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El mundo se ha vuelto loco

Cuando dicen que la realidad es surrealista no tienen razón, porque el surrealismo es el automatismo por sí mismo, mientras que la realidad responde a proyectos racionales que, eso sí, a menudo son tan disparatados que dejan corta a cualquier ficción. Acabo de leer que en Cádiz han condenado a unos secuestradores de un pequeño empresario, y el cabecilla declaró ante el juez que lo que pensaban hacer con el rescate era contratar a una bandapocerro.JPG profesional especializada para secuestrar nada menos que al «Pocero», y entonces hacerse con un rescate millonario. Ante esta alucinante información, que parece una parodia sacada de la película de Woody Allen Toma el dinero y corre, me espanta que yo no supiera que hubiese bandas «profesionales» especializadas en cualquier tipo de delito, porque las profesiones son legales, y cometer delitos no puede ser nunca una profesión; solo faltaría que estas bandas tuvieran CIF en Hacienda y pagasen a la Seguridad Social las cuotas de los forajidos que trabajan en su «empresa». Me asombra también el hilo de la planificación racional del asunto; primero hacen un secuestro pequeño para capitalizarse, y luego dan el gran golpe, como el que empieza cogiendo bajos de faldas y pantalones y acaba con un imperio textil; es trabajar desde abajo, algo que causa risa si no hubiera de por medio actos criminales. Antes, cuando se buscaban historias truculentas, exageradas o imposibles, se leía a Bukovski, a Lowecraft o incluso a Borges o Bioy Casares. Ahora basta con leer la prensa, este mundo se ha vuelto loco.

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No es esto, no es esto

Ortega y Gasset, que bendijo y en cierto modo propició la llegada de la II República por cansancio de la inacción del régimen monárquico de entonces, publicó en septiembre de 1931 -seis meses después del 14 de abril- un artículo en el que, disconforme con el encono que ya empezó a trazar los caminos del nuevo régimen, escribió el célebre grito de «¡No es esto, no es esto!», y acababa con una frase tristemente profética: «La República es una cosa. El radicalismo es otra. Si no, al tiempo«. Si a esta frase de Ortega le cambiamos la palabra República por Democracia, estaría de rabiosa actualidad. Hay en España demasiada gente empeñada en despertar monstruos dormidos, hurgando en las viejas heridas que ya creíamos cicatrices.
zzzz1.JPGY no disculpo a nadie porque todos tienen una grave responsabilidad histórica. No es de recibo el machaconeo constante de Aznar hablando en plan iluminado y creando tensiones, ni me parece prudente la hiperactividad política y obsesiva de la Iglesia católica. Por otra parte, hay un sector de la izquierda que utiliza algo tan noble como la Memoria Histórica para atizar rescoldos de venganza, y como mínimo es imprudente que las asociaciones de ateos de Madrid convoquen una procesión burlesca el Jueves Santo por calles de la capital, con un recorrido rebuscado adrede: calles de Santa Isabel, de la Fe, El Calvario, Jesús y María… Y terminan en la Plaza de Lavapiés, precisamente un Jueves Santo. Si alguien es ateo, que lo sea, si es crítico con la Iglesia, es muy dueño, pero estas salidas de madre traspasan cualquier consideración democrática sobre la libertad religiosa y el respeto a las creencias. Los fanatismos no se combaten con nuevos fanatismos, y recordando de nuevo al gran Ortega y Gasset digo que la democracia es una cosa y el radicalismo otra; y desde luego NO ES ESTO, NO ES ESTO.

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La violencia desatada

Un amigo me ha alertado sobre la carta que el periodista, poeta y novelista mexicano Javier Sicilia ha publicado y que va dirigida a políticos y criminales. Hace unos días, un hijo del escritor, de 24 años de edad, fue asesinado junto a otras seis personas en México, que como saben vive una ola de violencia extrema en la guerra que mantienen los narcos y el gobierno de Calderón. Reproduzco parte de esa carta abierta de Javier Sicilia:
violennn.JPG«…Ustedes, «señores» políticos, y ustedes, «señores» criminales -lo entrecomillo porque ese epíteto se otorga sólo a la gente honorable-, están con sus omisiones, sus pleitos y sus actos envileciendo a la nación. La muerte de mi hijo Juan Francisco ha levantado la solidaridad y el grito de indignación -que mi familia y yo agradecemos desde el fondo de nuestros corazones- de la ciudadanía y de los medios. Esa indignación vuelve de nuevo a poner ante nuestros oídos esa acertadísima frase que Martí dirigió a los gobernantes: «Si no pueden, renuncien». Al volverla a poner ante nuestros oídos -después de los miles de cadáveres anónimos y no anónimos que llevamos a nuestras espaldas, es decir, de tantos inocentes asesinados y envilecidos-, esa frase debe ir acompañada de grandes movilizaciones ciudadanas que los obliguen, en estos momentos de emergencia nacional, a unirse para crear una agenda que unifique a la nación y cree un estado de gobernabilidad real….Si los ciudadanos no nos unimos a ella y la reproducimos constantemente en todas las ciudades, en todos los municipios o delegaciones del país, si no somos capaces de eso para obligarlos a ustedes, «señores» políticos, a gobernar con justicia y dignidad, y a ustedes, «señores» criminales, a retornar a sus códigos de honor y a limitar su salvajismo, la espiral de violencia que han generado nos llevará a un camino de horror sin retorno. Si ustedes, «señores» políticos, no gobiernan bien y no toman en serio que vivimos un estado de emergencia nacional que requiere su unidad, y ustedes, «señores» criminales, no limitan sus acciones, terminarán por triunfar y tener el poder, pero gobernarán o reinarán sobre un montón de osarios y de seres amedrentados y destruidos en su alma. Un sueño que ninguno de nosotros les envidia…»