Verano festivo
Dicen que los países del sur son más dados a la fiesta, seguramente por el sol que llama a salir a la calle. El caso es que los veranos se llenan de fiestas que a veces rozan el disparate, como es el caso de los Sanfermines, puro atasco, borrachera y juego estúpido con la muerte cada mañana en el encierro. Fiestas disparatadas hay por doquier, pero algunas tienen más sentido que otras, pues no es lo mismo la burrada de destrozar toneladas de tomates en las tomatadas varias que hay por ahí que celebrar la traída del agua, que es una cosa más lógica, o la bajada de la Rama, que son pura tradición y no tienen nada de disparate.
Como esta año termina en cero, tocan las Fiestas Lustrales de Santa Cruz de La Palma, que ya empiezan a realizar sus actos, una gran puesta en escena en varios espectáculos a cuál más curioso. Este año la fiesta lucirá un crespón negro por el fallecimiento repentino de Paco Paredes, que precisamente dirigía unos ensayos para las representaciones. Pero la fiesta debe seguir, porque está por encima de las personas concretas y tiene que ver con la tradición d eun pueblo que se goza en lo bello y exquisito. La Palma siempre ha sido una isla especial, y su sociedad es muy particular, pues sigue conservando joyas populares que vienen desde la Ilustración, que tuvo una gran incidencia en la isla. Y luego sigue las fiestas de las las vírgenes morenitas: La Candelaria, La Peña, El Pino …El verano canario es festivo desde San Antonio, preludio del verano, hasta San Miguel, ambos una semana antes y otra después del estío, como portal y broche.