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Lumet, un artista discreto

Con la muerte de Sidney Lumet (1924-2011) desaparece un director de la vieja escuela, un artesano que a menudo fue más allá y trabajó algunos guiones de sus películas, aunque casi siempre a cuatro manos, porque solía basar sus títulos en novelas SERPICO-AL-PACINO1[1].jpgy obras de teatro y tenía la costumbre de hacerse acompañar por otras plumas, a ser posible los autores de las obras originales, como ocurrió con la inolvidable Doce hombres sin piedad, del dramaturgo Reginald Rose. Si esta película se recuerda por la interpretación de Henry Fonda, otras son recordadas lo mismo: Serpico por Al Pacino, Veredicto final por Paul Newman, Equus por Richard Burton y así una larga lista de películas inolvidables en las que el talento de Lumet se escondía para dar protagonismo a los actores y a la historia. Pero estas obras son lo que son por Lumet. Si miramos el listado de sus obras, nos encontraremos con títulos que ya son clásicos, por lo que tuvieron que darle el Oscar Honorífico después de habérselo negado varias veces cuando estuvo nominado. Cuando vayan al mueble de clásicos del videoclub, pueden coger cualquier película que lleve la firma de Lumet; será buena: El prestamista, Panorama desde el puente, Llamada para el muerto, Tarde de perros, Network, A la mañana siguiente…

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Las cifras del turismo y el paro


No se entiende muy bien cómo es posible que no se muevan a favor las listas del paro cuando se exhibe a gritos desde los púlpitos políticos y empresariales que los visitantes a Canarias han aumentado de forma «espectacular» (el adjetivo lo ponen ellos). Se supone que el paro crecía porque había menos trabajo; turrrisssmmmo.JPGeso es de Prerogrullo, como lo es que si aumenta la actividad y de una forma tan desaforada como pregonan debería generar empleo; y es que en la actual situación cada puesto de trabajo tiene varios beneficios, porque es un subsidio de desempleo menos que sale de las arcas públicas y más ingresos para esas mismas arcas y para la Seguridad Social. Luego vienen toda una reacción en cadena que se notaría en los comercios y la banca y en cualquier actividad. Si es verdad que el empresariado está dispuesto a echar una mano para salir de la crisis, ahora tiene la oportunidad de demostrarlo, porque es que si la demanda turística es mayor y se atiende con menos personal incluso que el año anterior habrá dos consecuencias negativas muy graves: la primera, que reventarán al personal ocupado y la segunda que el servicio será malo, lo cual no sería una buena imagen para que sigan las cifras positivas. Ahora no hay coartada para escamotear empleo en el sector turístico y aledaños, y si siguen facturando mucho y repartiendo poco ya les anuncio que hasta para el empresariado será pan para hoy y hambre para mañana. Y dados los beneficios que genera y los lastres que evita, crear hoy un puesto de trabajo vale su peso en oro.

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Alexis es un tipo duro, y lee poesía

Los tipos duro no leen poesía. Falso; es un buen título para una buena novela, y por eso lo ha escogido Alexis Ravelo para su tercera entrega de Eladio Monroy, pero hay que leerlo en clave irónica. La poesía es la representación de la vida vista desde la parte de atrás del escenario, porque la poesía trata de averiguar cómo funciona la tramoya de una función que es solo apariencia. Como buen novelista, Alexis sabe que la poesía pata negra no entiende de límites ni de géneros, que cualquier forma de hacer literatura es poesía o se queda en escritura. Alguien dijo que toda buena novela ha sido escrita por un poeta. Y enseguida la gente se remite a novelas como Doctor Zhivago o Agatha ojos de gato por ser Pasternak y Caballero Bonald reconocidos autores de celebrados poemarios. Pero no me refiero a eso, sino a toda novela que pretenda ser literatura. Hay que ser poeta, mirar la función desde cajas, para escribir una buena novela. Por eso llamo poeta a Alexis Ravelo como los franceses a Víctor Hugo.
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Y posiblemente los más agudos deban ser aquellos que llevan sus historias al límite entre la vida y la muerte, y traspasan a menudo esa frontera. Me refiero a los mal llamados autores de novela negra. Ravelo es un cirujano que se vale de un recurso como otro cualquiera para abrir en canal la sociedad en que vive. Eso es ser poeta, y por eso siempre he sido reacio a calificar de «negras» todas las novelas en las que hay un muerto. Santiago Gamboa le preguntó a García Márquez -otro poeta- si no había tenido la tentación de escribir una novela negra. La respuesta es parte del primer párrafo del prólogo de Gamboa a la edición de una novela del colombiano (*): «Ya la escribí, es Crónica de una muerte anunciada; no quise que el lector empezara por el final para ver si se cometía el crimen o no, así que decidí ponerlo en la frase inicial del libro. De este modo, la gente descansa de la intriga y puede dedicarse a leer con calma qué fue lo que pasó.» Luego, en el mismo prólogo, García Márquez habla de una serie de obras de género negro desde los albores de la literatura, y su preferida era Edipo Rey, porque al final el detective y el asesino son la misma persona.
Pues eso; Alexis presenta esta noche Los hombres duros no leen poesía, una novela que tiene a Eladio Monroy como guía de la búsqueda del interior de los seres humanos; allí siempre está oscuro, a lo mejor es por eso que dicen que es novela negra, como La familia de Pascual Duarte, El túnel, El extranjero, ¿Quién mató a Palomino Molero? y, la más negra de todas, El crimen y el castigo, de Dostoievski. No se pierdan esta nueva novela del poeta Alexis Ravelo.
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(*) Crónica de una muerte anunciada.