La mujer del César otra vez
Acabo de ver las imágenes de la celebración en el Palacio Real del XXV aniversario del ingreso de España y Portugal en la UE, y no dejo de preguntarme lo mismo de siempre. Tantos actos inútiles, tanto dinero en seguridad, cenas y atavíos, y luego, tras la máscara de la institucionalidad, sigue predominando el partidismo, pues no hay manera de que aparezca una sola idea de Estado, algo que dé confianza a los españoles, porque a estas alturas los mercados me importan un bledo, ya que por lo visto van a hacer lo que les dé la gana.
Se habla de reducir el gasto, y seguramente hay que hacerlo, pero también hay que predicar con el ejemplo, suprimiendo viajes cuyos objetivos pueden ser resueltos por videoconferencia o por teléfono, dejando de ir a comer a restaurantes caros… Ya, ya sé que en el montante del gasto público todo eso es calderilla, que no va más allá de un cero-coma-poquísimo, pero es que la mujer del César no sólo debe ser honesta, también debe parecerlo. Resulta muy tranquilizador para la gente ver que los dirigentes se aprietan el cinturón , ver que las ministras repiten modelo, que Letizia descansa un poco de diseñadores caros… Todo eso seguramente es calderilla, pero, además de ejemplo, es un grano que hace granero. Porque, ¿qué le resuelven al Estado los 50 euros que le ha rebajado a un funcionario mileurista? Nada, pero es otro garbanzo. No le den la espalda a la gente.
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Por cierto, Felicidades a todos los muchos Antonios que hoy celebran su onomástica.