Publicado el

Dicotomía, dupla, dualismo

No estoy por entrar en disquisiciones profundas, pero es que «las circunstancias» orteguianas me tienen confundido. Y es que el dos (sí, el número dos) me está exigiendo pensar, asunto al que no soy muy proclive cuando ya, en pleno estío y bien anochecido, he decretado que más bien son horas de reposo. Pero me asaltan las ideas platónicas del dualismo que afirma la existencia de dos principios increados, independientes, irreductibles y antagónicos, uno del bien y otro del mal, por cuya acción se explica el origen y evolución del mundo. Luego me atormenta la filosofía china del yin y el yang que indica la dualidad de todo lo existente en el universo yendo más allá de dos principios irreductibles. Encima vienen Descartes que propone la dupla espíritu-materia, Kant con la razón pura y la razón práctica, y al fondo esa negación de lo dual que sostiene al cristianismo, en el que no hay dicotomía pues el mal no existe en sí mismo, pues solo es la ausencia del bien. Y, claro, para no querer pensar en una cálida noche de verano, ya se me está calentando demasiado la cabellera.
zzzzyinyang.JPGY todo esto viene porque resulta que, aparte de las dualidades monarquía-república, unionismo-independentismo o de otras tan inocentes como las del Madrid-Barça o playa-montaña, resulta que ahora todo viene a pares. Cuando desde lo de Avignon siempre hubo un solo Papa, ahora resulta que hay dos, y dos reyes en España, dos referencias en el PSOE (una oficial y otra que pone los votos andaluces), y dos de casi todo. Hasta han aparecido dos manifiestos de intelectuales que se posicionan sobre el proceso catalán. Y ya uno no sabe si hay dualidad, dicotomía, dualismo (no son lo mismo) y no sé si sumar dos más dos, o restar, o enfrentar, o si dimito definitivamente de pensar, porque veo que pensamiento lógico, razonamiento, evaluación o simplemente sumar uno más uno está cayendo en desuso.

Publicado el

El peligroso sentimiento de tribu

Con motivo del Mundial de Fútbol, he vuelto a comprobar que finalmente vivimos en el mimetismo inducido de las sociedades tribales de las que procedemos. Comentaba J.J. Armas Marcelo la rabia con que los jugadores brasileños entonaban la letra de su himno nacional, y escenas similares hemos visto con los jugadores de Colombia, México, Argentina… No crean, también ponían énfasis guerrero las selecciones europeas, y me llamó especialmente la atención la concentración casi de samurai que exhibía el jugador Karim Benzema, francés de Lyon con ascendencia argelina. Al sonar el himno francés, su expresión en trance mientras deletraba La Marsellesa me recordó la entrega con que cantaba el mismo himno la alcohólica clientela del Café de Rick en la película Casablanca. Y es que el equipo rival en cuartos de final era Alemania, como en aquella África francesa ocupada, pero esta vez no estaban enfrente el Mayor Strassen y sus taimados oficiales de la SS, sino unos deportistas que simplemente querían jugar un partido de fútbol.
zzzzcasabll.JPGEsa entelequia patriótica que se arroga la representatividad de todo un país me provoca escalofríos, porque por lo visto el honor patrio está en si entra o no la pelota. Las valoraciones son tremendas, contradictorias y hasta cómicas. Cuando un tercermundista Brasil ganaba un Mundial detrás de otro, decían que eran la incultura y la pobreza las que empujaban a los brasileños a convertirse en artistas del balón. Cuando ganó España era la constatación de que somos fuertes y que esa victoria nos haría salir de la crisis (?), y ahora que ha ganado la rica y poderosa Alemania se explica porque son deportistas preparados en un país próspero y organizado. Y todo eso es mentira, es fútbol, un juego de pelota en el que el ser humano ha ido metiendo la mano hasta politizarlo, porque no se entiende que Messi fuese considerado por la FIFA el mejor jugador del Mundial (Balón de Oro) y luego no figure en el equipo ideal del campeonato. Así que, esos ataques febriles de patrotismo futbolero me dan risa por lo ridículos y miedo porque delatan lo cerquita que estamos del sentimiento de tribu que creemos superado. Y ese sentimiento, convenientemente manipulado, siempre ha costado sangre. Por eso no me gusta.

Publicado el

7 de julio, San Fermín ma non troppo

Aparte de fiestas tradicionales en otras épocas del año, como el Carnaval, las Fallas, el Rocío o la Feria de Abril, el mayor peso festero recae siempre en el verano, que en Canarias se abre con las hogueras de San Antonio y San Juan y se cierra con el fuego «infernal» de San Miguel el 29 de septiembre, ya en el lindero del otoño. Y es lógico que se aproveche el buen tiempo para armar fiestas que vienen de muy lejos, casi siempre celebrando a un santo o a una virgen, aunque también se han recuperado o creado otras que tienen que ver con las cosechas, el agua, el barro o cualquier otro elemento que finalmente es un factor económico de determinado colectivo (aunque lo de la Tomatina de Albuñol nunca me gustó, debe ser por aquello de que con las cosas de comer no se juega).
zzzzkPICT0018333.JPGY está bien la fiesta como compensación al trabajo, como forma de relacionarse con los demás y como sana diversión. Lo hermoso ha sido siempre que cada una tenga sus propias características, que mantenga el sello que la hace diferente y especial. Pero en los últimos años se está imponiendo una forma grosera de festejar, y así se va perdiendo la esencia de cada una. Cada día, cualquier fiesta, se parece más a todas, y calculas que estás en carnavales porque te quedan restos de purpurina en la cara o en los Sanfermines porque amaneces con un pañuelo rojo al cuello. Otros elementos que están distorsionando el verdadero espíritu de cada fiesta son la violencia y el «todo vale», y estamos viendo en estos días cómo en Pamplona se está convirtiendo en un deporte manosear a las mujeres en contra de su voluntad. Y eso nada tiene que ver con los Sanfermines, con los carnavales o con la romería de San Agapito. Así que, fiesta sí, pero fiesta y no otra cosa, y cada una con sus señas de identidad, porque si no acabarán todas siendo un gigantesco botellón
.