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Perros

zz-perros.JPGEl asunto de los perros feroces que son capaces de atacar incluso a sus amos va a traer cola. Por una parte, ya hay normas por las que se necesita pasar un test psicotécnico para tener uno de eso animales, pero no se dice nada de la esposa o el marido de quien figure como dueño, ni de sus hijos o de la cuñada que vive en su casa. Ocurre como con los permisos de armas, que por mucho test que haya, cuando a quien posee una pistola se le cruzan los cables acaba liándose a tiros. Si las armas son finalmente para ser disparadas, los perros feroces terminan siempre haciendo lo que les es propio, atacar con saña. Ya hay demasiados muertos para andarse con paños calientes, y encima ahora, para evitar problemas, muchos de los dueños de estos perros asesinos se deshacen de ellos en cualquier sitio. Si ya de por sí son peligrosos teniéndolos controlados, imagínense un mastín o un pit-bull abandonado y hambriento. Un animal así es como un tigre de Bengala suelto en mitad de la calle de Triana.

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Cultura

zz-cultura.JPGLos canarios son muy creativos en todas las facetas de la actividad humana. No entiendo entonces por qué se niega tan a menudo la capacidad creadora de los artistas canarios si se reconoce la imaginación en la agricultura, el turismo o la supervivencia. No todos los que escriben poesía son poetas, pero les aseguro que hay grandísimos poetas, ni todo el que tiene una guitarra es compositor, pero hay excelentes compositores; y así en todo. Canarias ha padecido todas las crisis del mundo, pero nunca la creativa. De modo que las carencias de eso que llamamos cultura hecha en Canarias no están en la creación, sino en la difusión y el conocimiento de lo que se crea. La solución es obvia: no hay que estimular, promocionar o subvencionar a nadie para que escriba, pinte o baile, hay que dar a conocer lo que existe, pues la creación nace por sí misma pero la difusión necesita cauces que no están en las manos de los creadores. No hay más: así de sencillo y así de complicado.

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Soy un sentimental

Los inconformistas oficiales, que siempre tienen que poner algún pero a la alegría general en su papel de eternos aguafiestas, aludirán a la máxima romana en la que al pueblo había que darle pan y circo para poner en la picota el triunfo de España en Johannesburgo. Es verdad que la Selección Española es un grupo de 23 millonarios en pantalón corto, pero también son millonarios los divos del bel canto que tan alta estima acarrean, los actores sublimes de películas imperecederas y los artistas plásticos cuyas obras alcanzan cifras millonarias. Es evidente que los futbolistas son profesionales, pero en este caso representan a una colectividad, y cuando pasen unos años la gente recordará uno o dos nombres, y lo demás será nebuloso y sólo para especialistas. El gran Brasil es Pelé, Argentina Maradona y diez más, Francia Zidane, Italia Rossi, Inglaterra Boby Charlton y Alemania Beckenbauer.
Y ese es el gran mérito de la actual selección española, que no sabemos cuál es ese nombre que los define a todos. Acaso pudiera ser Iniesta por el gol, que se inscribe en el palmarés junto a los de Marcelino y Torres, pero entre tanto jugador excepcional no hay uno sobre los demás, porque han conseguido lo que nunca se había logrado, ni en España ni en ninguna otra parte: un equipo. Villa, Xavi, Piqué, Ramos, Silva… Cualquiera de ellos y los demás es un número uno, pero en la selección se convierten en piezas de un mecanismo que desdeña lo individual aunque se sirve de ello. Esa es la gran lección de esos 23 millonarios en pantalón corto, que no están con chulerías y aprovechan todas las oportunidades que tienen para callarse. Hablan en el campo, y lo hacen metódicamente, sin aspavientos, cada cual con sus poderes pero siempre en función del equipo.
aacasablanca1go0[1].jpgEspaña necesitaba una inyección de autoestima y la selección se la ha dado. Tenemos que hacernos valer por lo que somos, dejando atrás para siempre el complejo de inferioridad que nos ponía siempre a los pies de los caballos. Y en los demás órdenes de la vida igual, y si es verdad que algunos hablarán de pan y circo, hay que decir que en esta sociedad mediática el pan y el circo están muy relacionados, y si uno está en alza el otro también. Incluso Del Bosque puede que se diluya en la memoria difusa de la gente, porque nadie recuerda ya quién era el seleccionador nacional cuando España ganó en 1964 su primera Eurocopa, un tal José Villalonga, pero la copa sigue ahí, como seguirá esta del Mundial para siempre, con algunos récords curiosos, como que es la primera que se juega en África, la primera que una selección europea consigue fuera de Europa y la que pone a nuestro favor en 9-8 el equilibro entre sudamericanos y europeos.
En los deportes individuales quedan los nombres, pero como algo admirable pero no nuestro del todo. Santana, Bahamontes, Induráin, Nadal, Ballesteros, Contador son mojones en el camino, pero lo que ahora vivimos es de todos. Puede que se diluyan la elegancia de Iniesta, la fuerza de Puyol, la entrega de Sergio Ramos, la voracidad de Villa, la inteligencia de Xavi… Todo eso pasará, pero, novelista al fin y al cabo, como le dijo el Comisario Renault a Rick en el aeropuerto de Casablanca, soy un sentimental, y para mí este Mundial quedará en la memoria por el beso atrevido que Iker Casillas le robó a Sara Carbonero delante de millones de espectadores. Eso quedará incluso más que el gol de Iniesta.
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Este trabajo se publicó en el especial de la edición impresa del 13 de julio con motivo de la victoria española en el Mundial de Fútbol.