El mundo se ha vuelto loco
Cuando dicen que la realidad es surrealista no tienen razón, porque el surrealismo es el automatismo por sí mismo, mientras que la realidad responde a proyectos racionales que, eso sí, a menudo son tan disparatados que dejan corta a cualquier ficción. Acabo de leer que en Cádiz han condenado a unos secuestradores de un pequeño empresario, y el cabecilla declaró ante el juez que lo que pensaban hacer con el rescate era contratar a una banda profesional especializada para secuestrar nada menos que al «Pocero», y entonces hacerse con un rescate millonario. Ante esta alucinante información, que parece una parodia sacada de la película de Woody Allen Toma el dinero y corre, me espanta que yo no supiera que hubiese bandas «profesionales» especializadas en cualquier tipo de delito, porque las profesiones son legales, y cometer delitos no puede ser nunca una profesión; solo faltaría que estas bandas tuvieran CIF en Hacienda y pagasen a la Seguridad Social las cuotas de los forajidos que trabajan en su «empresa». Me asombra también el hilo de la planificación racional del asunto; primero hacen un secuestro pequeño para capitalizarse, y luego dan el gran golpe, como el que empieza cogiendo bajos de faldas y pantalones y acaba con un imperio textil; es trabajar desde abajo, algo que causa risa si no hubiera de por medio actos criminales. Antes, cuando se buscaban historias truculentas, exageradas o imposibles, se leía a Bukovski, a Lowecraft o incluso a Borges o Bioy Casares. Ahora basta con leer la prensa, este mundo se ha vuelto loco.