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La confusión

zxconf.JPGLos políticos andan siempre metidos en definiciones, y mezclan churras con merinas. Ya no está claro quién es el gobierno, si este es el Estado, o qué significa nación. Algunos, como Luis XIV, creen que el Estado es cada uno de ellos, cuando, con la Constitución en la mano, sólo es una parte del gobierno. Una conspiración contra la persona de Zapatero no lo es en sentido riguroso contra el gobierno, y mucho menos contra el Estado. Los grupos de oposición, dependiendo de la respiración de cada uno, se lo montan a su aire, confundiendo términos en una babélica ceremonia de la confusión. Esto no es raro si ya en la Constitución de 1978 se usa nacionalidad en lugar de nación, y se pervierte la semántica para suavizar lo que no debiera tener vuelta de hoja. Lo malo de todo esto es que cuando se confunden las palabras acaban embarullándose los conceptos. Y es que los paños calientes conducen inexorablemente a la mentira. ¿Que por qué digo esto? Porque este mi blog.

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El día de la duda

Primero cogieron a los comunistas,
y yo no dije nada porque yo no era un comunista.
Luego se llevaron a los judíos,
y no dije nada porque yo no era un judío.
Luego vinieron por los obreros,
y no dije nada porque no era ni obrero ni sindicalista.
Luego se metieron con los católicos,
y no dije nada porque yo era protestante.
Y cuando finalmente vinieron por mí
no quedaba nadie para protestar.

zzDSCN3086.JPGEste poema de Bertol Brecht no necesita explicación. Lo pongo en el post en este día en que se ha convocado una huelga general, pero siento que todo es muy extraño, porque el ciudadano que va a la huelga puede temer que su acto determine un cambio de gobierno más todavía hacia la derecha, el que no responde a la convocatoria puede pensar que se ha hecho mal y tarde, o que los sindicatos moderan el efecto para que no caiga el gobierno, o que la derecha permanece callada esperando que caiga la fruta madura. En una huelga general como debe ser, el gobierno se juega su política, la oposición su capacidad para llegar al poder y los sindicatos su prestigio (muy desvaído últimamente). Pero en esta parece que nadie se juega nada, toca hacerla y el día 30 a seguir igual. Otra cosa sería una sorpresa.
Demasiadas dudas en un paisaje dominado por los miedos (unos lógicos y otros inducidos). La sensación es que lo que interesa a todos es hacerse un lavado de cara para alcanzar el poder o conservarlo, o para consumo interno de su clientela. Pero el poder no debiera ser un fin, sino un medio. Esa es la perversión de la democracia, porque al depender de las urnas, los políticos (y el sindicalismo es política al fin y al cabo) actúan en función de sus probabilidades de llevarse un voto, no de lo que entendemos por interés general. Esperen a los titulares del jueves de determinados medios de comunicación. Es todo muy confuso, y desde luego en este río revuelto tratarán de pescar las posturas más reaccionarias y antidemocráticas. Cuidado.

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Carisma

En política, hay quien tiene liderazgo político y quien, además, tiene liderazgo social, que indebidamente llaman carisma. Si repasamos los años de democracia veremos que el carisma no es una panacea, pues no le sirvió a Fraga para llegar a La Moncloa ni a Suárez para mantenerse.zleondsc_2814[1].JPG Por el contrario, políticos supuestamente sin liderazgo social, han alcanzado y renovado el poder, como Chaves en Andalucía o Hermoso en Canarias. Aznar llegó al poder pero la gente lo vio siempre como el líder del PP, no de la sociedad española, y lo mismo ha sucedido con Zapatero. Por eso es muy osado hablar de líderes carismáticos en plan Kennedy. En la actualidad, y aprovechando la Huelga General, hay líderes locales que tratan de proyectarse a escala nacional. No creo descubrir nada nuevo al decir que Esperanza Aguirre trata de sacar tajada del río revuelto, porque es su nombre el que se ve en los medios y no el de Rajoy. Aquí podríamos decir aquello de que el carisma es para quien se lo trabaja. De todas formas, Dios nos libre de líderes carismáticos, que ya hemos visto demasiados en el siglo que acabamos de cerrar, porque el problema no es que los demás crean en ellos, sino que ellos acaban creyéndose seres únicos e insustituibles.