No es esto, no es esto
Ortega y Gasset, que bendijo y en cierto modo propició la llegada de la II República por cansancio de la inacción del régimen monárquico de entonces, publicó en septiembre de 1931 -seis meses después del 14 de abril- un artículo en el que, disconforme con el encono que ya empezó a trazar los caminos del nuevo régimen, escribió el célebre grito de «¡No es esto, no es esto!», y acababa con una frase tristemente profética: «La República es una cosa. El radicalismo es otra. Si no, al tiempo«. Si a esta frase de Ortega le cambiamos la palabra República por Democracia, estaría de rabiosa actualidad. Hay en España demasiada gente empeñada en despertar monstruos dormidos, hurgando en las viejas heridas que ya creíamos cicatrices.
Y no disculpo a nadie porque todos tienen una grave responsabilidad histórica. No es de recibo el machaconeo constante de Aznar hablando en plan iluminado y creando tensiones, ni me parece prudente la hiperactividad política y obsesiva de la Iglesia católica. Por otra parte, hay un sector de la izquierda que utiliza algo tan noble como la Memoria Histórica para atizar rescoldos de venganza, y como mínimo es imprudente que las asociaciones de ateos de Madrid convoquen una procesión burlesca el Jueves Santo por calles de la capital, con un recorrido rebuscado adrede: calles de Santa Isabel, de la Fe, El Calvario, Jesús y María… Y terminan en la Plaza de Lavapiés, precisamente un Jueves Santo. Si alguien es ateo, que lo sea, si es crítico con la Iglesia, es muy dueño, pero estas salidas de madre traspasan cualquier consideración democrática sobre la libertad religiosa y el respeto a las creencias. Los fanatismos no se combaten con nuevos fanatismos, y recordando de nuevo al gran Ortega y Gasset digo que la democracia es una cosa y el radicalismo otra; y desde luego NO ES ESTO, NO ES ESTO.