A la caza del funcionario
El Diputado del Común ha perdido una preciosa oportunidad para no meter la pata. Iba a decir callarse, pero como dicen que hay libertad de expresión cada cual puede decir lo que quiera. Claro, que esa misma libertad lo hace responsable de todo lo que diga. Uniformar a los funcionarios puede estar bien, mal o regular, yo les aseguro que muchas mujeres funcionarias lo agradecería porque así no tendrían esa angustia matinal de «¿qué me pongo?». Pero una cosa es uniformar a los funcionarios y otra hacerlo para que la gente los distinga cuando estén tomando café. Si se estima que hay dejación laboral, hay mecanismos para combatirla, pero lo que propone el señor Alcaide es señalarlos con una letra escarlata o con un vestuario de castigo para escarnio público. Supongo que, como preguntó Lot a Dios antes de que este destruyera Sodoma y Gomora, habrá algunos funcionarios que cumplen. Pero esos también estarían señalados. Lo siguiente es dibujarles una diana en la espalda, porque por lo visto todos los males de esta sociedad tienen su origen en el café de los funcionarios. Digo yo que, ya que tanto se exige a quienes cobran del erario público, el Diputado del Común podría tener un poco más de prudencia cuando pone en la picota a un colectivo que ya sale demasiado en los chistes de Forges, y con sus declaraciones los ha convertido a todos en sospechosos. Y generalizar es injusto. Mientras tanto, podría dedicarse a denunciar las subidas del IBI y otros abusos que se cometen sin que muevan un dedo quienes tienen la responsabilidad de hacerlo. ¿O es que quieren privatizar la función pública?