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Cerrado por vacaciones

zz-cerrada verano.JPGDurante el mes de agosto todo se va ralentizando, y disminuyen los servicios públicos y privados, se aletarga la producción, y como la mayoría de la gente está de vacaciones, es un calvario cualquier gestión, porque trabajan poquitos para atender a una muchedumbre. A España en agosto le cuelgan el cartel de «cerrada por vacaciones». Así, no hay manera de encontrar un servicio a la altura de la normalidad, por poner sólo tres ejemplos, puesto que ocurre con todo. Hasta los gobiernos se van de vacaciones. La disculpa del buen tiempo no vale, porque hay al menos cuatro meses, de junio a septiembre, con buen sol y excelentes temperaturas. Si las vacaciones se organizaran de una manera racional, el país seguiría funcionando, no habría aglomeraciones, la gente siempre tendría un buen servicio y los establecimientos hoteleros tendrían buena ocupación en mayo y septiembre. Y con los fines de semana y los puentes también habría que hacer algo en un país serio.

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El día que murió Marilyn

zz-rama.jpgAgosto me atrapa con sus efemérides, con sus memorias, con su fechas, unas jubilosas y festivas, otras melancólicas y hasta nostálgicas, la mayoría filón para escribir novelas, como aquella de Terenci Moix, El día que murió Marilyn, que no es otro que el 4 de agosto, día en que La Palma, Lanzarote y Agaete festejan a la Virgen de las Nieves. El 4 de agosto, cómo no, La Rama, una fiesta peculiar, atávica y contemporánea al mismo tiempo, y el día 3, fecha en que Cristóbal Colón partió de Palos de Moguer hacia lo desconocido, que no lo era tanto porque los Templarios y los vikingos ya habían estado en América. De la gesta colombina lo que más me atrae es lo surrealista que emerge de su memoria, como cuando nuestra entrañable María Dolores de la Fe quiso provocar y provocó diciendo que Colón era una mujer, una especie de Catalina de Erauso, la Monja Alférez. Es agosto, no parece grave, tomaré algo y se me pasará.

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Cecilia

zz-cecilia[1].jpgLa nostalgia es negativa porque es vivir siempre en el pasado y querer reproducirlo una y otra vez; la melancolía es positiva porque es recordar lo vivido con cariño, desde el presente, aprendiendo de lo bueno y de lo malo que la vida nos ha ido dando. Por eso se me hace melancólico cada dos de agosto, el día que se cumplen años de la muerte en accidente de tráfico de Cecilia, la cantante feuchilla, tierna, dura, con una enorme sensibilidad y una personalidad arrolladora. A la calidad de su música se unía la belleza de sus letras, el dominio de la voz y la visión crítica de una sociedad que entonces empezaba a cambiar y que hoy, tres largas décadas después, ha dado algunos pasos adelante, aunque seguramente menos de los que demandaba Cecilia en sus canciones. Era una cantautora que no estaba etiquetada de «roja», pero sus canciones llevaban la dinamita para volar viejos vicios y el plano de una vida más justa, la que aún no hemos conseguido.