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Un lección de humildad

Ante la magnitud del terremoto en el Japón, el Tsunami en todo el Pacífico y la erupción en Indonesia del volcán Karangetang, cualquier historieta local queda tan pequeña que casi desaparece. Las fuerzas de la naturaleza desatadas pasan por encima de cualquier intento del hombre para dominar el planeta. Estamos recibiendo una lección de humildad, y vemos cómo paísen muy poderosos no pueden hacer otra cosa que enviar telegramas de solidaridad; ni siquiera pueden trasladar ayuda porque no funcionan los aeropuertos y los puertos están muy dañados. Japón es un país admirable, con una cultura milenaria y una capacidad de adaptación a los tiempos nuevos como ningún otro. Esta enorme catástrofe no se parece al apocalipsis porque los japoneses son muy precavidos, pero en cualquier caso es un desastre que afecta a toda la cuenca del Pacífico, el océano más grande del mundo.
bandera-de-japon[1].jpgMientras tanto, por aquí seguimos con tonterías y estupideces que ni siquiera resisten la lógica más básica. Se quejan algunos alcaldes tinerfeños de que es un sin Dios que los emigrantes canarios en Venezuela no puedan votar en las elecciones nuestras, y eso es algo que nunca he entendido. La demagogia de que «tienen sangre canaria» y todo eso es fácilmente rebatible. Si un canario está empadronado en cualquier municipio de La Península, podrá votar allí, pero no en Canarias, y sin embargo si vive en Venezuela parece tener un derecho sacrosanto. Pues los canarios que viven en Madrid o Castilla-León tienen esa misma sangre isleña, no votan y no pasa nada; eligen al alcalde de Ponferrada o al de Caracas, y cuando vivan en Canarias, como estarán empadronados, votarán en las elecciones de aquí. Digo yo.

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11-M, 2.556 días después

Han pasado siete años, 2.556 días, desde que una vez más salió a la superficie la mente reptiliana del ser humano y sembró el horror por las estaciones de trenes de Madrid. El 11-M será un estigma de la miseria del alma humana siempre, pasen los años que pasen, como hoy seguimos recordando salvajadas semejantes ocurridas hace mucho, mucho tiempo: lisiosss.JPGLos fusilamientos de Príncipe Pío por las tropas napoleónicas, los sucesos de Casas Viejas durante la II República, el bombardeo de Guernika… Siempre el odio, el fanatismo, el descenso a los infierno de quienes creen tener derecho a disponer de la vida de otros. Los casi doscientos muertos de aquel día merecen la memoria y el respeto, los heridos ayuda y solidaridad. Los familiares de los asesinados jamás encontrarán consuelo porque para que este llegue antes hay que comprender; y no hay manera de entender que te arranquen de manera tan arbitraria a un ser querido. Y los muertos también merecen descanso, y que dejen de utilizarlos como arma política. Respeto y memoria, pero no revanchismo de errores cometidos por unos o por otros -da lo mismo- pero que nada tienen que ver con las víctimas. Hoy, 11-M, tal vez sería un gran homenaje que nos parásemos un minuto y pensemos que un acto tan brutal fue perpetrado por hombres como nosotros, porque el fanatismo, tristemente, es de humanos. La sangre derramada clama silencio a quienes siguen utilizándola.

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Internet o la vida

comunnnnn.JPGTengo la impresión de que para las nuevas generaciones debe ser inimaginable el tipo de vida comunicativa que teníamos hace muy pocos años. Al filo de 1990 había correo electrónico en algunas oficinas y los más avispados se habían enganchado a los primeros servidores para tener internet en casa. Pero no había gran cosa al principio, ni siquiera periódicos, no existía google y hasta llegamos a pensar que era una majadería que pasaría de moda muy pronto. Luego se burlaban de quienes exhibían los primeros teléfonos móviles, y ahora ya ven. Pero en todo esto, que es un gran avance, veo una especie de debilitación del ser humano, que se ha creado nuevas dependencias. Antes quedabas con alguien a una hora y eso quedaba así sin posibilidad de cambio, porque no había forma de comunicarse, puesto que ambos estaban lejos de los teléfonos fijos donde solían hablarse. Ahora esto da pábulo a aceptar compromisos sin mucha seriedad, porque inconscientemente sabes que media hora antes puedes anularlo con una llamada de móvil. Y con Internet, los iPad, iPhone y lo que vendrá están haciendo el mundo de otra manera, pero no veo que eso haga mejorar a la sociedad como asunto común. Demasiados canales y poca comunicación.