Publicado el

Yma Súmac

Yma.jpgAl saber de la muerte de Yma Súmac a los 86 años, me vuelven a la memoria los años setenta, en los que un amigo, que se dejó la vida prematuramente en una carretera de Fuerteventura, me enseñó uno de los discos de la cantante peruana. Aprendí mucho con aquel joven (murió a los 29 años) sobre América Latina y sobre la música, cualquier tipo de música, pues lo mismo rasgueaba un charango que un xicus o la endiablada quena andina, una supuesta flauta que ni siquiera tiene pito.
El asombro ante la cantante Yma Súmac era su voz. Ya sé que hay cantantes que tienen una voz magnífica, pero generalmente cada cual en su tesitura. Se habla de la versatilidad de María Callas porque, lo mismo bordaba una Carmen, que es para mezzo, que fascinaba con cualquier personaje escrito para tesitura de soprano. Siempre se ha considerado algo extraordinario que una voz abarque dos octavas y media. Pero lo de Yma Súmac era un prodigio de la naturaleza, puesto que su voz se paseaba por cinco octavas, algo que nunca ha sido conocido antes de ella y tampoco se ha conocido después. Pasaba de agudos de flauta a graves de contrabajo en segundos, y siempre fue cantante de culto. Decía proceder del Inca Atahualpa y la verdad es que se comportaba como una diva, hasta el punto de decir en una entrevista que nadie podía competir con ella. Y era cierto, por ese don que tenía en la garganta, pero no queda muy elegante que uno lo diga de sí mismo. Y esa mujer prodigiosa acaba de dejarnos, pero la técnica nos permite seguir asombrándonos con su voz

Publicado el

El sueño de Martin Luther King

Ha sido muy largo y duro el recorrido de la sociedad americana desde que en 1955 Rosa Parks, una mujer negra, se negó a dar el sitio en el autobús a un blanco en la sureña ciudad de Montgomery. En ese tremendo camino ha habido importantes hitos y personajes, como la Administración Kennedy y especialmente Robert Kennedy en su defensa de la Ley de Derechos Civiles, el reverendo Jesse Jackson, James Meredith, Edgard Nixon, el Black Power en los Juegos Olímpicos de México-68, escritoras como Tony Morrisson e incluso iconos del espectáculo que han servido a la causa dando tintes de normalidad al color de su piel: Sidney Poitiers, Morgan Freeman, Areta Franklin, Denzel Washington…
barack.jpgEn ese camino han dejado su sangre Martin Luther King, Malcom X, Medgar Evers y cientos de asesinados por una organización tan siniestra como el Ku Klux Klan. Que estados como Ohio, Indiana y Carolina del Norte hayan votado a un presidente negro es algo sorprendente e increíble hace apenas una décadas; pero la guinda es la victoria de Obama en Virginia, estado que fue el corazón de los Estados Confederados durante la Guerra de Sececión, y cuya capital, Richmond, lo fue también del Sur. Virginia es, incluso más que Georgia y Alabama, la bandera del racismo estadounidense.
Es evidente que la mentalidad americana ha ido cambiando, y Obama ha tenido la inteligencia de presentarse como alternativa, no como un negro que quiere ir a la Casa Blanca. Pero finalmente es eso, un negro en el despacho Oval, y creo que eso es verdaderamente importante. Y ya que los españoles somos tan buenísimos y abiertos, me pregunto si aquí seríamos capaces de dar nuestro voto para que un negro llegase a La Moncloa, a Ajuria Enea o a la Generalitat (no acaba de gustarles que Montilla sea andaluz). Obama será bueno, malo, regular o mediopensionista, pero sin duda su elección es una lección de la sociedad norteamericana. Ojalá se cumpla el sueño de Martin Luther King.

Publicado el

El gran martes americano

oval.jpgHoy, primer martes después del primer lunes de noviembre (mira que son enredadores los yanquis), es el día en el que una aparte del planeta decide quién dirigira los destinos que influirán en todos nosotros durante los próximos cuatro años. Las elecciones norteamericanas siempre han llamado mucho la atención fuera, por la importancia que tienen para el resto del mundo y porque los americanos se lo montan todo en plan espactacular, desde Los Oscars hasta el Derby de Kentuky.
Parece que Obama tiene ventaja, pero no hay que fiarse demasiado de las encuestas, pues ya pasó en 1948 que, con una situación estadística parecida, contra todo pronóstico ganó Truman. Luego siempre han ganado los favoritos, porque ni Gore ni Kerry fueron favoritos ante Bush, pues llegaron a las urnas con empate técnico. Luego está el reparto de victorias por Estados, y en la mayoría, el gana, aunque sea sólo por una papeleta, se lleva todos lo votos electorales. Es decir, que si se gana por poco en muchos Estados y el adversario arrasa en otros, pudiera suceder que el perdedor tenga más votos y sin embargo menos delegados. Por eso los porcentajes nacionales de las encuestas son engañosos.
Y luego están las estadísticas curiosas, que tan bien saben forzar los americanos. Siempre ha ganado el candidato más alto si ambos tienen el mismo color de pelo, y si tienen la misma talla gana el más gordo. Si tienen pelajes distintos, gana el rubio, y los calvos siempre pierden, salvo en el caso de Eisenhower. De manera que, leyendo las estadísticas de manera tan sesgada, se puede interpretar cualquier cosa. Por ejemplo, Obama es más alto, pero McCain es tan rubio…
La posible victoria de Obama tiene un gran significado para este tipo de estdísticas, porque hasta que ganó Kennedy hace casi medio siglo, ningún católico había ocupado la Casa Blanca. Ahora puede que lo haga un negro por primera vez. Faltan una mujer, un hispano y un homosexual conocido. Si cada uno de los pasos tarda medio siglo, ya pueden imaginar que la «normalización» llegará dentro de siglo y medio. Menos da una piedra.