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Romancillo de los que se cayeron del caballo

zzsahara.jpg

Perdón pido al respetable
con gran premeditación
por palabras malsonantes
que diré en este sermón.
Y es que me mueve la rabia,
la furia y la indignación
porque el que hace cabronadas
será llamado cabrón.
Hace treinta y cuatro años
que del Sahara salió
España, que muy mal hizo
la descolonización
de la tierra sahariana
que a Marruecos entregó.
Que aquel fue muy mal momento,
se moría el dictador,
ya lo sabemos, carajo,
pero después ¿qué pasó?
Suárez, Felipe y Aznar…
Ninguno de ellos cumplió,
y tampoco Zapatero
ni creo que lo haría Rajoy.
Han estado treinta años
callados como ratón,
y ahora se mesan las crines,
¡fariseos de salón!
zzsahara1.jpgDos mil películas hechas
en nuestro cine español
sobre cien temas distintos
y ninguna lo contó…
Miento, pues sí que hubo una,
la de María Miró
que bien que la silenciaron
cuando en su día se estrenó.
Y otras dos mil novelas,
con temas a discreción,
y que yo sepa hay cuatro
(y dos las escribí yo)
que tratan de la vergüenza
que en el Sahara pasó.
Y ahora se escandalizan
del abuso y la opresión,
cuando siempre estuvo ahí
y mucha sangre costó.
Y gritan con impudicia
por qué todo esto pasó,
pues pasó porque el silencio
es cómplice del terror.
Nadie denunció el abuso
que pronto se derivó
del Acuerdo Tripartito
que por Madrid se firmó.
+++
Pero sea en buena hora
que les llega la razón,
tal vez porque Aminatou
al corazón les llegó.
Y aunque llegan con retraso
es necesaria su voz,
porque España es responsable
por lo que un día firmó,
y por la triste desidia
del que al Gobierno llegó.
Este conflicto nos toca,
reclama una solución,
Es hora de que se aplique
la autodeterminación,
que hace muchísimos años
la ONU dictaminó.
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Los derechos de autor

Vivimos un tiempo nuevo en el que los antiguos esquemas se han venido abajo, porque el vuelco que ha dado la Sociedad de la Información es sólo comparable al de la invención de la imprenta e incluso al de la escritura. Y con este nuevo mundo no sirven los viejos sistemas, con el agravante de que los cambios ahora son muy rápidos, y en diez años la sociedad ha cambiado el equivalente a lo que antes mudaba en siglos. Por ello es necesario establecer nuevas reglas para esta nueva forma de jugar, y los internautas han declarado la guerra a todo aquel que pretenda limitar su derecho a tomar cualquier cosa que esté disponible en la red. Pero esto choca con otros derechos, y el más claro es el de que un autor reciba un beneficio por lo que ha creado. Esto siempre ha sido así, y que yo sepa no ha cambiado el derecho a la propiedad, y a la intelectual tampoco.
a10.JPGPor lo tanto, hay que entrar en ese nuevo mundo con el Derecho en la mano, y para ello hay que legislar, porque quienes fabrican la cultura son trabajadores que si no cobran dejan de producir. Y eso sí que sería una catástrofe. No confundir los derechos de autor con la gestión de la SGAE, porque hay derechos, como lo de los libros, que no pasan por ahí, sino que se gestionan directamente entre autor y editor. Y se meten en el mismo saco muchas cosas. La gente está que trina con la SGAE, pero ese es otro tema, pues quienes deberían cabrearse son los socios, porque todo ese dinero que entra por el canon en los aparatos de reproducción es un agujero negro que los propios socios no entienden porque nunca reciben un solo euro, aunque hayan fotocopiado o grabado una canción, un libro o una obra de teatro suya en un lugar recóndito.
La idea de la ministra de Cultura de cerrar sin orden judicial una web es un disparate, pero no cojamos el rábano por las hojas, porque esto no significa que quienes bajan contenidos con autoría puedan hacerlo sin pagar por ello. Lo de que la cultura es de todos suena muy bien, pero quienes la hacen realizan un trabajo y debe ser compensado. También son de todos los hospitales públicos, las carreteras y los colegios, y lo son porque los pagamos entre todos. Por lo tanto, la cultura también. Y es tremendamente demagógico todo esto, porque quien pretende bajarse películas, libros o canciones gratis paga su línea ADSL, ha pagado el ordenador, la electricidad con que funciona y la mesa que lo soporta. Lo paga todo sin rechistar, pero no quiere pagar al autor de los contenidos que consume.
Y todo esto hará que cambie mucho la industria cultural, pues con el libro digital pasará lo mismo que con los discos, y se verán afectados distribuidores, libreros, impresores y personal de las editoriales. Así que, sentémonos a pensar en soluciones justas porque tirarse al monte sólo conducirá a ahogar la cultura libre que se pretende defender.

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Las palabras delatan y contradicen

Por mucho que controlemos las palabras, el inconsciente siempre está ahí, delatando lo que realmente pensamos. Otras veces, en su ingenuidad informativa, las palabras dicen exactamente lo contrario de lo que pretenden decir. Esto quedó demostrado, una vez más, ayer mismo:
El primer caso es el discurso de Obama al recibir el Nobel de la Paz. Dijo el Presidente norteamericano que para conseguir la paz a veces hace falta la guerra. Es una versión del viejo adagio latino «si vis pacem, para bellum» (si quieres la paz, prepara la guerra). Esta frase, que está manipulada para que suene mejor, como tantas otras expresiones históricas o populares, proviene del escritor romano Flavius Vegetius Renatus (Vegecio para los amigos), y contiene la esencia del Imperio Romano, y emparenta con la famosa expresión que ponen en boca del emperador Tiberio: «Me odian, pero me temen». Es decir, Obama sin darse cuenta (o dándosela) se autoproclama emperador, porque está dispuesto a imponer la paz aunque sea a punta de misil. Estoy convencido de que él no pretendía decir eso, y menos en el momento de recibir el Nobel de la Paz, pero lo ha dicho, y sus palabras lo delatan.
aaax.JPGEl otro caso se refiere a la petición que Cayo Lara, el líder de IU, hizo al Rey para que interviniera en el asunto de Aminatou Hadiar. En una carta firmada por el jefe de la Casa Real «considera que no es el momento oportuno para la realización de gestiones complementarias por parte de su Majestad». Y se produce la paradoja de que, aunque la carta niega la intervención real, el hecho mismo de enviarla significa que está interviniendo, porque se muestra dispuesto a hacerlo siempre que el Gobierno lo considere oportuno. Es decir, hay un mensaje subliminal que viene a decir que puede entrar en escena en cualquier momento. Y aunque no haga más movimientos, ya ha intervenido, cosa que no me parece mal, porque digo yo que la Jefatura del Estado debe servir para algo.
Pues ya ven cómo las palabras delatan o contradicen fuera de la voluntad de quien las usan.