Especulaciones sobre el clima
Como decía hace unos días, nos meten el miedo en el cuerpo por todo, y a eso se suma que nos hemos vuelto muy débiles, porque carecemos de aguante. Ahora ha pasado con el calor, y las conversaciones tienen que ver con el cambio climático, la destrucción del planeta y no sé cuántas predicciones apocalípticas más. Yo no digo que eso no sea verdad, porque es evidente que somos unos depredadores, y negar el deterioro del planeta es como cuando los fumadores dicen que Santiago Carrillo fuma y tiene más de 90 años. Es una estupidez, una coartada tan infantil que no merece respuesta.
Sin embargo, sí afirmo que las olas de calor no empezaron ahora. Siempre las ha habido y hay referencias de ello. Sin ir más lejos, sólo tenemos que recabar en nuestra memoria y veremos que cuando el alisio deja de soplar suben los termómetros. Recuerdo el verano de 1976, por ejemplo, en el que hubo una ola de calor que duró dos semanas, y yo me pasaba las noches en la playa de la Canteras, bañándome de madrugada, con otra mucha gente porque entonces la playa estaba repleta. Salía del agua y en segundos estaba blanco, porque el aire caliente evaporaba el agua y dejaba la sal. y después de 1976 ha habido muchas olas de calor como la de ahora. Suele ocurrir en verano, aunque haya algunos en que nos libramos. Cosas del alisio. Y no olviden que hace tan sólo unas semanas la gente se quejaba de que no había verano en Las Palmas, y eso también era motivo de alarma, y parece que nunca hubo antes panza de burro en nuestra ciudad.
Y ahí entramos en el filo de la navaja, porque supongo que todos los nacionalismos se basan en una teoría sobre la opresión que sufre una determinada colectividad, sea real o prefabricada por quienes quieren sacar partido, pero en esto, como en casi todo lo que roza la política, no existe una fórmula matemática para determinar qué es ideología nacionalista y qué no, cómo se puede establecer un grado de opresión y otros detalles que se vuelven banderas; porque está muy claro que el Imperio Británico oprimía a La India, que la Bélgica de Leopoldo II tiranizaba toda la cuenca del río Congo, pero otros nacionalismos tal vez no puedan presentar una tiranía de trazo grueso que los justifique. Vargas Llosa se ha metido en un jardín en el que se desenvuelve muy bien con su brillante discurso, pero yo no sé dónde empieza la sustancia y dónde termina el malabarismo.