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¿Tindaya? Pues… Qué quiere que le diga…

Al escuchar la palabra Tindaya es como si regresara un fantasma del más allá. Mira que se ha hablado, se han hecho disparates pasados por los juzgados y, sí señor, se han dicho cosas importantes porque se ha hecho debate; y también alguna estupidez sobredimensionada. Se han proclamado exageraciones en contra que venían a decir que realizar la obra que ideó Chillida en la montaña majorera es una descomunal burrada, el acabóse, un «sindiós», el exterminio de una cultura y no sé cuántas cosas más. A favor también se han largado sonoras estupideces, que si el espacio en la montaña es una conexión cósmica (suena a fanatismo sideral de la Guerra de las Galaxias: «Que la fuerza te acompañe»), que si quienes se oponen son unos ignorantes… Palabras y palabras, y lo que nunca se explica es cuánta pasta van a facturar con la traquita que sacarán del agujero, y tampoco concuerda muy bien el discurso que dice querer salvar la montaña agujereándola. Aparte está la idea de que a Chillida le ofrecieron una montaña y a cualquier canario ni lo escuchan.
ES UN HORNS El Matterhorn (Monte Cervino), en los Alpes[1].jpg (Me pregunto por qué las fuerzas cosmoslaleche del Universo van a dirigirse a la montañita de Tindaya habiendo por los Alpes, el Himalaya, el Kilimanjaro o los Andes unos pedazos de montañas que dan miedo)
Tres lustros después de que empezara el debate, la verdad es que ni me parece tan genial que se haga esta obra (nunca me he tragado la machangada de esa unión espiritual con el universo), ni creo que hacerla sea el apocalipsis de nada. Ahora sí que digo que 75 millones de euros es mucha pasta (12.500 millones de pesetas), un dineral, y tendrían que venir a Fuerteventura muchos millones de turistas a buscar esa conexión cósmica durante muchos años para amortizar semejante inversión en tiempos en que no dejan de decirnos que no hay dinero para nada. Ah, ¿que si estoy en contra o a favor? Pues eso, que ahora, con la que está cayendo, 75 millones de dinero público es mucha pasta.

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Alimentando la crispación

Ya refiere la cita bíblica que la sangre engendra sangre como el perro engendra al perro. La agresión sufrida por el Consejero de Cultura de Murcia -que lamento y condeno sin matices- es un exponente más de que la crispación lleva a que siempre haya un loco que traspase la línea del debate y entre directamente en el campo de la violencia. paisaje1.JPGCreo que los únicos culpables de esta agresión son quienes la perpetraron. Los responables son muchos más, y no hago discurso fácil como hace el Partido Popular, señalando indirectamente al PSOE, del que dicen que «ha puesto una diana en la espalda del Consejero». También es responsable el propio PP, porque en un país donde la cripación se retroalimenta no es de recibo que se avente este espíritu guerracivilista que parece haberse instalado en los últimos años. Los medios afines hacen de caja de resonancia de acusaciones tremendas, se echa leña al fuego de una y otra parte y luego llaman hipócritamete a la cordura. La respuesta social y política ante hechos abominables como el que nos ocupa debe ser la unidad y la mesura. En el juego democrático la violencia física debe tener tolerancia cero. Así que tanto los dirigentes del PSOE como los del PP disfrutan ahora de una oportunidad para demostrar que tienen sentido del Estado y de la convivencia. De momento están perdiendo esa oportunidad, porque parece que todo vale con tal de arañar unos votos. Esos no son los dirigentes que España necesita ahora. Ni nunca.

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Asesinato de Lumumba y postcolonialismo

LumumbaPatrice1[1].JPGEl asesinato en enero de 1961 del líder africano del Congo Patrice Lumumba marca un hito en lo que sería el postcolonialismo en todo el continente africano. Lumumba es el símbolo que cómo los países europeos (y al fondo Estado Unidos) fueron cediendo la soberanía teórica a las antiguas colonias africanas (toda Africa en la práctica) pero siguieron controlando las materias primas y cercenando cualquier posibilidad de desarrollo. La muestra es que Bélgica, potencia colonial que hizo del Congo su finca privada (sobre todo en tiempos del rey Leopoldo II, como relata Vargas LLosa en su última novela El sueño del celta) concedió casi por sorpresa la independencia al Congo en 1960, con la condición de que el nuevo estado se hiciera cargo de la deuda de Bélgica. Esto suena a disparate, pero es que ni guardaron las formas, y así el Congo nació endeudado, a pesar de que sus materias primas -diamantes, madera, petróleo, coltán- producen millones cada año. Para mayor escarnio, los belgas y norteamericanos apoyaron la seseción de la provincia de Katanga, con lo que el estado naciente también empezaba con una guerra civil. Los intereses económicos primaban, y en plena Guerra Fría la URSS apoyó al gobierno legítimo de Lumumba, mientras que Europa y Estados Unidos hacían lo mismo con Katanga. Lumumba fue secuestrado y fusilado sin juicio el 17 de enero de 1961, y cuentan que en el acto de fusilamiento estaban presentas agentes belgas y personal de la CIA. Cincuenta años después, las cosas siguen igual, o peor.