Publicado el

¿Quién es Maquiavelo?

zzSanti_di_Tito[1].jpgLo he dicho más de una vez, pero debo hacer notar que nuestro dirigentes han leído muy mal El Príncipe de Maquiavelo. Decía el autor florentino que el Príncipe (tradúzcase por dirigente) debe mostrar siempre un ánimo distinto al de sus allegados y que así se transmita al pueblo. Cuando todo el mundo está nervioso, el Príncipe se ha de mostrar sereno; si hay desánimo entre los suyos, él debe arengarlos con brío; si su gente está envalentonada, él ha de ser prudente y comedido. Y todo esto porque, al estar de ánimo distinto, todos piensan que él sabe lo que hay que hacer, y en esa confianza se suelen conseguir los objetivos. Está claro por lo tanto que no es que no hayan leído El Príncipe, es que ni siquiera saben qué significa liderar una sociedad, que encima los ha puesto al timón con sus votos. O sea, no saben siquiera quién fue Maquiavelo. El país se va al garete y ellos siguen con su guirigay productivo (para ellos), y hasta son capaces de fracturar una sociedad tan sólida como la catalana para huir hacia adelante acusando a los taimados y borbónicos tribunales a las órdenes de Madrid de una persecución personal. Su corrupción hace que arrastren al abismo a todo un pueblo. El noroeste de África se incendia con una situación muy complicada que puede salpicarnos, Cáritas no da abasto, el tejido económico está yerto, y ellos siguen con sus batallitas particulares. Pero no hay que preocuparse, alguien que pretenderá haber leído y entendido a Maquiavelo nos creará seguridad psicológica porque la gala del Carnaval va a presentarla Bustamante. Pobre Maquiavelo.

Publicado el

El valor de la información

zsarbolito.JPGDesde que existe la prensa, allá por el siglo XVIII, se ha utilizado la información para crear estados de opinión. Napoleón dictaba mensajes que eran reproducidos por todas partes para convencer a los franceses de la necesidad de hacer grande a Francia, humillar a los germanos, conquistar Rusia y llegar por La Península Ibérica al Cabo de San Vicente, que la mayoría de los franceses ni quiera sabían dónde estaba. Es más ni siquiera sabían leer, pero siempre había alguien en cada pueblo que leía en alta voz. Este fenómeno ha ido aumentando con el tiempo, y si Ortega y Gasset fue tan conocido en su tiempo como hoy puedan serlo Antonio Gala o Pérez-Reverte fue porque la mayor parte de su obra la escribió en la prensa, y España entera esperaba a ver qué habían escrito Don José (Ortega), Don Miguel (Unamuno) y Don Manuel (Azaña). En definitiva, el poder de cualquier clase sabe que controlar la información es un arma definitiva, y a veces incluso sobreinforman para que no pueda separarse el grano de la paja. Hoy tenemos acceso a miles de datos, pero si no los relacionamos nada concluimos, y por ello nos ahogan en información, para que no podamos pensar. Y ya sabemos que las ideas colectivas van macerándose a través del goteo diario, y si en nuestro ámbito Harry Truman no es un criminal de guerra (Hiroshima y Nagasaki) es porque en Occidente no hablamos japonés.