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Día Mundial del sueño

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.


Estos versos del monólogo de Segismundo (La vida es sueño, Pedro Calderón de la Barca) nos hacen ver nuestra pequeñez ante la magnitud de las fuerzas del Universo y el suspiro que supone la vida de una persona en el conjunto del tiempo cósmico. Si reflexionamos, nos sirve para lo mismo que la serie Cosmos de Sagan, y por eso resulta incomprensible el comportamiento humano, pues el hombre es el único ser que sabe que su tiempo es breve, ya que el resto de los animales no tiene conciencia de su finitud. Cuando un animal lucha con otro, no sabe que su pelea puede conducirlo a la muerte. Pero el hombre sí, y por ello es también el ser más estúpido.
monstruos333.JPGEl Día Mundial del Sueño tiene que ver poco con las consideraciones filosóficas de Calderón o con la visión cósmica de Sagan. Se trata del sueño como recuperación del cuerpo, ya que pasamos casi un tercio de nuestra vida durmiendo. Y es necesario dormir bien y soñar cosas agradables, pero no está en nuestras manos. Soñar despierto sí, pero eso es más bien una licencia poética; las pesadillas y los sueños mientras se duerme inciden en nuestra vida diaria porque el cuerpo necesita descansar y el cerebro liberarse de tensiones. Dormir bien tiene que ver con muchos factores, desde la alimentación a las costumbres (dicen que no se debe estar delante del ordenador antes de irse a dormir), y con lo problemas personales que arrastramos. Lo de los sueños premonitorios o el significado de los sueños es materia muy sensible, porque si bien hay quien le da rango esotérico no es menos cierto que es una manifestación de la psique el individuo. Pero tener sueños agradables es bonito y dormir necesario. A lo mejor tenemos que olvidarnos de los adivinadores y hasta de Freud, Joung y Adler, y dejar que el sueño y los sueños fluyan a su aire, porque como dice Punset «nuestro inconsciente va a su bola y no sabe quiénes somos». Pues eso, que tengan felices y reparadores sueños.

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Hablar sin argumentos


Hace años, circulaba por ahí un aforismo con vocación de chiste que decía: «La lengua en España no paga impuestos». Se usaba cuando alguien hablaba a la ligera sobre un asunto que desconocía, y las posibilidades de disparatar eran muy altas. En esto días, con motivo del terremoto y tsunami en el Pacífico, hemos oído a docenas de personas opinando y sentando cátedra. Cuando habla alguien con autoridad científica, hay que escuchar, pero si el que habla es un comentarista del corazón hay que desconfiar. Todo el mundo opina y dice burradas, porque la sismología es una ciencia y hablar de ella sin conocimientos es confundir a la gente que tiende a creer todo lo que sale en los medios. Uno de los disparates mayores que escuché fue que la escala de Richter va de 1 a 10 (no es cierto, carece de límite por arriba, aunque pasar de 10 sería en la práctica la desaparición de la zona afectada). Otro error que era repetido por informantes desinformados es que un terremoto de intensidad 7 es algo más fuerte que otro de intensidad 6. Tampoco es cierto, y para ello me ayudo de lo que dice la enciclopedia que tengo en casa:
20110307172108-sismografo[1].jpg«La escala de Richter crece en forma potencial o semilogarítmica, de manera que cada punto de aumento puede significar un aumento diez o más veces mayor de la magnitud de las ondas (vibración de la tierra), pero la energía liberada aumenta 32 veces. Una magnitud 4 no es el doble de 2, sino hasta 100 veces mayor».
También confundían esta escala con la de Mercalli que no se basa en el sismógrafo, sino en los efectos devastadores de un terremoto. Así, según esta escala, un terremoto como el de Haití, con 7 grados en la escala de Richter, tiene grado XI en la Mercalli (Muy desastroso), y el de California en 1994, con similar intensidad sísmica, tiene en la escala de Mercalli el grado VIII (Destructivo).
Y como se habla sin el menor cuidado ante millones de espectadores, lo único que puedo recomendar es precaución con lo que se escucha, porque con tan poco rigor no podemos fiarnos de lo que oímos.

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11-M, 2.556 días después

Han pasado siete años, 2.556 días, desde que una vez más salió a la superficie la mente reptiliana del ser humano y sembró el horror por las estaciones de trenes de Madrid. El 11-M será un estigma de la miseria del alma humana siempre, pasen los años que pasen, como hoy seguimos recordando salvajadas semejantes ocurridas hace mucho, mucho tiempo: lisiosss.JPGLos fusilamientos de Príncipe Pío por las tropas napoleónicas, los sucesos de Casas Viejas durante la II República, el bombardeo de Guernika… Siempre el odio, el fanatismo, el descenso a los infierno de quienes creen tener derecho a disponer de la vida de otros. Los casi doscientos muertos de aquel día merecen la memoria y el respeto, los heridos ayuda y solidaridad. Los familiares de los asesinados jamás encontrarán consuelo porque para que este llegue antes hay que comprender; y no hay manera de entender que te arranquen de manera tan arbitraria a un ser querido. Y los muertos también merecen descanso, y que dejen de utilizarlos como arma política. Respeto y memoria, pero no revanchismo de errores cometidos por unos o por otros -da lo mismo- pero que nada tienen que ver con las víctimas. Hoy, 11-M, tal vez sería un gran homenaje que nos parásemos un minuto y pensemos que un acto tan brutal fue perpetrado por hombres como nosotros, porque el fanatismo, tristemente, es de humanos. La sangre derramada clama silencio a quienes siguen utilizándola.