Seis tetas contra cinco mil años
Estoy impresionado por lo sucedido con las chicas de Femen, tres mujeres que muestran sus senos en el Congreso en señal de protesta contra los cambios que Gallardón quiere hacer en la nueva Ley del Aborto. Como ustedes comprenderán, a estas altura no me afecta un top-less, ni tres. Los conservadores se han escandalizado con redobles wagnerianos porque por lo visto seis tetas son una blasfemia contra el sacrosanto templo de la democracia, lugar que por cierto mancillan ellos un día sí y otro también, traicionando el contrato social que establecieron con el binomio programa electoral-urnas. Eso tampoco me ha impresionado, ya hemos visto muchas veces cómo los supuestos guardianes de la democracia pasan por encima de ella para favorecer intereses espurios (por ser suave).
Lo que realmente me ha sorprendido es que los senos femeninos sigan teniendo tanto efecto. No se montó semejante ruido cuando se protesó desde la tribuna de invitados por otros motivos y con métodos que seguramente consideraron tradicionales, ni siquiera cuando se convocó a la gente a rodear el edificio del Congreso. Van tres chicas, se quitan la camisa y arde Troya. Les confieso que también me impresionó ver la cara de Gallardón, era como si hubiera visto al Lucifer del catecismo expeliendo azufre. Y me asombra que los senos femeninos sigan ejerciendo ese influjo tan potente, lo que significa que nuestra sociedad no evoluciona.
Se entiende que, allá por 1968, los espectadores se deslumbraran en el cine por la visión de los senos de la actriz Olivia Hussey durante menos de un segundo (un flash que debió escapar a la censura) en la la versión de Romeo y Julieta de Zefirelli, que se quedasen boquiabiertos al ver en 1974 el reflejo ante un espejo de Ana Belén con el torso desnudo en El amor del Capitán Brando, o que en 1976 fuese una traca el desnudo de la actriz y bailarina Sara Lezana en la portada del primer número de la revista Interviú. Desde entonces, han llovido tetas a mansalva, y por muchas vueltas que le doy no entiendo por qué, en 2013, unos senos de mujer al descubierto arman tanto alboroto.
De todo esto se deduce que las chicas de Femen tienen razón cuando dicen que al poder establecido le molesta que la mujer decida sobre su cuerpo. No hablo de abortar, sino de ser dueñas de una decisión tan leve como mostrar o no sus senos; porque mientras sea el sistema el que decide (publicidad, espectáculo, porno, prostitución) no hay problema. Hay que ver cómo seis tetas han sacado de su cueva a los guardianes de cinco mil años de machismo instituido. Los fariseos que se mesan los cabellos se retratan.