Las ironías de la publicidad
Dicen los entendidos que cuando no entendamos un anuncio es que no va dirigido a personas de nuestro perfil. Seguro que es así, porque no tendría sentido que los anunciantes se gastasen un pastizal en un anuncio que no entiende nadie. Es decir, hay un estudio previo para el sector del mercado al que se quiere llegar.
Sin embargo, hay campañas que me resultan chocantes, aunque seguramente también son muy efectivas, pero lo que nadie puede negarme es que son hipócritas. A veces chirría que un cantante multimillonario, un tenista montado en el dólar o una actriz que cobra cifras imposibles nos hablen de solidaridad con los más necesitados, pero la campaña que más me desconcierta es la que hace la selección española de fútbol para ahorrar energía. Vamos a ver: son estrellas de deporte que cada semana hacen cientos o miles de kilómetros en aviones, autobuses o trenes rápidos que consumen muchísima energía; juegan de noche en estadios profusamente iluminados con millones de watios de luz; exhiben automóviles de gran cilindrada, y se van de vacaciones a lugares muy lejanos o pasean en yates de muchos caballos. Podrían recomendarnos cualquier cosa, pero servir de ejemplo en el ahorro de energía suena a chiste.