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Lecciones de nuevo demócrata

Ya debiéramos estar acostumbrados a que nos etiqueten de lo primero que se les ocurra. Que desde la derechona se me mire mal no es que me importe, es que me tranquiliza. De la izquierda es más complicado hablar, porque aunque fuese el más radical de mundo, siempre surgirá alguien que se cree más a la izquierda. Así que ya me resbala que, por dar mi opinión, me puedan colocar adjetivos distintos e incluso opuestos. De un tiempo a esta parte resulta que se ha instaurado la moda de dar lecciones de cómo ser demócrata, palabra que por lo visto acaban de implantar y que otros nunca hemos entendido. No me espanta que se erijan en adalides de esta corriente las nuevas generaciones, porque eso es lo normal, cada hornada trae su propia lectura de la historia; paralelamente a eso, entre la risa y el patetismo, criaturas de largo recorrido se han convertido en oráculos de la nueva política, una especie de nuevo cuerpo profesoral de la democracia «verdadera».

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En el solsticio de verano

¡A la hoguera!
Echemos a las llamas las mentiras, calumnias o injurias que arman quienes viven
en la frustración, la envidia y el fracaso propio del que culpan a los demás.
Quememos el odio, sea cual sea su tamaño, porque una leve brizna de su esencia
se multiplica en el infecto alimento de sí mismo; tan putrefacto es el que pone sal
en las heridas y las ilusiones como el que genera catástrofes humanas de
dimensiones bíblicas. Solo es cuestión de oportunidad.
Prendamos fuego a la indiferencia que nos hace cerrar los ojos ante el sufrimiento
ajeno, y enviemos al olvido las ofensas, murmuraciones, traiciones e infamias
que nos pesan en el orgullo.
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Mantengamos siempre lejos del fuego la memoria de los afectos,
la fuerza de la generosidad y el peso de la lealtad.
¡FELIZ SOLSTICIO DE VERANO!


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In-dignidad, in-justicia, in-decencia

Resuenan en la bóveda de la memoria colectiva palabrones como dignidad, justicia, decencia y otra docena que vienen a significar lo mismo: nada. Y es así porque encubren intereses, manipulaciones y un saqueo inmundo que no parece importar debido a la ignorancia programada de una sociedad que no se respeta a sí misma. Los partidos políticos hacen y deshacen a su antojo, los poderosos conforman una especie de aristocracia del dinero, que finalmente es aceptada por esa sociedad que de alguna manera acaba justificando sus desmanes. De otra manera no se comprende cómo es que una parte importante del pueblo catalán le siga el juego a unos voceros capitaneados por personas de un partido que siempre se quedaba con el tres por ciento, o que un partido que tiene mil personas en los juzgados por corrupción siga ganando las elecciones y gobernando, o que… Tantas infamias que, aunque armen mucho ruido mediático, se quedan en eso.

dinerrro.JPGY no hay consecuencias, nada cambia, y cuando algo se mueve es a peor: reforma laboral, abandono de los ancianos, exilio de la juventud, salarios de miseria… Y siguen hablándonos de dignidad, justicia y decencia los mismos que siguen recortando derechos y haciendo el Robin Hood al revés, saqueando a los pobres para engordar a los ricos, que a estas alturas no sé dónde van a guardar tanto dinero. Continuar leyendo «In-dignidad, in-justicia, in-decencia»