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Madrid 2016 y Gallardón

No estoy muy al tanto de las corrientes y las rivalidades que hay en el PP, aunque tengo que confesar que Gallardón me cae bien, seguramente porque sólo tengo su imagen televisiva, que durante ocho años ha estado unida a la candidatura de Madrid para ser sede de los Juegos Olímpicos, primero de 2012 y ahora de 2016.
Aunque no hay fórmulas matemáticas en la política, suele ocurrir que cuando alguien pone mucho empeño en algo muy grande, une su destino al éxito o fracaso de su empresa. Así pasó hace cuatro años, cuando en Singapur Londres desplazó a Madrid. Creímos que Gallardón estaba acabado, pero él se encaramó en una huida hacia adelante y armó una nueva candidatura, la de ahora, que tiene el problema de que nunca se han celebrado dos juegos seguidos en el mismo continente. Pero vaya usted a saber, una vez es la primera.
2016a.jpgEl caso es que mañana se decide en Copenhague dónde serán los juegos de 2016. La competencia es fuerte, incluso más que en 2005, y encima la candidatura de Chicago va a ser defendida personalmente por el emperador Obama, el hombre de moda. Cruzo los dedos para que salga Madrid, y no quisiera estar ahora mismo en la piel de Gallardón. O sí, porque a lo mejor gana.

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La margarita de la vacunación

Ustedes dirán que insisto demasiado en lo de la gripe A, pero es que ando muy confuso. Por un lado hay un gran despliegue mediático en torno a las noticias sobre el asunto, el estado de la vacuna, la campaña masiva de vacunación que están haciendo en Estados Unidos, las apariciones de la Ministra en programas distendidos como el de Buenafuente para quitar hierro, al tiempo que en un programa de canal Cuatro dicen que el virus N1H1 está emparentado con el de la peligrosísima gripe española de 1918 que dejo cien millones de muertos, aunque otros quieren dar la idea de que no es una pandemia muy letal.
LAUTREC.jpgEs decir, una de cal y otra de arena. Durante unos días hay hasta sobreinformación en todos los sentidos, y luego hay silencios de hasta semanas en los que parece que ya no hay gripe. Y a estas alturas uno no sabe si debe vacunarse, porque no se ponen de acuerdo sobre eso, hasta el punto de que algunos médicos aseguran en privado que ellos no piensan vacunarse.
Luego están las idas y venidas por Internet, donde hay una especie de clima de conspiración, donde se habla de un plan para exterminar a dos tercios de la Humanidad. Parecen proyectos de los malos de los cómics, una conspiración del Lex Luthor de Supermán, del Jocker de Batman y de un extraterrestre en forma de lagarto. Algo inverosímil, pero que crea inquietud. Y a todas estas, tampoco sabemos si estamos o no en un grupo de riesgo, asunto que tampoco está claro.
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(La ilustración es el retrato de Monsieur Fourcade. Ya sé que nada tiene que ver con la gripe A pero, ¿que prefieren? ¿Una foto difusa y abstracta de un supuesto virus al microscopio,o contemplar un magnífico dibujo de Henri de Tolousse-Lautrec? Pues eso).

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Charlatanes en tiempos de oscuridad

Me asombra la facilidad que con frecuencia se encadenan causas y efectos. No pretendo discutir evidencias que están muy contrastadas, como que cargar mucho peso afecta a las vértebras, que si se reduce la toma de alcohol bajan las cifras de accidentes de tráfico o que la sobreexposición al sol puede incidir en las enfermedades de la piel. Sí digo que hay infinidad de supuestos estudios, declaraciones y majaderías que se lanzan a la buena de Dios y luego hay gente que lo cree a ciegas.
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Por ejemplo: ahora dicen que en los países donde se practican castigos corporales a los niños el cociente intelectual medio es menor. Supongo que serán muchos los parámetros que habría que medir, porque en la inteligencia influyen muchos factores, sean psicológicos (el castigo), mediambientales, de alimentación, el clima… Asignar directamente la relación causa-efecto a un solo factor sencillamente no es serio.
Y así andamos cada día en un bosque de afirmaciones supuestamente correctas, que alguien ha dicho y luego se han consagrado popularmente, y se escuchan sentencias de este tipo: «los rubios son más extrovertidos», «comer rábanos impide la calvicie», «ducharse por la noche aumenta el reúma», «las mujeres pelirrojas son más generosas», «mirar hacia la puesta de sol al atardecer mejora la depresión»… Les aseguro que estas afirmaciones y otras muchas, sin verdadero apoyo científico ni estadístico, circulan por ahí e incluso rigen la vida de muchas personas, y por eso hay otras que se aprovechan de su credulidad y a menudo de su desesperación. Está claro que en tiempos de crisis los charlatanes hacen su agosto.