Día Mundial del sueño
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Estos versos del monólogo de Segismundo (La vida es sueño, Pedro Calderón de la Barca) nos hacen ver nuestra pequeñez ante la magnitud de las fuerzas del Universo y el suspiro que supone la vida de una persona en el conjunto del tiempo cósmico. Si reflexionamos, nos sirve para lo mismo que la serie Cosmos de Sagan, y por eso resulta incomprensible el comportamiento humano, pues el hombre es el único ser que sabe que su tiempo es breve, ya que el resto de los animales no tiene conciencia de su finitud. Cuando un animal lucha con otro, no sabe que su pelea puede conducirlo a la muerte. Pero el hombre sí, y por ello es también el ser más estúpido.
El Día Mundial del Sueño tiene que ver poco con las consideraciones filosóficas de Calderón o con la visión cósmica de Sagan. Se trata del sueño como recuperación del cuerpo, ya que pasamos casi un tercio de nuestra vida durmiendo. Y es necesario dormir bien y soñar cosas agradables, pero no está en nuestras manos. Soñar despierto sí, pero eso es más bien una licencia poética; las pesadillas y los sueños mientras se duerme inciden en nuestra vida diaria porque el cuerpo necesita descansar y el cerebro liberarse de tensiones. Dormir bien tiene que ver con muchos factores, desde la alimentación a las costumbres (dicen que no se debe estar delante del ordenador antes de irse a dormir), y con lo problemas personales que arrastramos. Lo de los sueños premonitorios o el significado de los sueños es materia muy sensible, porque si bien hay quien le da rango esotérico no es menos cierto que es una manifestación de la psique el individuo. Pero tener sueños agradables es bonito y dormir necesario. A lo mejor tenemos que olvidarnos de los adivinadores y hasta de Freud, Joung y Adler, y dejar que el sueño y los sueños fluyan a su aire, porque como dice Punset «nuestro inconsciente va a su bola y no sabe quiénes somos». Pues eso, que tengan felices y reparadores sueños.
Con la crisis nuclear en Japón parece que las mentes han despertado y ven el peligro, digo yo que será porque en Japón se abrió el terror nuclear y de alguna forma este accidente cierra el círculo. El momento no puede ser más inoportuno, porque con la conflictividad en los países árabes y la situación política en Venezuela también el petróleo está en la picota. Es decir, estamos ante una crisis energética sin precedentes, y si la solución es el biocombustible ya me dirán qué vamos a comer si el maíz, la soja y el trigo los convertimos en gasolina. Ahora vienen los kiries en la UE, y vuelve a producirse el hecho repetido de que lo que no ocurre en años pasa en unas horas. Nadie puede parar las consecuencias de un terremoto de 9 grados, y la soberbia de los seres humanos hace que construyan centrales nucleares en lugares propicios a movimientos sísmicos de gran intensidad. Pero es que, además, las centrales son peligrosas per se, sin terremoto que las ataque, y pueden ocasionar cataclismos terribles. Ocurrió en Chernobil, y las 143 centrales que hoy funcionan en la UE son bombas de relojería. Por no hablar de los depósitos radiactivos. Tal y como están las cosas, yo que soy un enemigo frontal del cine casposo, a lo mejor me voy a ver Torrente 4, para no tener que echarle a la cara a los prepotentes que defienden la energía nuclear la frase devastadora: «te lo dije».