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Alertas y temporales

Esto de los temporales y las alertas son una muestra de que nunca llueve a gusto de todos (nunca mejor dicho), porque hay quien se queja de que no hubo previsión en los anuncios y otros de que se alarma a la población por nada. Creo que estos últimos deberían pensar en la gente que ha tenido grandes pérdidas en las lluvias pasadas, o la desgracia ocurrida en Madeira.
zvvvv.jpgAnunciar que viene una tormenta ayuda, porque uno puede ponerse a salvo o no desafiar a un peligro que desconoce. Lo complicado es cuando se ignora ese peligro, porque uno piensa que si está en su casa, con las puertas y ventanas bien cerradas estará a salvo. Pero ocurre que en las últimas décadas aquí se ha construido de aquella manera, incluso en las salidas naturales del agua, que reclama su paso cuando llueve, y a veces no es suficiente con una canalización en tuberías, porque, demás, juega en contra la escasa limpieza de los barrancos.
En Gran Canaria, cuando viene tiempo de sur-suroeste (que es el que da agua bruta), casi siempre llueve en las vertientes orientadas a esa zona, pero me pregunto si canalizaciones como la del Guiniguada en Las Palmas absorberían la riada si cayeran esos 200 litros en su vertiente. En los años cincuenta, con el barranco a cielo abierto, hubo uno de esos temporales y el agua llenó por completo el enorme cauce de entonces. Y contra esos errores urbanísticos las alertas sólo sirven para echar a correr hacia un lugar más elevado.

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Malos tiempos para Hare-Krisna

Nuestra sociedad ha llegado a un punto de zafiedad alarmante. Y tengo que acusar claramente a las personas con responsabilidad y a los medios, especialmente la televisión, que permiten que estos comportamientos, actos y actitudes sea ya casi la normalidad. Luego nos quejamos de que un niño de nueve años ponga patas arriba a todo un colegio, o que unos padres pidan ayuda pública porque incluso tienen miedo a sus hijos, por no volver sobre el calvario que sufre cada día el profesorado con todo tipo de violencia.
¿Qué se puede esperar de un país en el que a todas horas en la televisión la gente se insulta, se amenaza e incluso llega a las manos, sin que nadie ponga coto porque tiene miedo a que le acusen de coartar la libertad de expresión? Luego se rasgan las vestiduras porque, en la televisión pública, un rapero se lleve las manos a los genitales, si aplaudían cuando lo hacía Michael Jackson. Si una persona insulta, veja o amenaza a otra en un plató no está ejerciendo la libertad de expresión, que como toda libertad, tiene el límite exacto de donde empieza la libertad del otro. Yo no digo que volvamos a los tiempos remilgados en los que en la radio y en la televisión estaban prohibidas palabras tan normales como bragas (y hablo de tiempos democráticos), pero es que lo de ahora es una escuela de educación permanente en la violencia, el machismo y la intolerancia (¿Les suena de algo la frase «es mi verdad»?)
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(Esta es una nueva máquina cuyos principios basados en la mecánica cuántica dicen que generan buen rollito)


La agresividad ya está en los personajes públicos, que se burlan, ridiculizan y hasta insultan incluso a los de su partido a poco que crean que han cerrado los micrófonos. ¡Si pierde los nervios un ex-presidente y hasta el mismísimo Rey de España, haciendo «peinetas» a quienes los abuchean! De acuerdo en que no es de recibo (es ya un círculo vicioso, más de lo mismo) que se insulte a gritos a personajes públicos, pero se espera de ellos el temple suficiente para capear el temporal. Hasta Zapatero, «Míster Talante», está empezando cabrearse en público, ¡quién lo iba a decir! Corren malos tiempos para los Hare-Krisna.

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Madeira, la isla del vértigo

Siempre que hablamos de Madeira, mencionamos sus costas escarpadas, sus sinuosas carreteras colgadas de los abismales barrancos de la isla, de su arriesgado aeropuerto que se nombra entre el chiste y el miedo. Pero Madeira es mucho más para los canarios, forma parte de un espacio y una historia común, una isla que también fue paso hacia Canarias, y que nos envió los míticos carpinteros de ribera que tanta fama dieron a los astilleros de Gran Canaria, como taller necesario en los viajes hacia América durante siglos. También usamos muchas de sus palabras y, en fin, creo que el archipiélago de Madeira, con sus cinco islas habitadas, es nuestro gemelo del Norte, mucho más afín a nosotros que las Islas de Cabo Verde y Azores, que juntos conforman la Macaronesia (a mitad de camino están las islas Salvajes, deshabitadas, pero también parte del conjunto).
zmadeira.JPGY esta Madeira hermana es hoy una tierra dolorida por la desgracia, pues también la azotan los mismos temporales que a nosotros. Su orografía es poco aconsejable para quienes tengan vértigo, porque sus acantilados, sus abismos y sus pendientes ponen a prueba el equilibrio de cualquiera. Y esa inclinada orografía es la que, combinada con la lluvia y el viento, es la que ha causado el terrible desastre de ayer. De calles muy inclinadas bajo la lluvia sabe mucho Santa Cruz de Tenerife, y Funchal, la capital de Madeira, ha sido arrasada por uno de nuestros demonios necesarios: las borrascas del suroeste, que son las que llenan las presas y a la vez causan mucho daño. Desde este sur cercano a Madeira, solidaridad con nuestro gemelo archipiélago del Norte.