Un ramito de violetas
Hoy quiero hacer una concesión a la nostalgia, porque aunque ya no es lo que era -que dijera la actriz francesa Simone Signoret en sus memorias- hay nostalgias necesarias porque tienen que ver con un cambio de época y la evolución de las sociedades.
Cecilia fue una cantante que pasó fugazmente por todos nosotros en los años setenta, y nos marcó con su querida España, porque decía con música y versos aquello que nosotros queríamos expresar y no sabíamos. Sus canciones calaron en toda una generación, y cualquiera de ellas es como un himno: Dama, dama, Amor de medianoche y, sobre todo, Un ramito de violetas, una canción que nos descubre que la sensibilidad a veces se enmascara en el silencio. Años después, Manzanita hizo una versión aflamencada que también es fantástica, y que la recordamos como otra época importante de nuetras vidas y nuestra sociedad, los primeros años ochenta, aquellos en que todo era ilusión. Por eso hoy, 9 de noviembre, me acuerdo del ramito de violetas de Cecilia.
Ya saben: cada nueve de noviembre le enviaba de forma anónima un ramito de violetas.
(La foto es de César Lucas)
