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¡Bill, revoltoso, a la cama sin postre!

La reciente visita de Bill Clinton a Corea del Norte y su entrevista con el dirigente Kim Jong-il, un personaje que parece sacado de un cómics de los años cincuenta, nos devuelve a la realidad de que la política es una gran pantomima. Corea del Norte, que ha anatematizado a los norteamericanos en reciprocidad con lo que ha hecho Washington, llega a un acuerdo con Clinton para liberar a dos periodistas norteamericanas.
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La Casa Blanca se apresuró de entrada a echarse a un lado diciendo que era una iniciativa personal de Bill Clinton, y yo me tengo que creer que Kim Jong-il, sin preparativos diplomáticos previos ni la implicación de Obama, recibe a un e -presidente norteamericano (que funcionan como grandes embajadores plenipotenciarios del Presidente en vigor), y que, para más gracia, es el marido de la Secretaria de Estado, segunda persona de peso en política exterior del Gobierno Federal.
Luego, Bill llega a casa con las dos periodistas rescatadas (ya conoceremos el precio) y Hillary le suelta aquello de «Oh, Bill, qué has hecho, en menudos compromisos me pones». Y tras la bronca, manda a Bill a dormir sin postre y ya está. Obama, por supuesto, a lo suyo, no va con él que nada menos que Bill Clinton se presente en Pyongyang, por la cara, y como este Bill es tan revoltoso ha vuelto a romper el tarro de la mermelada.
Ya, y los burros vuelan. Al final, han tenido que admitir que era una gestión amparada en eñ Gobierno. No sé a qué están jugando, pero en los días que se cumplen los aniversarios de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, no me creo que la Administración Obama no esté en el asunto, precisamente cuando está de por medio un dirigente díscolo que se entretiene haciendo estallar misiles nucleares.
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Nota al margen 1: Podrían tomar nota en España del valor político que tienen los ex-presidentes, a los cuales aquí se les arrincona y, en palabras de Felipe González, son como jarrones chinos «que dicen que valen mucho pero que nadie sabe dónde colocarlos». La verdad es que ellos tampoco se esmeran en colaborar.
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Nota al margen 2: La foto podría ser una composición de la bandera americana, pues juega con sus mismos colores, pero no, no es una bandera. A ver fíjense bien…¡Exacto! es ¡UN CULO! (ya saben lo que significa).

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A buen entendedor…

No es que no quiera dar nombres o decir las cosas claras, lo que pasa es que ocurre tantas veces que decirlo de una de ellas, y de una persona, es apuntar con el dedo a alguien que está haciendo lo mismo que todos. Pero no deja de ser grave irresponsabilidad. Me explico:
piedra.JPGEstar en la política u ocupar cargos públicos, de mayor o menor calado, tiene generalmente dos elementos. Por una parte está la gestión y por otra la representatividad. Un político no debiera olvidar nunca que cada uno de los actos, cada una de las palabras, cada movimiento en el ejercicio de sus funciones se hace en nombre del pueblo soberano, que es quien deposita el voto del que emana toda la legitimidad.
Por ello una de las cosas que hay que cuidar es la lengua, y últimamente parece que esta anda muy suelta. No sólo dicen tonterías sino que a menudo cometen torpezas de un calibre descomunal. Bla, bla, bla, como la lengua en España no paga impuestos, se habla a lo loco, y cualquiera puede hacerlo pero no un cargo público, y si arguyen la campechanía diría que tampoco, porque cualquier palabra está dicha desde la representatividad.
Como dijo aquel, y que se lo aplique, ¿por qué no te callas?