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La hipocresía del tabaco

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Fumar es un mal vicio, eso no puede discutirse. Hoy entra en vigor la nueva Ley del Tabaco, que no estoy yo muy seguro de que vaya a cumplirse, lo mismo que la anterior. El tabaco hace daño, eso es cierto, y se ha emprendido una cruzada muy curiosa desde el Gobierno, porque por un lado subvenciona los cultivos de tabaco desde el ministerio de Agricultura y por otra critica el gasto que supone en Sanidad el tabaco y extiende multas. Más allá Hacienda recauda dinerales por impuestos en la venta del producto, y algo tan dañino, que crea tantos problemas sigue siendo de uso legal. Todo un entramado hipócrita, como ocurre con el alcohol, que por lo visto sólo hace daño cuando se conduce. Luego están los fundamentalistas de cualquier cosa que hacen cruzadas sobre lo que sea. Y aunque, insisto, sería ideal que no se fumara, cada día nos sacan normas que prohiben cosas. Nos tienen normativizados, porque a este paso van a decirnos por decreto hasta cómo vestirnos, cómo peinarnos y otras muchas cosas de la vida diaria. Por cierto, la nueva ley permite fumar en determinadas zonas de residencias de ancianos ¿? Eso sí, la guerra, la pobreza y el abuso no los prohiben, con el daño que hacen.

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Hasta el año que viene

Seguro que habrán visto, leído y oído predicciones, combinaciones numerológicas y todo tipo de historias alrededor de las fechas: que si suma 4, que si los años acabado en 1 tal cosa, que las segundas décadas de cada siglo son de aquella manera. Pura imaginación, porque un día siempre es diferente al anterior, y lo que para unos es felicidad para otros se ve como desgracia. Yo trato de seguir el consejo de los sabios: vive cada día como si fuera el último, y piensa que hoy es el el primer día del resto de tu vida.
sssDSCN2786.JPGPor lo demás, deseo a mis amables lectores y lectoras (no vaya a liarla con Bibiana Aído) lo mejor para hoy, y ya verán cómo mañana es diferente. Diviértanse, pero no se pasen, y todo eso que se dice de que el alcohol y el volante son incompatibles es verdad. Un abrazo y que 2011 sea un gran año para todos (y todas, señora Aído).

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Frases sin derechos de autor

Solemos usar citas célebres para vestir un discurso o un texto, o simplemente para dar más autoridad a lo que decimos en una conversación. Pero hay que tener mucho cuidado porque puede suceder alguna de estas cosas:
Que la autoría de la frase sea correcta pero que no sea exacta, y se redondea para que suene mejor, y no me salgo del asunto porque a veces las uso; una de ellas es la de «Sólo os prometo sangre, sudor y lágrimas» dicha por Churchill, que en realidad la dijo, pero más larga y menos contundente.
Que sea una frase que nunca existió pero circula por ahí, como el famoso «Sancho, ladran, luego cabalgamos», y que no está en ninguna parte de El Quijote. Hay hasta esculturas quijotescas con perro, que tampoco aparece en el libro.
nqqisaiq-1289653433-bg[1].jpgQue quien la usa en realidad se la invente y la atribuya a una celebridad para que tenga más peso, o simplemente se queda con el personal. Este caso abunda cuando se cita a un filósofo polaco, a un poeta chino o a un Gran Jefe indio que nunca dijeron tal cosa o incluso que ni siquiera existieron ellos mismos y son otro invento del citador.
Tampién sucede que hay frases muy conocidas que nadie sabe muy bien quién las dijo o escribió y se las encasquetan casi siempre a Shakespeare si son profundas y a Oscar Wilde si son ingeniosas. En eso Wilde se lleva la palma, porque, si nos atenemos a lo que dicen que dijo, se pasó el pobre hombre todo el día inventando frases brillantes.
Y finalmente están las frases que se atribuyen a muchas personas, siempre con seguridad. Una de ellas es la de «Hay gente pa’ tó», que se la adosan a tres toreros en distintas épocas, a Chicuelo, a Lagartijo y a Juan Belmonte. Otras son las dos más famosas referidas al genio y las musas: «Las musas, si vienen, es mejor que te cojan trabajando» y «El arte es un 1% inspiración y 99% transpiración». Ambas frases con sus distintas variantes se las he visto atribuidas a Beethoven, Rilke, Bernard Shaw, Picasso, Lorca y, por supuesto, a Shakespeare y a Oscar Wilde, el campeón.
Si hablamos de frases cinematográficas es que no acabamos, porque ya me gustaría saber en qué películas alguien dice textualmente «Nena, ve a empolvarte la nariz», «Yo que tú no lo haría, forastero», «No has debido cruzar el Mississipi, Joe» o «Nos veremos en el infierno».
Y ni leyéndolo en una obra de alguien de otra lengua podemos estar seguros, porque las traducciones deforman y en boca del pueblo cambian el significado. El caso más claro es la frase evangélica «Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que…» y pensamos en un camello-camello. Pero resulta que no, que camello es una traducción errónea de San Jerónimo, que vio en la palabra griega «kamelos» a un camello, cuando es en realidad una soga o cabo para atar los barcos a los muelles, dífícil para enhebrar en una aguja, todo sea dicho.
Y es que, sobre todo el cine, es muy engañoso, porque a veces por conversaciones tenemos imágenes que nunca existieron, como en la película Doce hombres sin piedad, que transcurre en su totalidad en una sala cerrada donde se reúne un jurado; no hay imágenes del crimen que se juzga, pero son muchos los que afirman haber visto la sombra del acusado a través de las ventanillas de un tren, que tampoco sale en la película.