser una composición de la bandera americana, pues juega con sus mismos colores, pero no, no es una bandera. A ver fíjense bien…¡Exacto! es ¡UN CULO! (ya saben lo que significa).