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Pues, venga, la Constitución

No lo digo yo, lo dice la Constirtución de 1978, que hoy cumple 33 años:
zzzaaa.JPGArtículo 35.
1. Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.
Artículo 37.
1. La Ley garantizará el derecho a la negociación colectiva laboral entre los representantes de los trabajadores y empresarios, así como la fuerza vinculante de los convenios.
Artículo 41.
Los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo. La asistencia y prestaciones complementarias serán libres.
Artículo 47.
Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación.

¿PARA QUÉ REFORMAS? ¿PARA INGNORARLAS TAMBIÉN? BASTARÍA CON QUE LO QUE DICE LA LETRA SE CUMPLIERA.

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La percepción del tiempo

Hablaba hace unos días de la brevedad del mandato de John F. Kennedy y de la estela que ha dejado, y es que la historia tiene esos recovecos, en los que a menudo se esconde la inmortalidad mítica, sin que a veces tenga relación con la verdadera importancia de una trayectoria o su duración. Es la manera en que se percibe y queda grabada para la posteridad. Hay figuras que resultan fundamentales y concuerda su percepción con lo que fueron. Un caso claro es la Reina Victoria del Reino Unido, que estuvo en el trono durante 64 años, probablemente uno de los reinados más largos de la historia, que tuvo su camino en el momento de mayor esplendor del Imperio Británico; otros casos son los de Felipe II, Stalin, Fidel Castro, Franco o el muy especial de Julio César, pilar fundador del Imperio Romano y figura paradigmática en diversos campos de la organización del estado y con treinta años de presencia política en diversos estadios del poder. De todos ellos hay memoria larga, que se corresponde con su presencia histórica y con la huella -buena o mala- que dejaron.
zWinston-Churchill[1][1].jpgSin embargo, hay otros personajes cuya incidencia en la memoria es muy superior al tiempo de permanencia y a veces a la obra. El mencionado John Kennedy es el ejemplo, pero hay otros que, si nos paramos a pensar, estuvieron un tiempo pequeño que nos parece enorme, porque son figuras recurrentes una y otra vez, y percibimos de ellas una larga presencia aunque esta fuese corta: Lincoln, Churchill, Azaña… El poder de Napoleón duró 14 años, pero el apogeo de su imperio no llegó a la década. Pero sin duda el caso más llamativo es el de Hitler, y el nazismo fue tan abyecto y su huella sangrienta tan profunda que nos parece que aquello debió durar una eternidad; pues solo duró 12 años (1933-1945), desde su llegada al poder hasta el final de la guerra, y es asombrosa la terrible eficacia de aquella maquinaria del mal. Tiene que ver con la realidad y su interpretación filosófica, pero aquí acaba mi jurisdicción; más allá es territorio de Rubén Benítez Florido.
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Con esa pinta rechocha y fumando un puro, Churchill hoy no saldría elegido ni concejal de Limpieza; en la foto aparece haciendo la V de victoria con dos dedos. Hay una leyenda sobre la utilización con tintes esotéricos de ese signo por parte del Primer Ministro británico… Pero de eso tal vez hable otro día, y del parelelismo que algunos estudiosos establecen entre Julio César y Jesucristo.

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La radio en color

Anoche se entregaron los Premios Ondas, y eso siempre es una buena noticia. Tengo dos costumbres que practico a diario y simultáneamente la mayoría de las veces: caminar y escuchar la radio. Por las mañanas, me apabullan las tertulias apocalípticas y casi siempre acabo cambiando de emisora y me hago acompañar de música o de programas menos deprimentes. Con el dedito que se pulsa el cable de los auriculares, cambio de emisora y escucho tertulias en distintas cadenas, zzradio.JPGy es curioso ver cómo la tendencia de cada una de ella hace que uno sepa de antemano qué van a decir sobre determinado tema: el relevo en el PSOE, la reforma laboral, el Valle de los Caídos… Y en medio de tanta catástrofe aparecen los anuncios con campanitas que anuncian la Navidad: turrores, jamones, vinos, lotería, perfumes, relojes, viajes… Y resulta curioso el contrate, pues si unos minutos antes el país se iba hundir en el abismo, los anuncios festivos hacen que parezca que está uno en otro planeta. La radio es pura imaginación del oyente; decían que Matías Prats retransmitía los partidos en color, cuando en realidad el color lo ponía el oyente. Y también resulta curioso el ambiente de los programas deportivos, todo se enfatiza, porque gritan como si el gol fuese inminente, y si lo estás viendo por televisión ves que el jugador que lleva el balón está en la quinta puñeta y que no existe jugada que indique ese peligro que trasladan. Es ambiente, pero con tanta imaginación acaba uno sintonizando música, a ser posible sin letra.