Rostros de amianto
La frase que más he escrito en el último año es que estoy harto de que nos tomen por tontos. Pero es verdad, y encima pretenden que aplauda, cuando ni siquiera tienen el decoro de mantener las formas. Ya van a saco. Siempre se ha dicho que la mujer del César no solo debe ser honesta, también debe parecerlo, y el colmo de la indignación llega cuando sabemos que pretenden cerrar la unidad de cirugía cardiaca en el Hospital Materno Infantil. Se da la circunstancia de que hay un programa de la UE destinado a disminuir la mortalidad infantil en el que dicha unidad serviría como centro de de salvación para niños de los países de la África vecina. Parece ser que incluso ha llegado dinero para eso. Y la cierran, porque el coste anual es de un millón de euros, cifra que es una nimiedad cuando hablamos de la vida de niños con cardiopatías congénitas. Me pregunto cuántos miles (o millones) de euros se dilapidan en viajes inútiles, hotelazos y comidas innecesarias. ¿Es necesario que se personen en el World Travel Market de Londres los siete presidentes de cabildos, dos docenas de alcaldes y cargos del Gobierno encabezados por el Presidente, algún que otro ministro y sus séquitos correspondientes? ¿Es que en Londres los touroperadores tratan directamente con los políticos? Y otra cosa: la imagen de Canarias es un futbolista de Arguineguín al que ahora idolatran, pero que, como tantos otros, tuvo que irse a la quinta puñeta para que reconocieran su valía. De asuntos como este saldría sin problema el millón que hace falta para no cerrar un servicio médico tan necesario. Pero es que se deja caer que el dinero no es la causa, que hay otras razones estretégicas (vaya palabrita polivalente); no entiendo entonces por qué, si, además, el Materno Infantil sería centro de referencia de un programa de la UE en toda África Occidental. Y me obligan a hacerme otra pregunta: Si la unidad no estuviese en Gran Canaria y su ubicación fuese… San Borondón, pongo por caso… ¿La cerrarían?