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Políticas monetarias

Antaño, la política monetaria era uno de los elementos con que trabajaba cada estado, pero con el euro ese cometido lo tiene el Banco Central Europeo, que casi siempre está dirigido por un alemán o un francés. Es evidente que las fluctuaciones de estos dos países de fuerte economía no son las mismas que las de los estados más débiles, pero todos tienen que bailar al son alemán y francés, zzzmannnn.JPGcon todos sus problemas y ninguna de sus ventajas. Nos dicen que, fuera de la UE, al globalizarse la economía ahora todo es una reacción en cadena, pero yo lo que veo es que los únicos países que están en crisis profunda son los europeos, Estados Unidos y Japón, porque China es el banquero del mundo, India crece muchísimo y hasta Turquía ha crecido el año pasado un 8%. Todo esto me lleva a pensar que en la UE algo se está haciendo mal, porque se deja llevar por Estados Unidos, que dice una cosa para Europa y aplica para sí políticas distintas. Dicen que la semana pasada en Washington estaban cruzando los dedos para que los griegos no lograsen aprobar las medidas impuestas por la UE, lo que habría originado un cataclismo en la zona euro. Si Estados Unidos nos embarca en guerras inútiles (que cuestan vidas y dinero) y Europa le baila el agua, está claro que los norteamericanos no son leales con los europeos, porque seguramente piensan que les conviene una Europa débil. Está claro que falta unidad y liderazgo, y volver a la senda de los últimos cincuenta años. Si los yanquis quieren neoliberalismo, todo para ellos, a Europa le iba mejor cuando trataba de mantener el Estado de Bienestar.

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Investidura

parlamento-canarias[1].jpgSe le pide siempre a un discurso de investidura lo que no puede dar, porque es un empeño que no responde a la literatura, ni al parlamentarismo, ni a la capacidad de comunicación; es un híbrido que toma lo peor de cada género y ni el mismísimo Castelar podría hacer de él un pieza oratoria de peso. Como discurso resulta denso porque hay demasiados conceptos. Si se pretende que sea un listado de proyectos siempre es generalista, ya que no hay tiempo para profundizar en todo. Si se trata de la realidad, es que se ha hablado poco del futuro, y si se concentra en el futuro es que se ignora la realidad. Si es una conferencia resulta agotadora porque sobrepasa los 45 minutos que proponen los especialistas y además no se proyectan diapositivas ni transparencias con esquemas en PowerPoint. Los discursos de investidura son malos por definición, el género no da para más, es como cuando Pedro García Cabrera fue a la mar por naranjas. Ocurre como con los discursos del Estado de la Nación o la Nacionalidad, paja y viruta por todas partes, que es calificado de magistral por quienes apoyan al gobierno y desastroso por la oposición. En realidad, la investidura debiera durar diez minutos, el tiempo que se tarda en abrir la sesión, votar electrónicamente y proclamar presidente al candidato. Una formalidad, como sacar el carnet de identidad. El tiempo ganado se podría utilizar en algo práctico.

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Otra política es posible

En la era de la comunicación, el papel social de los artistas e intelectuales se ha difuminado porque hoy la influencia de las opiniones está muy relacionada con las horas de televisión en que aparezca alguien, independientemente de su nivel. En la II República, cuando llegaban con tres días de retraso los periódicos de Madrid, los lugareños, que en muchos casos no sabían leer, preguntaban al maestro, al cura o al que supiera leer en la barbería qué opinaban sobre un asunto concreto Don José (Ortega y Gasset), Don Antonio (Machado) o Don Miguel (Unamuno). zzzintej.JPGY aquello tenía calado, porque en realidad creaba opinión. Ahora, los intelectuales hablan, opinan y critican, pero nadie pregunta en el pueblo qué han dicho Don Fernando (Sabater) o Don Emilio (Lledó), aunque últimamente sí que se han interesado por lo que ha dicho Don José Luis (Sampedro), y hemos visto la que se ha montado, porque alguien ha hecho pensar con argumentos. Ahora se ha presentado en Madrid un grupo de artistas e intelectuales amparados por un manifiesto en el que afirman que otra izquierda es posible. Que la mayor parte de los firmantes apoyaran en su momento a Zapatero da alas a la voraz derechona para criticarlos porque suponen que lo que buscan es un nuevo árbol al que arrimarse, ahora que parece inevitable el desembarco de la derecha portadora de los valores eternos del feudalismo. Yo creo que otra izquierda es posible y podría perfectamente firmar el manifiesto, pero también necesitamos otra derecha menos entregada al fanatizado ultraliberalismo galopante que nos predican cada día, y en el que también ha sido atrapada la socielademocracia. Creo en la buena intención de los firmantes, aunque en lugar de centrar el asunto en la izquierda yo propondría que otra política es posible, pero eso los políticos ni lo huelen.